Su nombre común, guaraná,  es un derivado de la palabra “wara’ná”, que en tupí-guaraní significa “fruta como los ojos de las personas”. También es conocido como cupana, cacao brasileño o guaraná de Maués.

Se trata de una liana arbustiva del macizo amazónico, silvestre en las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco. Crece al abrigo de otros árboles, llegando a alcanzar varios metros de altura.

Esta planta es de tipo perenne y sus hojas son compuestas, de cinco foliolos con forma de lanzas ovales, alternas, de buen tamaño, presentando formas palmeadas.

Sus flores son pequeñas, albas y axilares, de color amarillo con tonos blanco, destacando por la gran cantidad de fragancia que poseen; son unisexuales.

Sus pequeños frutos están encapsulados en vainas que forman racimos, siendo ricos en vitaminas y estimulantes, por lo que son utilizados para consumo, principalmente como bebida; tienen cáscara amarilla, roja o anaranjada y cuando maduran dejan ver la pulpa blanca y sus semillas, de manera que parecen ojos.

Estas semillas oscuras contienen una sustancia idéntica a la cafeína, llamada guaranina, otros estimulantes y vitaminas A, B y E.

Es la planta con más contenido de cafeína que se conoce (3%- 8%), bastante superior que la del café (1% – 2%) y contiene también una buena cantidad de antioxidantes.

Los extractos jugosos del guaraná son estimulantes del sistema nervioso central por este contenido, por lo que ha sido utilizada desde tiempos inmemoriales.

El principal historiador de las culturas amazónicas, Fray Bernardino, ya en el siglo XVII escribió sobre los usos que le daban los indígenas y cómo lo preparaban.

Usos medicinales

Tradicionalmente, una vez recolectados los frutos, las semillas se separan y almacenan hasta la fermentación. En seguida son tostadas para hacer un polvo fino. Los indígenas dicen que este polvo puede curar muchas enfermedades.

Debido a su propiedad estimulante es usada para la fabricación de jarabes, barras, polvos y bebidas refrescantes y energéticas.

Se dice que activa el sistema nervioso central, favorece el sistema cardiovascular, tiene acción diurética, sirve como tratamiento para el asma, angina de pecho y trombosis coronaria, siendo efectiva para los dolores de cabeza y migrañas, además de ser útil en el tratamiento del envenenamiento por sedantes que actúan sobre el sistema nervioso central; aumenta la actividad física y mental, atenúa el cansancio y combate la depresión, es un regulador gastrointestinal, efectivo como antidiarreico y regulador del tracto, eliminando las fermentaciones y flatulencias; facilita el drenaje hepático-vesicular, disminuyendo así la tasa de colesterol; combate la fatiga, el estrés, la depresión, mejora los dolores menstruales, alivia las resacas y tiene un ligero efecto afrodisíaco.

En la Amazonia existe la costumbre de mascar guaraná para evitar la sed, el hambre y el cansancio físico y mental. Se dice que rejuvenece, ya que su efecto de mantener las arterias elásticas, con un riego sanguíneo fluido, juega un importante papel en la prevención del deterioro prematuro.

Leyenda

Los indios de la nación saterê-mawé tienen leyendas sobre el origen de la planta, una de ellas es ésta:

“En una tribu de la región amazónica (los maués) de la cultura Guaraná, había una pareja muy virtuosa, muy noble y de gran corazón. Por años había intentado tener hijos, pero no lo había logrado. Imploraron hombre y mujer a su dios Tupá y éste les premió dándoles un único hijo que resultó ser un verdadero ángel que curaba enfermos, aplacaba al enemigo y ayudaba a toda la tribu a ser feliz.

Un día, Yarupary, espíritu del mal, dios de la oscuridad, sintió envidia y aprovechándose de un momento en que el pequeño protector de los indios estaba solo, se transformó en cobra y lo mató.

Los padres lloraron mucho la pérdida del hijo, entonces imploraron nuevamente a Tupá, para que volviera a la vida la criatura. Tupá atendió la plegaria, les indicó que tomaran los ojos del niño y los enterraran en su tierra, que de ellos brotaría una planta sagrada que daría alimento y curaría males y dolencias. Así lo hicieron… Plantaron y regaron la tierra, de donde nació una planta vigorosa llamada guaraná, consagrada por Tupá, pues sería lo que prolongaría la vida de toda la tribu y de quien tomase sus granos, que al madurar en los racimos tienen forma y color que recuerdan a pequeños ojos abiertos”.