¿Sabes por qué, por ejemplo, la factura del móvil sigue siendo más cara de lo que debería cuando viajas por la Unión Europea?

¿O por qué tanto tú como lo que comes váis a seguir expuestos al glifosato (pesticida) durante los próximos años? ¿O porqué los bancos se salieron con la suya durante la crisis financiera mientras que que a ti te tocó cargar con las consecuencias de las políticas de austeridad?

Los estados miembros de la UE juegan un papel decisivo en la toma de decisiones de la UE pero operan a menudo de manera opaca. Los grupos de presión empresariales se aseguran con su lobby que las leyes y políticas comunitarias les favorezcan.

Estos lobbies empresariales incluyen grandes empresas nacionales como Telefónica y Volkswagen; sectores icónicos como la industria financiera de la City de Londres o la industria del carbón en Polonia, y grupos de presión europeos que invierten mucho dinero en lobby, como la patronal europea BusinessEurope o CEFIC, el lobby de la industria química. Y ya sea en cambio climático, políticas financieras, regulación de productos químicos, privacidad de datos o muchos otros temas, cuando ganan los intereses empresariales, el interés público sale perdiendo.

Los modos en los que los estados miembros alimentan la toma de decisiones en la UE no son bien conocidos, a veces son opacos y otras no se les presta atención. El nuevo informe de Corporate Europe Observatory “Gobiernos cautivos: los estados de la UE como canal para los intereses empresariales” es muy novedoso al presentar un estudio de como los estados miembros actúan como intermediarios para los intereses empresariales.

Con casos estudio, nuevas investigaciones y análisis, el informe dibuja la influencia de los lobbies empresariales canalizada a través del Consejo de la Unión Europea (que reúne a los ministros y otros funcionarios de los estados miembros para la elaboración de regulaciones y políticas), el Consejo Europeo (que reúne a los jefes de estado de los países de la UE para marcar la dirección de la UE), y la  estructura de comités de la UE (que ofrece a los estados miembros la posibilidad de participar en el desarrollo técnico y científico de las regulaciones europeas).

Los estados miembros son la pieza que faltaba en el puzzle, con la Comisión y parte del Parlamento Europeo, y los Tratados de la UE, para explicar porqué demasiadas leyes y políticas favorecen tanto a los intereses empresariales. Algunos de los ejemplos de como los estados miembros promueven los intereses empresariales son:

  • Los estados miembros han desarrollado una relación simbiótica con ciertos lobbies empresariales en la que los intereses de ese sector o empresa se han equiparado de un modo totalmente equivocado al interés general de esa nación y así se ha presentado en distintos foros de la UE. Ejemplos extremos son la influencia de Telefónica, gigante español de las telecomunicaciones, cuya cercanía al gobierno español le aseguró que éste integrara y defendiera como propios sus intereses; de la industria automovilística sobre la clase política dirigente en Alemania (y las consecuencias negativas que esto tiene en la política climática y de emisiones de la UE); la industria del carbón en Polonia cuya propiedad es de mayoría estatal y que lleva al gobierno polaco a ser un paria en cuestiones de cambio climático; y la City de Londres, que puede contar con el gobierno británico para que refrende sus posturas defendiendo siempre la menor regulación financiera posible.
  • Los grupos de presión más poderosos se acercan a altos cargos de los gobiernos disfrutando de un acceso que es imposible para las ONG y sindicatos. Como ejemplo las reuniones periódicas de la Mesa Redonda Europea de Industriales (ERT) que reúne a unos 50 directivos de las mayores empresas con la canciller alemana, el Primer Ministro francés y el Presidente de la Comisión Europea.
  • Los recursos que tienen los lobbies empresariales son mucho mayores que los de la sociedad civil, lo que se refleja en los resultados de muchas políticas, desde la privacidad de datos a la tasa a las transacciones financieras, desde las políticas de clima a la regulación de productos químicos.
  • En la UE, los estados miembros han absorbido de forma colectiva ciertas agendas empresariales y las han integrado en políticas comunitarias más amplias, como la gobernanza económica (políticas fiscales estrictas y austeridad) o la protección de los inversores en los tratados de comercio (lo que permite a las empresas demandar a estados pidiendo cuantiosas compensaciones cuando los gobiernos actúan para defender a la población o el medio ambiente).

Esta excesiva influencia de los intereses empresariales, la forma en que algunos estados miembros son cautivos de los mismos, se esconde tras complejos procesos de tomas de decisiones en la UE, la falta de transparencia, la ausencia de procesos que incluyan a la ciudadanía en las tomas de decisiones y unos mecanismos de control de los parlamentos nacionales en general débiles. El resultado es un déficit democrático y de responsabilidad.

El discurso nacionalista contemporáneo afirma que una UE poderosa impone normas y regulaciones sobre los estados. A veces a esos mismos estados les conviene usar ese mismo argumento y culpar a la UE de decisiones impopulares. Pero responsabilizar solo al ‘aparato’ de la UE’ es demasiado simplista. Después de todo, los gobiernos deciden la dirección general de la UE, participan estrechamente en el diseño e implementación de las leyes y aprueban toda la legislación comunitaria.

Este informe quiere alertar a la sociedad civil y a los políticos y legisladores de la amenaza que supone para las políticas de la UE la influencia de los lobbies empresariales sobre los estados miembros. Para contrarrestar esta influencia los gobiernos, los parlamentos nacionales y autonómicos y las instituciones de la UE deben realizar muchos cambios. Y sobre todo necesitamos con urgencia nuevos modelos para que la ciudadanía esté más informada y participe en las decisiones que los estados miembros toman en la esfera de la UE.

2019 será un año importante para la UE con las elecciones al Parlamento Europeo en mayo y el nombramiento de una nueva Comisión en otoño. Los debates nacionales sobre el papel de la UE irán en aumento. ¿Qué mejor momento para iniciar un debate sobre el papel que juegan nuestros gobiernos, en nuestro nombre, en la UE?