Se conocen cerca de cincuenta especies de Cattleya, todas ellas propias de las zonas tropicales de América. Por la vistosidad, el tamaño de sus flores y la facilidad de cruzamiento con especies afines, varias de ellas se han propagado y se cultivan en diversos países. Originalmente fueron muy abundantes en las zonas de clima cálido y medio, pero cada vez son más escasas en su medio natural, estando en peligro de extinción por destrucción de su hábitat.
El nombre Cattleya (compuesto entre 40 y 60 especies oriundas de América Central y Suramérica) fue puesto en 1824 por J. Lindley en honor del horticultor inglés William Cattley, quien se distinguió por recolectar plantas raras y coleccionar orquídeas en sus invernaderos, y el de Trianae está dedicado al máximo representante y más destacado botánico colombiano, José Jerónimo Triana.
Es una orquídea de hábito epífito (crece sobre los árboles sin alimentarse de éstos) con una variedad enorme de formas y colores. Hay ejemplares desde el blanco puro y luego una gama de semialbas, rosa claro, hasta colores muy oscuros y con manchas en los pétalos. Sus flores son marcadamente irregulares y con los órganos sexuales fusionados, donde los estambres y el pistilo se forman sobre la columna, que es una prolongación del eje. Los tres sépalos generalmente son iguales y su apariencia es similar a la de los pétalos; los dos pétalos laterales son menores en tanto que el tercero, denominado “labelo”, es mayor y más vistoso. Otra característica importante es la de que no liberan el polen, sino que forman masas, llamadas “polinios”, que se adhieren al lomo de algunos insectos para su dispersión. Se trata de un mecanismo muy avanzado que implica una evolución paralela entre las orquídeas y los insectos que las visitan.
Usos y propiedades medicinales
Desde tiempos remotos las orquídeas han sido utilizadas por distintos pueblos con fines ornamentales y medicinales. Los primeros en cultivarlas fueron los chinos, aproximadamente desde el año 500 a. C., mientras ya en el siglo V los griegos las empleaban con fines medicinales. En América, los aztecas las utilizaban como especias, plantas medicinales y alimenticias y para ornamentación, siendo una de las orquídeas más empleadas por este pueblo la popular vainilla («tlilxóchitl» en náhuatl), llevada a Europa por los conquistadores españoles a principios del siglo XVI.
Una serie de circunstancias y de leyendas le fueron dando esas propiedades medicinales, sobre todo las afrodisíacas. Antiguamente se sustentó mucho el conocimiento de “la acción de los símiles”, es decir que si una planta tenía una forma similar a tal o cual objeto servía para lo que tenía que ver con ese objeto; en ese sentido, las orquídeas europeas mediterráneas fueron las primeras descritas, teniendo unos tubérculos radiculares que se asemejan a parte de los órganos sexuales masculinos, tomando por eso de el nombre de “orqui”, que significa testículo, por lo que se lo asoció a lo sexual y afrodisíaco.
Su uso en la anticoncepción estuvo siempre muy difundido, así como para prevenir el riesgo de aborto, pero también como antitusígeno, desinfectante de heridas, anticonvulsivo, antiinflamatorio, para quemaduras, bajar la fiebre y como nutriente.
A pesar de la gran diversidad de la familia, pocas orquídeas son cultivadas por otra razón que no sea la belleza de sus flores, siendo sus pétalos utilizados en perfumería y para aceites esenciales en aromaterapia, paisajismo y ornamentación, o con fines culinarios.
El hijo de un fauno y una ninfa, conocido como Orchis, durante las festividades en honor al dios Baco bebió en exceso y, en estado de ebriedad, cometió un pecado imperdonable: hizo el amor a una sacerdotisa.
Esa acción le valió el peor castigo de los dioses: la muerte.
Llenos de dolor, sus padres suplicaron a los dioses que le devolvieran a su hijo… Éstos accedieron a condición de que Orchis, en su vida futura, proporcionara satisfacción a los hombres.
Así fue como Orchis terminó transformado en orquídea y, por lo tanto, los antiguos griegos le atribuían a estas flores los poderes eróticos del difunto, por lo que comían sus pétalos.
Desde este momento, aquellos que desean conquistar a una mujer suelen regalarle un ramo de orquídeas de las que surge una pasión incontenible…
No está muy claro si su maravilloso efecto se debe a su delicioso aroma, a su extraña y exótica forma o simplemente a una leyenda…
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