Te mataron por ir sola, por llevar minifalda, por beber demasiado, por ser demasiado cariñosa, por estar donde no debías…. Es una realidad tan aberrante que no puede seguir anestesiada detrás de estadísticas: 1 de cada 3 mujeres será violada, abusada o golpeada a lo largo de su vida.
Que se cuestione a las víctimas desde los medios de comunicación, la propia sociedad e incluso la justicia, como ha ocurrido en el juicio a los acusados de violar de forma colectiva a una chica durante los últimos Sanfermines, es un síntoma de que las cosas no avanzan en la dirección correcta. Menos mal que la movilización en la calle al grito de “La Manada, somos nosotras” y “#YoSíTeCreo, sí estuvo a la altura de la gravedad de los hechos.
¿Hasta cuándo vamos a seguir manteniendo una sociedad en la que una mujer después de ser violada o maltratada tenga que justificarse? Vivimos en un mundo en el que si eres mujer estás en desventaja: se trata de una cuestión de desigualdad en las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Otro reflejo más de la desigualdad obscena. El machismo sigue impregnando nuestro día a día y necesitamos una cirugía urgente para extraer este tumor maligno tan enraizado que quiere apoderarse de nuestros cuerpos.
El movimiento feminista es cada vez más fuerte, aunque tengamos que agotarnos explicando que el feminismo no odia sino que pelea y lucha por la igualdad de derechos para hombres y mujeres. Luchadoras como Blanca en Colombia, Fran en Brasil, Guadalupe en El Salvador o Uganda en Bolivia son algunas de las protagonistas de la campaña Libres de Violencia que un año más muestra historias de mujeres valientes que han conseguido construir sus vidas libres de violencia, con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil. Son historias que nos llenan de energía.
Pero sabemos que si no hay voluntad política, esto no lo paramos solas. Se impone un cambio urgente de este sistema machista para reconstruirlo desde la igualdad y la libertad, estableciendo relaciones equitativas entre hombres y mujeres. Y debe ser un trabajo día a día, no solo cada 25 de noviembre.
La violencia machista tiene que convertirse en una cuestión de Estado. Necesitamos políticas en todos los ámbitos: la familia, el colegio, las instituciones, los medios de comunicación… Cada vez hay más hombres implicados en este cambio, pero todavía es insuficiente. ¿Compartimos trinchera?
Arantxa García Gangutia
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