Notre Dame no es sólo un templo, es la representación cultural de una ciudad y por extensión de todo un país. Notre Dame, huele a cirio, a plegaria, a revolución comunera y hoy, en particular, a ceniza. Notre Dame es literatura, la voz rota de la Piaf estrellándose contra la torre del jorobado de Víctor Hugo. Notre Dame es historia de Francia, historia de Europa. Notre Dame es luz.

Por eso hoy somos solidarios con todos los franceses. Porque los símbolos y las leyendas merecen todo nuestro respeto.

Notre Dame ha visto y ha vivido muchas cosas, demasiadas para dejarse vencer. Fue testigo… y cómplice de la Revolución francesa; espectadora de la auto coronación de Napoleón; templo impío y libertario de la Comuna de París… y a todo sobrevivió. Incluso a las órdenes del dictador nazi y gracias a que un grupo de españoles se adelantaran y escribieran la página gloriosa de La Nueve en la historia del París liberado.

Por eso sabemos que Notre Dame resurgirá de sus propios fuegos, por eso sus gárgolas seguirán vigilantes contemplando París desde sus pétreos sitiales, como han venido haciendo a lo largo de su historia, como todos queremos que sea.