Uruguay, que se precia de la calidad y abundancia de su agua potable, descubre que el crecimiento económico y agrícola, sumado a controles débiles, ha contaminado los ríos que abastecen a la potabilizadora estatal, y mientras las autoridades anuncian medidas, los científicos dan la alerta.
Las autoridades explicaron que era un fenómeno generado por la floración de cianobacterias, producto de la proliferación de algas en el río Santa Lucía, donde se abastece OSE, la potabilizadora estatal, para proveer de agua al 60% de la población.
Tras un par de días, el agua del grifo recuperó su cualidades habituales, pero el episodio generó un debate político, científico y social sobre el manejo del agua.
Para el ingeniero Daniel Panario, director del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), el problema es grave.
“En Uruguay más del 90% de la fuente de agua potable son los ríos. Entonces el violento cambio del uso del suelo que ha tenido el país genera que se hayan contaminado todas las vías de áreas densamente pobladas”, dijo en recientes declaraciones.
Panario observó que si bien Uruguay aparece en los primeros lugares en los ranking internacionales sobre el agua potable, esto tiene que ver sobre todo con el alcance de la cobertura, que llega a aproximadamente 98% de la población.
Décadas de omisión y desidia
Según un informe elaborado por los decanos de las facultades de Ciencias, Química, Ingeniería y Agronomía de la Udelar, en el agua del Santa Lucía hay altos valores de fósforo y puntualmente otros contaminantes orgánicos.
El reporte sostiene que el 80% de la contaminación se debe a “fuentes difusas”, básicamente provenientes de actividades agropecuarias (especialmente de los tambos de la zona), y el resto a efluentes de industrias y aguas servidas de poblaciones.
Destaca además que la mayoría de los vertidos no cumple con las limitaciones legales y que hay muy poca información sobre el uso de agroquímicos.
Las recomendaciones van desde controlar la erosión de los suelos o la fertilización fosfatada hasta declarar áreas protegidas las que bordean los lugares de toma directa de aguas para potabilización.
Para Juan Cristina, decano de la Facultad de Ciencias, lo ocurrido “revela un problema que necesita una política de Estado respecto a la cuenca”.
“Son procesos que vienen desde hace muchísimos años y cada uno suma a la problemática”, explicó a la AFP, llamando a que el Estado tome “medidas efectivas” de control.
Desde el gobierno, el ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, sostuvo que el país arrastra décadas de omisión y desidia en la gestión del agua.
Huidobro se manifestó dispuesto a que las Fuerzas Armadas custodien las márgenes del río para evitar actos de “vandalismo” como la tala de bosques de montes nativos. Pero admitió que esto depende de que se consigan los recursos necesarios.
Por su parte, tanto la OSE como la URSEA, organismo encargado de fiscalizar el servicio de agua potable, aseguraron que en ningún momento el agua que llega a los hogares fue tóxica.
“Se perdió la condición de potabilidad, porque el agua dejó de ser agradable. Pero no tenía contaminación tóxica”, aseguró a la AFP Daniel Greif, presidente de URSEA.
Greif consideró que de todas formas el episodio “demostró la necesidad de tomar acciones y ayudó a catalizar que se tomaran en conjunto”.
OSE, en tanto, anunció la ampliación de la planta de dosificación de carbón activado en polvo y la construcción de una planta de preoxidación, entre otras medidas.
“Hay que afectar intereses”
Pero para el ingeniero Panario, el mayor problema no es la cuenca del Santa Lucía sino el resto del país.
“Esto fue un accidente bastante raro. Y como esa cuenca da agua a la mitad de la población tiene las mejores plantas de tratamiento, técnicos y análisis permanentes”, sostuvo.
“Estoy de acuerdo con las medidas en esa cuenca pero no escuché nada sobre el resto del país”, añadió, recordando que en los últimos meses productores de la zona del río Negro (centro) denunciaron la muerte de decenas de ovejas que habían bebido agua del río.
A eso se suman los problemas en el río Uruguay, fronterizo con Argentina, indicó, citando la existencia de industrias sin tratamiento terciario, que permite disminuir el fósforo de los vertidos.
“Y en pequeñas localidades la potabilización es más o menos, porque las plantas no tienen filtro de carbón activado y es medio artesanal la dosificación”, sostuvo.
“Nadie se va a morir por tomar un vaso de agua pero si vas a tomar 40 años agua así claro que puede pasar algo”, sentenció.
Según el científico, el informe de los decanos busca ser un mensaje político para que las autoridades tomen medidas.
“Si actúan tienen que afectar intereses, entonces se requiere una señal política de que hay que hacerlo”, explicó.
El científico admitió no obstante que el tema es “delicadísimo” y que habría que tratarlo en forma multilateral para encontrar una verdadera solución de largo plazo.
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