El paisaje desértico del norte de Chile se está expandiendo hacia el sur. De no frenar su avance, amenaza con llegar eventualmente a su capital, Santiago.

“[El desierto] está avanzando a una velocidad de 0,4 km por año, es decir, un poco más de un metro cada día, y de continuar a ese ritmo, hacia el año 2040, el desierto que vemos en el norte va a estar llegando a la capital”, dijo el presidente Sebastián Piñera en acto del Día Mundial de la Desertificación y la Sequía en junio pasado.

Según un informe de la Comisión Permanente sobre Recursos Hídricos, Desertificación y Sequía de la Cámara de Diputados, 47,3 millones de hectáreas – 62.3% del territorio chileno – sufren un proceso de desertificación extrema o moderada.

Factores naturales y la acción del hombre son causantes de este fenómeno, que genera una degradación de los suelos junto a la pérdida parcial o total de vegetación, lo que los deja improductivos, según el informe de la comisión.

Cerca de 1,5 millones de chilenos conviven y sufren las consecuencias de la desertificación, según el Ministerio de Agricultura.

“El cambio climático ha elevado la temperatura] en nuestro territorio, ocasionando escasez de lluvias y un prolongado periodo de sequía de más de cinco años, que ha agudizado más el problema”, explicó Pilar Cereceda, directora del Centro del Desierto de Atacama de la Universidad Católica de Chile. “[A ello se suman] prácticas agrícolas inadecuadas y persistentes, el sobrepastoreo, incendios y tala indiscriminada, que han ido agotando la fertilidad de los suelos hasta erosionarlos”.

El problema se concentra en el norte entre la región de Atacama, Coquimbo y algunas localidades interiores de la región de Valparaíso, en la zona centro.

Debido a la sequía extrema, la Dirección General de Aguas del Ministerio de Obras Públicas declaró zona de catástrofe en mayo pasado, para controlar los escasos recursos hídricos y mitigar las consecuencias de la sequía.

En tanto, de las 290 comunas ubicadas en zonas rurales de Chile, 76 presentan erosión grave por la sequía, 108 erosión moderada, 87 leve y sólo 19 localidades están libres de daño, según el Mapa de la Desertificación en Chile de la Corporación de Nacional Forestal (Conaf).

Un ejemplo es Combarbalá, comuna al interior de la región de Coquimbo de 12.800 habitantes y a 351 km al norte de Santiago, donde “la desertificación se ha apoderado de la tierra”, según Patricio Niery, encargado de protección civil y emergencias de la localidad.

Los crianceros no tienen alimento para sus animales y los agricultores, ante la falta de lluvias, tienen cada vez más dificultades para regar sus cultivos.

“Sin las dos principales fuentes de ingresos, las familias, principalmente adultos y jóvenes, están emigrando hacia otras ciudades en busca de trabajo”, agregó Niery.

Plan de forestación

Desde 2010 se está implementando el Programa de Acción Nacional de Combate a la Desertificación, en conjunto por el Ministerio del Medio Ambiente, Conaf y el Ministerio de Agricultura.

“Queremos empezar a hacer retroceder el desierto y recuperar tierras fértiles, aptas para la vida humana, esa es la gran tarea de nuestra generación”, señaló el presidente Piñera.

Una de las acciones más relevantes es el Plan de Arborización Un Chileno, Un Árbol, que busca plantar 17 millones de árboles de especies nativas al 2018.

“La forestación y creación de bosques es capaz de detener hasta cierto punto este fenómeno”, señaló Aida Baldini, gerente forestal de la Conaf. “La cobertura arbórea en la tierra permite retener el agua, hace que se infiltre y con ello se contiene la erosión del suelo”.

Hasta noviembre de 2013 se han invertido $400 millones (US$760.000) en este plan, con casi 11 millones de árboles plantados en 2,9 millones de hectáreas.

Paralelamente, el plan ha logrado rescatar la vegetación nativa de cada zona del país, evitando su extinción por la desertificación.

En la misma línea, la Corporación Nacional del Cobre de Chile (CODELCO) donó un terreno próximo a la ciudad de Santiago de 1.000 hectáreas para levantar una “muralla verde que detenga el desierto”, según Ricardo Palma, gerente general de División Andina de Codelco.

Con la asesoría de Conaf, el terreno terminó su fase preparatoria y el 2014 iniciará la plantación de algarrobos, árboles nativos y en peligro de extinción.

“Esta muralla verde de árboles podrá mejorar las condiciones atmosféricas y del aire en la ciudad de Santiago”, concluyó Palma.

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