Durante siglos el pueblo andaluz ha tenido que lidiar, a costa de su propio vuelo, con los más vagos, los más insolidarios y más conservadores pájaros de la fauna ibérica. Los terratenientes, señoritingos y caciques andaluces, han sido tradicionalmente la desgracia de un gran pueblo. Contra este tipo de gente cantaron los poetas y los copleros.

La modernidad y la democracia parecían haber cambiado algo las cosas, sólo en apariencia, porque esos tipos seguían controlado el cotarro disfrazados de feriantes en Abril y de capirotes en Semana Santa, cotizando en Madrid, visitando los burdeles y las terrazas capitalinas como si no hubiese un mañana y asomándose a la barreras de sombra de los cosos taurinos. A pesar de todo y de muchos, su predominio iba bajando de intensidad y con salero los andaluces repetían que sus señoritos ya sólo eran “una mierda histórica pinchada en un palo”. No era así, nunca fue así, esos “malajes” siguen estando en todas partes y todavía tienen el soporte de los sumisos y el de los santos inocentes.

Hoy levantan de nuevo la cabeza y entre las huestes más conservadoras surge la figura de Vox. Sus puntos y exigencias para el nuevo gobierno de Andalucía demuestran lo que son y a quienes representan, dicho en román paladino o en andaluz viejo. Reclaman  una ley que llaman “Protección de la Cultura Popular y de las Tradiciones” que incluya el flamenco, el fino, el “pescaito” frito y otras expresiones folklóricas; también las tradiciones, las artesanías y la Semana Santa y otra ley de protección de la tauromaquia y la actividad cinegética; es decir, el hábitat por donde se mueven los malditos señoritos. Para evitar que el pueblo pueda pensar por sí mismo, pretenden que se garantice el derecho a los padres para que sus hijos reciban la educación “moral” de acuerdo a sus propias convicciones. Piden que se implante un pin parental con el objeto de que los padres puedan excluir a sus hijos de enseñanzas, charlas, talleres o actividades con carga ideológica o moral contraria a sus convicciones. Ya saben: He “votao” a quien usted me dijo, señorito… y el niño también.

Pero si en su proyecto se contemplan más ferias, más toros, más clero, más flamenco y más saltos de verja, ustedes se preguntaran ¿de dónde sacarán el dinero? Pues esto también lo dejan claro. Suprimir las ayudas a las mujeres maltratadas, la mujer atadita a la pata de la cama y sin quejarse por cuatro bofetadas de nada. Suprimir las ayudas a los emigrantes y expulsarles del territorio andaluz; es más, imponer la obligación a los ciudadanos de colaborar con la policía en la identificación de inmigrantes ilegales para que puedan ser expulsados. Vox asegura que la Junta está en disposición de desterrar a 52.000 personas; ya saben, que los niños “educados moralmente” denuncien a sus compañeros… y a sus propios padres si fuese necesario.

Para que quede clara la españolidad ¡y olé! de Vox, proponen cambiar el Día Nacional de Andalucía del 28 de febrero al 2 de enero, en conmemoración de la “culminación de la Reconquista”, según afirman. Todo un regreso al Medievo: cinturones de castidad, expulsión de moriscos y de judíos e reimplantación de los señoríos feudales… y no cambiarse de camisa hasta conseguirlo.

Que los andaluces se conviertan en chivatos, homófonos, machistas, ortodoxos, y sobre todo que se sometan de nuevo a los señoritos andaluces, es el ideario de Vox; pero lo más indignante es que los partidos conservadores aceptarán, de una u otra forma, sus postulados, convirtiéndose en tan miserables como el propio Vox. ¡Pobre Andalucía!