Y es que hay cosas de la vida sobre las que no reparamos tanto como deberíamos. El ser humano es como un espejo para sí mismo y para los demás.
Aquella lectura me llevó a reflexionar sobre los sentimientos, las enseñanzas, el aprendizaje, la responsabilidad… Descubrí que la actitud ante la vida, el comportamiento, el esfuerzo que pongas en tus actos, la intención sana o pérfida actuará como un eco devolviéndote la misma energía que hayas emitido. Seamos generosos antes de ser víctimas de nosotros mismos y verdugos de los demás. Hagámonos merecedores del lugar que ocupamos en nuestro mundo en relación con otros mortales. Me viene a la memoria el famoso libro de Thomas A. Harris, “Yo estoy bien, tú estás bien”
Y me hago esta pregunta: ¿Es posible cambiar? ¿Uno nace o se hace? Cada día estoy más convencida — y al parecer así lo refrendan algunos estudiosos de la mente y de la conducta social — que el hombre, como representante de la raza humana, se hace. La herencia genética marcará su grado de salud física y sus capacidades intelectuales, o bien sus rasgos básicos internos o externos; pero el ser humano se hace, se va haciendo a medida que avanza por el camino de la vida. Un camino que él traza guiado por la intuición y por los impulsos externos que recibe; ambos configuraran en parte su destino.
El ambiente familiar y social en el que se mira es la clave del resultado, y no tanto la herencia genética. Casos en la historia se han dado y algunos muy bien recogidos en la literatura que demuestran cómo se puede llegar a crear un delincuente, un terrorista, e incluso un testigo de Dios. Por citar un par de ellos os sugiero “El hombre que amaba los perros” de Leonardo Padura, o “Entusiasmo” de Pablo D’Ors.
No obstante, vivimos en un mundo controvertido; no siempre lo que sembramos o emitimos se proyecta en otros seres como esperamos, probablemente fuerzas ajenas a nosotros estén actuando en sentido opuesto. ¿Cuántos muchachos criados en hogares desfavorecidos han llegado a ser eminencias en una u otra materia? Por el contrario, nacidos y criados en entornos familiares y sociales aparentemente privilegiados se han convertido en seres inútiles, parásitos para la sociedad y sus semejantes; no construyen nada, no aportan nada, no sienten nada, no hacen nada salvo aquello que redunde en su propio beneficio.
Autora Caleti Marco
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