“¡Implicaos!” fue el grito – mensaje final de Stephan Hessel. “Tendréis que cambiar de rumbo y nave”, apostilló José Luis Sampedro. Pues bien, ha llegado el momento en que, por fin, los jóvenes están levantando la voz y se están implicando. Podemos sentirnos esperanzados porque el cambio de “rumbo y nave”  está empezando.

Ante este momento de inflexión histórica que estamos viviendo  me viene  a la memoria mi encuentro con Indira Gandhi a principios de los años 80 con motivo de la  presentación del programa de “Investigación y necesidades humanas” que la UNESCO iba a iniciar en Madrás con la colaboración de la Academia de Ciencias Nacional de la India y otras importantes representaciones de otros continentes. Me pidió que la acompañara mientras pasaba entre hombres y mujeres, niños y niñas sentados en el suelo que le presentaban sus peticiones en pequeños manuscritos. Al terminar este “contacto con su gente” –dicen que los leía con detenimiento y procuraba atender las peticiones que le formulaban- mantuve una larga entrevista con ella. Al final, me dijo: “Me parece muy interesante la reunión que van a tener y los programas que están desarrollando. Creo que efectivamente es el conocimiento el que puede resolver la mayor parte de los problemas. Pero, por favor, envíeme una solución después de la reunión en Madrás porque -exclamó sonriendo-  de diagnósticos,  por certeros que sean, voy ya muy sobrada…”.

Nunca lo olvidaré. Nunca deberíamos olvidar lo que me dijo Indira Gandhi aquel día. Porque lo que se necesitan, ciertamente, son soluciones, son pasos hacia el diseño del nuevo mundo que anhelamos.

Es por eso que el clamor de los  jóvenes que estamos empezando a oír es tan importante. Basta ya de palabras, es tiempo de acción. Es tiempo de soluciones. No más “diagnósticos”… Es tiempo de ejecutar sin dilación la Agenda 2030 y los 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) adoptados por las Naciones Unidas en noviembre de 2015 y los Acuerdos de París, el mismo otoño, para luchar contra el cambio climático y los procesos irreversibles que comporta.

Es el momento de dejar de ser espectadores y pasar decididamente a ser actores de nuestra vida y de oír a los científicos y fiarnos de ellos para adaptar nuestro comportamiento cotidiano, nuestro estilo de vida… con los medios de transporte adecuados, con fuentes renovables de energía… y, sobre todo, con un nuevo concepto de seguridad que reduzca al mínimo los inmensos gastos militares y de armamento, pudiendo hacer las inversiones necesarias para el cuidado de la Tierra y para las grandes prioridades, propias de un desarrollo global sostenible y humano: alimentación, agua, salud, medio ambiente, educación y paz…

Una gran mayoría de ciudadanos, especialmente los jóvenes y las mujeres, liderados por Greta Thunberg, están tomando las calles para reclamar atención al gran desafío que representa la adecuada conservación del medio ambiente, la calidad de vida. Nuestra responsabilidad intergeneracional deberá pasar con apremio al primer plano.

El otro mundo posible que anhelamos y merecemos es hoy, todavía, posible. La movilización ciudadana debe llenarnos de esperanza.