El presidente francés François Hollande, anfitrión de la conferencia, ha bautizado al acuerdo como: El pacto universal de la historia de las negociaciones climáticas. Dos efemérides a tener en cuenta: el pacto en sí, y un acuerdo entre 195 países; algo muy poco común en el mundo actual y en todo los tiempos. El sentido común ha prevalecido y las naciones han entendido que hay que conservar nuestro medio ambiente, porque con ello garantizamos que nuestro Planeta Azul lo seguirá siendo para las futuras generaciones.
El peligro del calentamiento global y las alarmas sobre el cambio climático no eran meras especulaciones. Tal y como lo advertía la Organización Mundial de la Salud, los fenómenos meteorológicos extremos a causa de la degradación medioambiental son la causa de decenas de miles de muertes cada año, y como siempre, son los más pobres quienes sufren las mayores consecuencias. También lo denunciaba la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO): “El calentamiento global impacta en la seguridad alimentaria y la agricultura de todos los países, especialmente en las zonas áridas y en los pequeños Estados insulares en desarrollo donde viven muchos de los pobres y hambrientos del mundo”, tal y como apunta en su libro: Cambio climático y sistemas alimentarios: http://www.fao.org/news/story/es/item/294414/icode/
En su texto final el pacto reivindica como primer objetivo que el aumento de la temperatura media del planeta a final de siglo quede por debajo de los inquietantes dos grados centígrados, que significaban el desastre ecológico. Conseguir que al despertar del nuevo siglo no se hayan rebasado los 1,5 sería todo un éxito. Y aunque cada país podrá fijar sus propios guarismos para recortar las emisiones de gases de efecto invernadero, sin límites establecidos ni vinculantes, será obligatorio presentar proyectos para reducir y limitar estas emisiones. No obstante, todos los países están obligados a llegar lo antes posible a un techo en sus emisiones siendo los países desarrollados quienes primero deban hacerlo. Eso permitirá que los países en vías de desarrollo tengan más tiempo. Sin prisa, pero sin pausa.
Eran ya muchas voces las que se unían en las peticiones que ahora se ven satisfechas por los acuerdos de la conferencia parisina. Voces que no hacían más que anunciar un apocalipsis que parecía inevitable. Al fin, París, ha sido una fiesta.
Quiero incluirles el texto original en inglés de los acuerdos, porque estos, amigos lectores, se trata de un documento histórico del que podemos sentirnos orgullosos: http://ep00.epimg.net/descargables/2015/12/12/a49a77f74a2a65430acab895fb24d28e.pdf
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