Ponerse “y quedarse” quieto de puntillas no-es-nada-fácil. Incluso con algún apoyo, los tobillos y los pies, las rodillas… empiezan a temblar y nos caemos. Da una rabia…
¡Pruébalo! Ponte de pie, levanta los brazos hacia el cielo, junta las palmas de las manos y estira hacia arriba y ahora ponte de puntillas. Mantente firme, quieto… Cierra los ojos o mira a un punto fijo.
Si no aguantas… No te apures: ¡Conseguirlo es algo grande!
Incluso si, como te pide la lógica del cuerpo, contraes y tensas los pies, la musculatura de las piernas, pantorrillas, los glúteos. Si empujas de puntillas contra el suelo, estirando los brazos y las manos hacia arriba. Si mantienes la espalda recta, los abdominales tensos…
Con todo eso que, como digo es lo que nos pide el cuerpo hacer para estar quietos, tal cual como si hubiera un animal ahí afuera que detecta el movimiento… Al principio ¡no puedes!
Empiezas a temblar, a moverte. Te quieres apoyar en algún sitio.
Te caes.
No te desanimes, no te sientas inútil. A no ser que seas un profesional del Cirque du Soleil, dudo de que te salga a la primera.
¿Vamos otra vez?
Lee lo anterior, memoriza lo que hay que hacer. Vamos otra vez a la posición inicial. Ve sujetándote a ti mismo, a ti misma.
Poco a poco, repitiendo, una, dos, tres, cuatro veces seguidas. Luego, día tras día, con una respiración consciente, tranquila, vas a ir mejorando.
Sientes que tienes el enfoque puesto en ti. ¡Es magnífico!
Cada día vas equilibrando más: fortaleces aquí, relajas allá. Primero te sale bien 2 o 3 segundos, luego avanzas y ya son 10-20 segundos… después un poco más… ¡lo consigues!
Consigues esa postura de tu cuerpo respondiéndote.
Consigues estar en ti, enfocado.
Consigues dominar la rabia de que “no salga”, disfrutar de los avances y reírte de los movimientos cómicos. Consigues estar en ti, en ti.
Un mar en calma no es un mar inmóvil
Cuando vemos el mar en calma, es tan solo un espejismo. Debajo de la superficie, la vida se mueve, el agua se desplaza de un lugar a otro, todo está en continuo cambio.
Observarás con este sencillo ejercicio, que puedes hacer en cualquier parte, que estás quieto (visto desde el exterior) pero nada está inmóvil (en el interior).
En tu interior todo se mueve, pero puedes gobernar su movimiento y que se alinee contigo.
Cada músculo, cada tendón, se ajusta y reajusta, la sangre sigue fluyendo, tus neuronas siguen comunicándose con corrientes eléctricas y profundos cambios bioquímicos, el corazón sigue latiendo, tus costillas se abren y se cierra y tus pulmones se llenan y vacían, tus células agradecen que tú respires…
Estar de puntillas es un esfuerzo para los pies y para los tobillos, un esfuerzo que fortalece nuestros pies, nuestra estática, reflejos y equilibrio.
Los pies son increíblemente fuertes y a la vez, no son nada pero nada rígidos. Su fuerza proviene de su flexibilidad asociada a alianzas de fortaleza muscular. Son pura resiliencia.
“Estás de puntillas alzado, alzada sobre ti, queriendo tocar el cielo, te sientes feliz”.
¿Qué significa esto para ti, para tu vida?
En todos los ámbitos de la vida hay momentos de calma, de brisa suave y de viento intenso. Las turbulencias se sobrellevan con los pies “enraizados” fuertes sobre la tierra, son una base fuerte…
Y nos estiramos, damos de sí todo lo que podemos… para resistir y tocar el cielo, para despejar la mente y el corazón, con esa calma de poder tomar la decisión adecuada incluso si su resultado resulta ser complejo.
Una base fuerte permite alcanzar mejores resultados en el afrontamiento de los problemas, en tu concentración, enfoque y creatividad. Enfoque y creatividad son opuestos en ciertos aspectos. Se necesitan mutuamente como yin y yang.
Esa base de la que hablamos es muy amplia: son nuestras creencias, dominar el miedo, la rabia, la ira y parar la cháchara mental. Esa base es constancia, es sentido del humor. Todo el cuerpo que se estira a la vez hacia arriba eres tú, una flecha calibrada dirigida a un objetivo.
“El avance paulatino de tus logros físicos, redundan en tu bienestar, enfoque y fortaleza mental y emocional”.
Si los vientos de la adversidad y de las dudas, soplan… Tú… en ti.
“Arriba como Abajo”.
Esto es para mí una parte de cómo vivir La Vida Biloba. Estaré encantada de leer tus comentarios o experiencias si quieres escribirme.
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