Se interpreta (Antonio Luis Hidalgo-Capitán, Alexander Arias y Javier Ávila, 2014) esta veloz emergencia como resultado, en primer lugar, del proceso de pérdida de legitimidad de la institucionalidad del Estado ecuatoriano a fines del siglo XX. Fue fortalecida por el papel que llegaban a tener en la política ecuatoriana, las grandes organizaciones nacionales de los movimientos indigenistas. En la misma línea, recibió la contribución de un conjunto de intelectuales indígenas que, en esos años, accedieron a las universidades y desde las cuales comenzaron la investigación y difusión del contenido y orientaciones del sumak kawsay / buen vivir, que rápidamente incluyó a todo un sector de la intelectualidad académica.

Desde una perspectiva político-programática, la sociedad ecuatoriana vio la transformación del sumak kawsay / buen vivir indigenista en una propuesta de “alternativa al desarrollo”. Esto es, en un proyecto general de sociedad que surgía de la percepción de fracaso de las propuestas de desarrollo económico -“desarrollos alternativos”: Estado de bienestar, neoliberalismo, desarrollismo extractivista, desarrollo sustentable-. Esta situación se vio enriquecida por la emergencia paralela de movimientos sociales alternativos como los nuevos socialismos, los ecologismos, los postdesarrollismos, los feminismos, organizaciones urbanas, los católicos de la teología de la liberación y otros.

Sin duda la coyuntura más espectacular que mostró el sumak kawsay / buen vivir, fue su introducción como elemento de primer orden en las nuevas disposiciones constitucionales de la Asamblea Constituyente de 2008. Ello produjo una efervescencia de trabajos universitarios y periodísticos sobre el tema -la “alianza” de la academia ecuatoriana con los dirigentes indígenas-. Provocaron además el interés de intelectuales y movimientos sociales de otros países latinoamericanos, y hasta de europeos que parecieron descubrir aquí el pensamiento de un modo de alternativa para sus propias sociedades.

Al mismo tiempo, en la coyuntura de la sociedad boliviana adquiría poder social una propuesta semejante, el suma qamaña / vivir bien liderado entonces por Evo Morales, cuestión que también llegó a los artículos centrales de su nueva Constitución de 2009. Sin duda los procesos políticos paralelos y simultáneos de Ecuador y Bolivia les permitieron fortalecerse entre sí.

En cierto modo, el sumak kawsay resume lo que podríamos llamar una “filosofía de vida indígena” -su tradición ancestral, de oralidad y ritualidad-. Políticamente plantea la plurinacionalidad del país como condición del sumak kawsay; la identificación mediante la re-indigenización de las comunidades indígenas, y una restauración de la solidaridad, la generosidad y la reciprocidad de los modos comunitarios de esas economías, segùn el principio de totalidades de las “relacionalidades”.

Quizás fue este modo de irrupción lo que ha provocado toda una polémica de si el sumak kawsay fue descubierto, ha sido reconstituido, está en construcción, o hasta fue inventado. Pues sus orígenes y usos en los propios pueblos indígenas suscitan controversias. La calidad de tradición fundamentalmente oral de estos pueblos, transmitida al interior de las comunidades, hace más difícil resolver esta cuestión. Como sea parece haber un consenso en que el eje de la experiencia de esta filosofía se pone en una compleja y peculiar interpretación de la “armonía” dentro de la comunidad indígena y con lo no humano de la Naturaleza. Ella expresa un sentido de “espiritualidad” que mantiene y renueva la conexión de las sociedades con las fuerzas divinas del mundo y la Naturaleza.

El sumak kawsay no resulta precisamente una utopía, en cuanto señala tanto una aspiración ideal como la forma permanentemente restaurada de las “armonías” en la cotidianidad de la existencia en comunidad. Se está en ellas pues dicen la cosmovisión de la vida misma. Y también se procura permanecer en ellas, porque en la existencia siempre pueden ocurrir y están ocurriendo “excesos” y “desequilibrios”.

La experiencia del buen vivir / sumak kawsay en Ecuador, después de la Constituyente, ha mostrado significativos conflictos entre los gobiernos y las fuerzas populares e indigenistas. Lo mismo hemos presenciado en Bolivia –con los nuevos extractivismos estatales y los desarrollismos sin respeto por la Naturaleza y las comunidades en las selvas. Las Constituciones en ambos países han devenido textos en disputa, en el contexto de una historia aun corta.