El nombre proviene de la lengua náhuatl, Acocoxochitl, de: a-tl (agua), coco-tli (tubo) y xochitl (flor). Una especie de Dalia en particular fue la flor originaria de Aztlan. Los mexicas la denominaron xicaxochitl, al parecer derivada de xicama y xóchitl, que significa “flor de jicama”, porque la planta se reproduce por bulbos. Los españoles la llamaron jicamite y la llevaron a su reino. En Michoacán se conoce a la dalia con el nombre de charahuesa y en el estado de México como jicamiete. En Rusia y en Ucrania se la llama georgina, jorjina o georgiana. Cavanilles, quien describió por primera vez la planta, la nombró dahlia en honor al botánico sueco Andreas Dahl.

La dalia es nativa de Mesoamérica y endémica de México, país que da cobijo  a 31 especies del género Dalia y país del que es la flor nacional. Existen 43 especies de dalias, todas ellas del continente americano; la mayoría de éstas endémicas a México. Se desarrollan en altitudes que van desde los 500 hasta los 3.500 metros, prácticamente en todos los tipos de vegetación presentes en estos rangos, principalmente en los bosques de pino y encino, así como en márgenes de bosques secos y en zonas de desierto. Se distribuyen desde Chihuahua hasta Colombia.

Su cultivo se remonta a la época prehispánica; con la conquista española, las dalias fueron introducidas exitosamente en Europa, iniciando en 1818 los trabajos de mejoramiento genético que permitieron la creación de inflorescencias con diversas formas y colores; prácticamente en unos pocos años conquistó a todo el continente, siendo el centro de atención de los jardines de España, Francia, Inglaterra, Holanda, Bélgica y Suiza.

La belleza de esta flor fue reconocida en México desde los tiempos de Netzahualcóyotl y Moctezuma, quienes mandaron emisarios para que las colectaran y pusieran en sus famosos jardines del Tezcutzingo y Oaxtepec, como así lo atestiguan varios petroglifos de la zona de Xochimilco (actualmente ubicados en el Museo Arqueológico de Xochimilco) y el códice De la Cruz-Badiano (1582), en el que aparece una planta  denominada cohuanenepilli, que formaba parte de una medicina para destapar el conducto de la orina.

Según los escritos de Hernán Cortés, la dalia era un cultivo habitual del pueblo azteca.  Cuando por primera vez fueron llevadas a España, eran simples, con un disco grueso, de color amarillo y rayas escarlata; bajo cultivo fueron producidas las flores de numerosos matices,  pero sobre todo fue modificada la flor, de plana que era en estado silvestre pasó a una forma tubular o rellena. Posee raíces en forma de camotes, comestibles y medicinales; sus flores, en forma de capítulos, con pétalos que llegan a ser más de 500 por flor, de tamaños que van desde seis a 30 centímetros de diámetro y una gama que cubre todo el espectro de colores, incluyendo los bicolores y variados, excepto el azul y verde.

Usos

Ornamental, alimenticio, medicinal y ceremonial. Se utiliza contra la tos, como tónico, diurético y también contra los cólicos, ayuda a prevenir la obesidad y la diabetes (contiene inulina, que propicia que el nivel de la glucosa se mantenga en su nivel óptimo), tiene también propiedades  diuréticas y sudoríparas, ayuda a eliminar gases y son usadas en dermatología frente a enfermedades eruptivas

En la alimentación, sus pétalos y bulbos son excelentes en la preparación de platillos como  tacos, sopa, agua de frutas o para café , e infinidad de guisos; con sus pétalos y tubérculos se elaboran tostadas, mientras el bulbo se cocina como si fuera papa, con huevo, chorizo, chicharrón, arroz, pasta, etc.

También se utilizaban en tiempos prehispánicos para adornar templos y casas durante los rituales, sirviendo de inspiración para crear vasijas o elaborar collares;  sus pétalos eran útiles como tintes naturales para las prendas de algodón, realizándose con ellos mezclas aromáticas. Los tallos de la Dhalia imperialis, gruesos y fuertes como los del bambú, se usaban para canalizar el agua hasta los poblados.

“Presagio” de amor

Es tanta la fascinación por las dalias que se las emplea en cuestiones amorosas, atribuyéndoles el extraño significado simbólico de “presagio” y, por ello, se cree que enviar un ramillete de dalias deja sobreentendida la proximidad de un alegre suceso. Para los enamorados obsequiar esta flor es como un anticipo de una declaración de amor.