El proyecto incluye la exploración de cinco minas de carbón y la primera de ellas, Minera Invierno, recibió el pasado mes de agosto el visto bueno “con observaciones” por parte del Gobierno, con lo que se dio por finalizada su tramitación administrativa.

Los ecologistas están a la espera de que se dé a conocer esa resolución formal, tomada por un consejo compuesto por seis ministros para iniciar una ofensiva judicial con el fin de frenar la construcción de esta minera.

“Es un sinsentido cómo por un lado estamos promoviendo una de las actividades más destructivas que existen en el mundo y al tiempo estemos promoviendo una Patagonia virgen, inalterada y prístina”, dijo hoy la portavoz de la organización Alerta Isla Riesco (AIR), Ana Stipicic, durante una reunión con corresponsales.

La iniciativa está impulsada por las empresas Copec, del grupo Angelini, y Ultramar, de Von Appen, y contempla una inversión de 530 millones de dólares para extraer unas reservas calculadas en 240 millones de toneladas métricas de carbón.

Pero para los ecologistas, la explotación de esos recursos puede causar daños irreparables y a muy largo plazo en el medio ambiente. La isla, a unos 120 kilómetros al noroeste de Punta Arenas, en la región de Magallanes, es la cuarta más grande del país, el 60 % de su territorio se encuentra dentro de la Reserva Nacional Alacalufe, que en total abarca 2,3 millones de hectáreas. Según los ambientalistas, esa riqueza natural se extiende más allá de los límites de la reserva y abarca también los terrenos donde operará la Mina Invierno, para cuyo funcionamiento será necesario secar una laguna y cortar 400 hectáreas de bosque nativo.

En Isla Riesco, flanqueada por los canales Seno Skyring y Seno Otway, habitan 66 especies de aves junto con pumas, zorros, huemules (ciervos autóctonos) y gatos monteses, y frente a sus costas vive una colonia de 10.000 pingüinos.

En tanto, en su página web, la empresa defiende que las 1.500 hectáreas que ocupará el yacimiento Invierno suponen solo el 0,3 % de las cerca de 500.000 hectáreas de superficie de la isla. A su juicio, ello “contribuirá a una armónica convivencia entre el proyecto minero y otras actividades productivas que se desarrollen en la zona, como la ganadería y el turismo”.

En cambio, los ecologistas apuntan que el problema no solo radica en la extracción, sino también en el transporte del carbón. “Qué pasa si hay colisiones con las ballenas y delfines que llegan hasta allí, qué pasa si hay derrames de carbón en el Seno Otway”, se preguntan. El carbón será consumido por plantas termoeléctricas que se encuentran en funcionamiento o en desarrollo en diversos puntos del país y podrá ser también exportado a mercados internacionales.

Para el consorcio empresarial, Isla Riesco “es una oportunidad de abastecimiento desde fuentes chilenas”, ya que actualmente el país importa el 96 % del carbón que utiliza para producir energía. Además, advierten, en los próximos años Chile necesitará aún más carbón para hacer frente a la entrada en operación de 4.390 megavatios adicionales de generación térmica.

 

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