Sus comentarios, plenos de sandeces, van desde la defensa a otra concejala popular de Calpe en Alicante, hasta los ataques machistas y clasistas dirigidos a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau,  y que, seguramente,  todos ustedes ya conocen y  no voy a repetir por zafios, indecentes, irrespetuosos e injustos. Bermán alienta y anima a su colega de Calpe por “atreverse a romper un tema tabú” al escribir en su Facebook, referente al régimen franquista, esta perla que no tiene ni desperdicio ni perdón: “Ni dictadura ni leches. Se vivía de maravilla”,

En estos tiempos en que las redes sociales y los blogs personales tienen una resonancia mediática muy importante, puede parecer que mi artículo favorece las intenciones del tal Óscar Bermán,  y que cuantos más le lean mucho mejor para sus intereses. Piensa Bermán que, como decía el Ingenioso Hidalgo: Aunque por verme puesto en libros y andar por ese mundo de mano en mano, no se me da un higo que digan de mí todo lo que quisieren. Pero este no es mi caso, no trato de hacer de portavoz del insolente edil sino más bien de comentarista asombrado.

Sí, queridos lectores, me asombra que con la que le está cayendo al Partido Popular por sus múltiples corrupciones, el tal Óscar Bermán afirme que: No hay comparación posible entre el régimen de Franco y el actual. “Al lado de esta España, la de Franco era la Arcadia feliz”, sólo le ha faltado completar la frase: Al lado de esta España del PP… Tampoco, y a pesar de mi regocijo por su indecente sinceridad, estoy de acuerdo. Aquella, yo la viví,  él no, fue una España temerosa, tenebrosa y mísera. Una España bajo un régimen que ni él ni su colega de Calpe se hubieran atrevido a criticar y menos por escrito, una España en la que por decir: No hay comparación entre el régimen republicano y el actual, les hubiese costado la vida. Que os coste a ambos que: Al lado de la España franquista, hasta esta del PP es una Arcadia feliz.

Sé que Óscar no va a comprender lo que pretendo decirle, ni  tampoco se creerá que muchos de sus correligionarios, que ya le han abierto expediente disciplinario,  le llaman: el bufó, es decir bufón, no bonito. Sin embargo, no quiero ni puedo privarle de que siga escribiendo; la libertad de expresión es un bien inalienable y una muestra de democracia – cuéntele usted eso a un dictador -, lo que sí le voy a recomendar es que lo haga con tino, prudencia y conocimiento de causa, no le vaya a pasar como al protagonista de aquella copla de la zarzuela Luisa Fernanda, que aunque no se empeñe se lo explicaré: Hubo un tonto en mi lugar, que se creyó golondrina. Un día se echó a volar desde lo alto de una encina. Bien se puede suponer cómo acabó la proeza: sobre un hito fue a caer y se rompió la cabeza. El lugar puede ser el bello municipio de Palafolls, el tonto un tal Óscar Bermán,