Entre esos pensadores se encuentra la canadiense Naomi Klein, autora de La doctrina del shock, un análisis en el que propuso la hipótesis de que el capitalismo aprovecha las grandes tragedias, naturales o sociales, para beneficiarse y fortalecerse.

Klein proviene de una familia en la que el activismo y la actitud crítica fueron una constante. De sus abuelos paternos (comunistas disidentes del régimen de Stalin) a sus padres (hippies que se mudaron de Montreal a Estados Unidos para oponerse a la guerra de Vietnam), la joven Naomi tuvo contacto, desde edades tempranas, con una visión de mundo caracterizada por interrogar la realidad.

De ahí, por ejemplo, el interés casi obsesivo que la joven tuvo en los centros comerciales, el consumismo y la forma en que estas prácticas imponían tácitamente cierta idea de “lo femenino”. El 6 de diciembre de 1989, cuando un joven de 25 años, Marc Lépine, acribilló a 28 alumnos de un salón de clases de la École Polytechnique de Montreal, matando a 6 de las 9 mujeres presentes porque “combatía el feminismo”, algunas de las ideas de Naomi Klein comenzaron a tomar forma, en un intento por dilucidar esa otra forma de violencia más sutil que el sistema ejerce sobre los individuos, la tensión resultante entre las creencias, los deseos y los medios para confirmar o satisfacer unas y otros, casi siempre contradictorios entre sí.

La obra que catapultó a Klein a la nómina de pensadores críticos imprescindibles de esta época fue No Logo, publicada en el año 2000 y sin duda uno de los primeros estudios en evidenciar el imperio corporativo que caracteriza la forma actual del capitalismo, en donde las grandes economías nacionales han sido desplazadas por el poder de empresas con presencia global que trascienden su influencia económica hacia lo político y lo cultural. En combinación con la insaciable sed de consumo que se alienta desde varias plataformas (la comunicación masiva de la televisión, pero también las aulas universitarias), las corporaciones controlan y deciden, ahora abiertamente, y Klein hizo de este descaro el motivo de su libro.

Si bien hubo otras publicaciones en el ínterin, el siguiente gran trabajo de Klein fue La doctrina del shock, un provocativo y abundante estudio sobre la posibilidad de que las catástrofes generen las condiciones idóneas para realizar ajustes que el capitalismo necesita para mantener su tendencia de acumulación de plusvalía. En particular Klein analiza las ideas económicas de Milton Friedman y la Escuela de Chicago concernientes al libre mercado, el llamado “neoliberalismo” que a partir de la década de 1980 ha intentado imponerse en la mayor cantidad posible de países. Si bien, por momentos, la propuesta de Klein puede sonar “conspiracionista”, su sustento se encuentra no sólo en ejemplos históricos (como las reformas implementadas por la administración de Augusto Pinochet en Chile, o la privatización de las escuelas públicas de Nueva Orleans poco después del desastre provocado por el huracán Katrina), sino también en los desarrollos teóricos de economistas como Joseph Schumpeter, quien defiende la idea de la “destrucción creativa” como una de las últimas fases del capitalismo.

Cabe mencionar que el ensayo La doctrina del shock fue adaptado como documental por Jonás Cuarón, con un guión escrito en colaboración con Alfonso Cuarón y difundido a través de YouTube.

En cuanto a la praxis, Klein ha participado en varios movimientos antisistémicos o al menos contestatarios, entre ellos las protestas a la ofensiva militar a Irak decidida por el gobierno de George W. Bush y el movimiento Occuppy Wall Street que alzó la voz contra la voracidad financiera. En años recientes Klein se ha adscrito a causas ambientalistas, desde donde insiste en la posibilidad de que las catástrofes ecológicas representen oportunidades para que las grandes corporaciones y capitales saquen ganancia de la crisis; en contraste, la canadiense sostiene que, paralelamente, en estas condiciones podría ocurrir también el “shock de la gente”, “un momento histórico para dar paso a la nueva ola de cambio progresista”.

Naomi Klein es una de las autoras que resulta urgente conocer si sentimos curiosidad por la economía y la sociedad de nuestra época. Un pensamiento poco complaciente y, por el contrario, riguroso, combativo, como quizá resulta necesario para enfrentar las contradicciones que el sistema intenta superar aventajando al bien común.

canal311.net