Vivo con angustia. ¿Es malo sentirse triste?

Amalia me cuenta que está desconcertada Sabe conscientemente que debería de estar contenta y agradecida porque tiene trabajo, ella y su familia están bien, tiene un hogar confortable donde están seguros. Pero cada noche, tiene problemas para dormir. A pesar de tener todo seguro, según dice, siente angustia, vive asustada con mucha incertidumbre.

“No tengo derecho a sentirme mal”. Otras personas están mal, y yo misma podría estar peor. No me alivia pensar que podría ser peor. Siento una presión en el pecho y en la boca del estómago, no puedo dormir, todo me sienta mal… Si todo aparentemente me va bien, ¿por qué me siento mal? ¿Qué hago con esta incertidumbre que me está matando? Vivo todo con angustia”.

Como Amalia, muchas personas se esfuerzan por estar bien y hacer como si no pasara nada. Pero pasa.

La excepcional situación que vivimos toca los pilares básicos de la seguridad, los pilares básicos de la estabilidad: la vivienda, la alimentación, la salud, suministros básicos. La “no certeza” de lo que pueda pasar mañana genera genera incertidumbre, asociada con cierto grado de miedo y/o ansiedad. Dependiendo de nuestra capacidad de afrontarla, lo llevaremos mejor o peor, somatizaremos con manifestaciones físicas de distinto tipo como insomnio, bruxismo (apretar los dientes), dolores de cabeza, contracturas, etc. Amalia no puede dormir y le molesta el estómago hasta el punto de no poder recibir bien los alimentos. Muchas gastritis se inician así.

Ahora bien… Lo importante es reconocer que estamos sufriendo. 

Negar lo evidente puede ser perjudicial, tanto como sumirse en el pozo de la negatividad.

Amalia se queja enfadada de que parece obligatorio vivir con ese: “Todo es por algo, dentro de lo malo hay algo bueno”.

Ser una persona positiva no significa negar la realidad de lo que se siente o se vive. Ser positivo implica ser consciente de la vivencia. Todas las emociones son naturales, y todas ellas son mensajes que podemos interpretar. La clave es ser conscientes y valorar la situación. La sensación de miedo, de ansiedad o de angustia también puede estar modulada o contaminada por las experiencias anteriores. Por ello, ante la incertidumbre por la conservación del empleo, dos personas pueden reaccionar de distinta forma. 

Puede parecer muy difícil salir de la ansiedad, pero no es imposible.

Tampoco es estrictamente necesario hacerse los fuertes tontamente. Busca apoyo, alguien con quien compartir, cuéntalo en tu entorno y verás que poco a poco se supera. Te puedes llevar una sorpresa. No eres débil. Lidiar con la ansiedad que produce la incertidumbre se parece bastante a estar en medio de un huracán: si vas al centro del mismo, no hay movimiento, hay calma.

Decir que todo tiene su lado positivo no es falso, si bien en ciertos momentos no lo vemos porque esa cara positiva es mínima, y puede parecer no merecer la pena. La incertidumbre y el dolor también pueden venir de un afán desmedido por desear tener todo bajo control.

La psicología positiva tiene en cuenta las fortalezas, los talentos, las virtudes para que sirvan de punto de apoyo o anclaje para superar cuanto antes de las vivencias negativas y salir fortalecidos. Negativas no significa “malas”. El dolor, como el miedo, son señales de alerta. Reconocerlas, ser conscientes, es el primer paso para superarlos. 

¿Te despiertas por la mañana y se te viene el mundo encima?

Encontrar qué te mueve, qué te saca de la cama cada día, por muy simple u obvio que parezca y recordártelo varias veces al día, puede ser una idea útil: Escríbelo en una hoja de papel de tu color favorito y llévalo en la cartera, ponte un post-it o una alarma a ciertas horas con mensajes que te gusten.

Comprender cómo tu cuerpo y tu mente se comunican es importante: te ayuda a tener perspectiva.

El cortisol es una hormona que se libera ante situaciones de estrés preparando el cuerpo y la mente para sobrevivir a la amenaza, pero cuando tal amenaza no se materializa sino que es una incertidumbre nos genera esa sensación de angustia porque algo malo va a pasar (o está pasando).

Si te despiertas con angustia y ves el día muy negro, procura adaptar la hora a que te despiertas y ¡desayuna!: dale algo a tu estómago en lo que ocuparse.

Haz algo de ejercicio en ese momento: modula los niveles de cortisol. Aunque sea saltar un poco en el baño. El ejercicio en general ayuda a modular los niveles de cortisol. Algunas personas prefiere tomarse unos minutos para meditar o preparar el día, según sus biorritmos, y también se modula el dichoso  cortisol. 

Siente. Comunica. No te aísles.

Son momentos para que quienes lideran equipos muestren sus talentos, su capacidad, su empatía, y ¿sabes?: como tú muchas personas necesitan un entorno seguro en el que poder expresar sin temor a que se dañe “la reputación”, por lo que pueda parecer una debilidad. Si tu posición implica que piensas que no tienes con quien hablar, no te aísles. No estás solo/a.

La experiencia en los grupos mastermind para profesionales o líderes que dirijo, muestra la gran ayuda que supone afrontar estas y otras situaciones, en un entorno seguro y protegido. Cuerpo y mente se benefician.

Son momentos para utilizar a nuestro favor los recursos mentales y orgánicos. Son momentos para ser más prácticos, sinceros. Si solo se pudiera vivir el día a día, de momento, ya es mucho: paso a paso, etapa por etapa, tema por tema.

En tiempos de incertidumbre se pone a prueba nuestra capacidad de crear nuevas opciones, nuestra capacidad de adaptación, nuestra motivación.