El género Tillandsia lo describió Linneo en honor al médico y botánico finlandés Dr. Elías Tillandz, mientras la especie Tillandsia aeranthos (del latín, “aer”= aire y  “anthos”=  flor) fue descrita por el botánico Jean Louis August Loiseleur Deslongchamps, de abreviatura Loisel.

La podemos encontrar  en bosques cálidos y húmedos y en zonas tropicales del Sur de América, pero esta variedad se adapta fácilmente a cualquier tipo de cultivo y vegetación, como pasa en las Islas Canarias,  donde también habita.

También es una planta ornamental de interior de aspecto atrayente que se desarrolla bien en las casas o en invernadero.

Es de hojas estrechas y crece en áreas lluviosas, desde el nivel del mar hasta varios cientos de metros de altitud. Los nutrientes que necesita los recolecta del aire (polvo, hojas que se caen y materia procedente de los insectos) a través de las estructuras en las hojas llamadas “tricomas”.

Son epífitas, es decir que en la naturaleza crecen sobre otras plantas, sin ser sus parásitos, generalmente en árboles o en rocas y acantilados.

La reproducción está asegurada por las plántulas llamadas “hijuelos”. Una sola planta puede tener una docena de hijuelos que pueden ser desarrollados por separado o dejados con la planta madre para formar una nueva colonia. Las raíces las utilizan sólo como simples anclajes.

Los especímenes crecen de uno en uno o en pequeñas aglomeraciones formadas por decenas de ellas. Las hojas de esta variedad son alargadas y rectas y están cubiertas por tricomas de color plateado, grisáceo, que se encargan de absorber el agua del ambiente, la forma de la hoja es triangular y las flores que produce son de un hermoso color.

Usos medicinales

Se dice que la esencia de clavel del aire depura las impurezas del cuerpo y también las de nuestra conciencia.

Se utiliza para síntomas como toxemia, pesadez estomacal, hipertensión, edemas, retención de líquidos y estreñimiento. Se menciona que sus hojas en té se consumen para engordar.

También se usa como un antiespasmódico y para las infecciones oculares.

Leyenda

“Cuentan que en tiempos de la conquista, un oficial español se había enamorado de una india, hija de un cacique calchaquí, llamada Shullca, pero era rechazado por ella cada vez que se acercaba a confiarle su amor. Despechado, comenzó entonces a perseguirla implacablemente.

Una tarde la halló sola y se acercó sigilosamente, pero ella lo vio y comenzó a correr. Llegó un momento en que al frente de la indígena sólo había un árbol algarrobo y el abismo.

Desesperada, se encaramó al árbol. Cuando él llegó le pidió buenamente que bajara, le dijo que la respetaría.

Shullca, obstinada y pensando que el joven no cumpliría su palabra, subió hasta las últimas ramas y allí quedó, meciéndose con el viento de la tarde, entre el abismo y la montaña.

El hombre trepó tras ella, sacó su puñal y la amenazó…. Menos aún pudo lograr lo que quería… Entonces, con rabia, le arrojó el arma, que se clavó en el corazón de Shullca, quien bajó los brazos, dobló la cabeza y como una paloma cayó al abismo… Tras ella cayó el oficial hispano.

Una gota de sangre de la niña alcanzó, empero, a humedecer el tronco del árbol y allí nació el primer clavel del aire, que con su fragilidad y delicadeza recuerda por siempre a la virginal Shullca”.