El arrastre de fondo

De los métodos o artes de pesca usados actualmente en la actividad pesquera, tanto por la flota industrial como artesanal, el arrastre de fondo es el más perjudicial para el medio oceánico. Consiste en la utilización de redes de pesca de gran envergadura que se arrastran por el fondo del mar con el objeto de capturar diversas especies marinas, principalmente peces y crustáceos demersales y bentónicos, es decir, que viven asociados a dicho fondo.

Al operar en contacto directo con el suelo marino, las redes de arrastre y los aparejos que van unidos a ellas remueven ese sustrato, tal como un arado lo hace con la tierra, y aplastan a diversos organismos marinos que viven sobre él (Watling y Norse, 1998).

Las formaciones de coral y esponjas de profundidad ubicadas afuera de algunas zonas costeras del Pacífico, por ejemplo, tienen cientos de años de vida. Sin embargo, estas hermosas estructuras de vida actualmente están sujetas a formas cada vez más crecientes de invasión, destrucción y muerte, producto del uso indiscriminado del arrastre de fondo (Roberts y Hirshfield, 2004; Thiel conv. pers.).

Además del daño físico y biológico que la pesca de arrastre provoca en el fondo marino, este método de captura presenta una baja selectividad, pues a la red no sólo ingresan los peces o crustáceos que son el objetivo de pesca, sino que también muchas otras especies bentónicas o demersales imprescindibles para mantener el equilibrio del ecosistema marino. Al conjunto de aquellas especies que no son el blanco de la actividad pesquera, se le denomina “bycatch”; fenómeno que, a su vez, lo componen la suma de la captura incidental y de la pesca de descarte (Hall, 1999).

Equipo de arrastre

El arte de pesca de arrastre se aplica desde aguas relativamente poco profundas de la zona costera -16 metros-, hasta profundidades de más de 2.000 metros que se encuentran mar adentro, sobre el talud continental. El equipo de arrastre más común es aquel constituido por una red que, dependiendo de la profundidad y de la especie objetivo de captura, alcanza los 13 metros de alto  y 65 de ancho.

De los dos extremos horizontales de su boca, o apertura, nacen dos alas que se extienden por delante de ella, y que sirven de base a los cables que sujetan y tensan la red desde la embarcación. El borde superior de esta misma boca, en tanto, posee un cable con flotadores que permiten abrir la red verticalmente, al tiempo que el borde inferior posee un cable con el tren de arrastre aparejado, generalmente, con rodillos y cadenas que se adhieren directamente al fondo.

Se observa una red típica de arrastre con portalón y sus respectivos aparejos. La flecha roja muestra los distintos tipos de rodillos que se utilizan. Las flechas negras indican las perturbaciones de la red sobre los fondos.

 

Los tipos y tamaños de aparejos varían desde pequeños rodillos de acero o goma, usados para el arrastre en fondos planos o de barro, hasta grandes rodillos de goma que se usan para acceder a hábitat estructuralmente complejos, como las áreas rocosas o pedregosas. Son ellos los que producen los mayores daños a los fondos marinos y, por ello, han sido prohibidos en numerosos países, así como en algunos estados de Norteamérica.

Los rodillos fijados en la parte de abajo de la boca de la red le permiten maniobrar sobre obstáculos estructurales del suelo oceánico, como rocas y/o hendiduras, asegurando un contacto constante con el fondo. De acuerdo al tipo de apertura de la boca de la red, se pueden distinguir tres categorías de redes de arrastre de fondo: arrastre de fondo con portalón, arrastre con vara y arrastre de fondo en pareja. El impacto sobre el fondo del océano es proporcional al peso y tamaño de la red, los aparejos, la captura acumulada y la intensidad del arrastre.

Por lo general, una red grande y completa pesa bastante más de una tonelada y requiere de una embarcación con la potencia suficiente para arrastrar la red, el cable de acero que la sustenta y los portalones que abren la boca de la red. Las redes de fondo se solían ocupar en suelos relativamente parejos de aguas poco profundas, para capturar peces como el lenguado y el bacalao.

