Los ojos hundidos se perdían en su piel morena. El cabello revuelto caía sobre el ancho de su frente. Sus labios musitando: “buenas tardes” y un cubilete de plástico en sus manos.

Paseaba todas sus tardes en el umbral de la iglesia, aguardando alguna fortuita moneda. En tanto, las luces parpadeaban y el Ave María sonaba.

Solícitamente abría las puertas del templo a todo aquel que lo visitaba. Su sonrisa mostraba una dentadura quebrada. Pero él allí estaba con el aire de la noche y la penumbra de aquella antesala.

Escuálido y escurridizo como tiemblo de pájaro sin solaz y alimento. Desheredado, marginado, destechado. La ciudad corría en tanto él languidecía.

Las lágrimas del coro hechas pura melodía recordaban que Cristo también era humilde, que Cristo nacía entre pajas.

Pero aquella estrella surgida de la nebulosa del tiempo, observaba desde su pedestal. Su resplandor imprimía una historia de siglos repetida, de noches abrazadas por el frío de la desesperanza, de la injusticia, de lágrimas onerosas de una humanidad apartada, condenada a la supervivencia gracias a las migajas de otra humanidad opulenta que purgaba su conciencia entregando esas mínimas dádivas.

OS DESEO UNA FELIZ Y SOLIDARIA NAVIDAD Y UN 2020 LLENO DE PROMESAS CUMPLIDAS.