A medida que esas especies declinaron y que la  tecnología logró optimizar la navegación y la localización de cardúmenes, además de introducir diseños nuevos de embarcaciones, rodillos, cadenas y redes, los arrastreros comenzaron a pescar en aguas de mayor profundidad y a acceder a áreas estructuralmente irregulares. Comunidades de corales de profundidad, pináculos y campos de rocas, que antes no eran explotados para evitar el daño al equipo de arrastre, hoy están sometidos a una tecnología pesquera que asegura la integridad de redes y aparejos, pero mata la vida del fondo oceánico.

Efectos del arrastre sobre el fondo marino

El suelo marino incluye diversos hábitat que abarcan arenas finas, sedimentos barrosos, rocas escarpadas, piedras pequeñas, taludes, quebradas profundas, montañas bajo el mar y salientes que cuelgan; estructuras que, a su vez, concentran la mayor diversidad de vida del océano.

Por su diseño, los aparejos utilizados en las redes de arrastre de fondo aplastan y destruyen indiscriminadamente a todos los organismos que se le interponen, incluyendo algas, plantas y animales antiquísimos de lento crecimiento que son extremadamente sensibles a los disturbios de su hábitat, como las anémonas, las esponjas y los corales de profundidad. Además, al remover y escarbar en el fondo, el arrastre destruye el refugio de diversos organismos que, entonces, quedan visualmente expuestos a sus depredadores.

Al mismo tiempo, la remoción del suelo altera los flujos de materia y energía del mismo; elementos, ambos, que determinan las condiciones físicas para que se desarrolle o no la vida Cabe destacar que la destrucción de las complejas comunidades que habitan el fondo oceánico contribuye a la declinación de las pesquerías, ya que estas áreas proporcionan las condiciones para resguardar y proteger el crecimiento de una gran variedad de especímenes juveniles de peces e invertebrados marinos.

En definitiva, una vez que el hábitat esencial ha sido destruido producto de la pesca de arrastre, peces comerciales y otras especies que dependen de él para su desove, cría, protección, alimentación y abrigo, pueden desaparecer.

Efecto del arrastre sobre el fondo marino. (Fotografías: Marine Conservation Biology Institute)

 

La pesca de arrastre de fondo es la menos selectiva de todas, pues consiste en un arte activo que no espera ni confía en los movimientos del pez para su captura, sino que va agresivamente en busca de aquellos que viven sobre el fondo marino o cerca del mismo.

De esta forma, la red de arrastre no sólo extrae los peces o crustáceos que son objetivo de la pesca, sino que también captura una gran diversidad de otros organismos que constituyen el llamado “bycatch”, y que han provocado gran inquietud por las consecuencias ecológicas que puede tener sobre la biodiversidad marina.

Bycatch en como efecto de la pesca de arrastre

Los elevados porcentajes de bycatch resultante de la pesca de arrastre de fondo, principalmente de pesquerías de crustáceos demersales como el camarón nailon o el langostino amarillo, conducen altos niveles de impacto sobre distintas comunidades marinas, en el mundo entero.

De hecho, el bycatch es un factor que amplifica los efectos negativos de la pesca de arrastre en los océanos (Morgan & Chuepagdee, 2003) pues, en definitiva, la remoción de especies se plasma en el desequilibrio del ecosistema y en el consecuente impacto sobre la biodiversidad marina. Sólo con programas de investigación multidisciplinarios podremos evaluar todos los efectos negativos que la pesca de arrastre tiene sobre los ecosistemas en la costa.

Es primordial desarrollar estudios sobre los efectos de la pesca de arrastre y del bycatch en nuestros océanos, con el fin de avanzar hacia pesquerías que pretendan resguardar la sustentabilidad de los recursos, la biodiversidad y el hábitat de distintas especies que utilizan el fondo marino para vivir.

Oceana.org – América del Sur