hucha.Sin embargo, más de la mitad de la población reconoce no saber el destino de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y sólo el 2% afirma tener conocimiento de donde va a parar su dinero. En este sentido, apuestan sus autoras, Kattya Cascante y Erika Rodríguez, por una integración de la Educación para el Desarrollo en la educación formal de los jóvenes españoles por las instituciones educativas. “Con la Ley Wert se eliminó la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que era la única posibilidad que los alumnos tenían de formarse sobre cooperación internacional para el desarrollo”.

Asimismo, en un artículo de las autoras del informe publicado en El País, destacan la “paradoja”: mientras el 23% de los españoles que considera “no poder permitirse ayudar” a los países pobres frente al 18% de la media europea (y convertirse en el país en el que más ha crecido el rechazo a aumentar los niveles de ayuda), ante la pregunta sobre qué es lo que todavía considera muy importante el ciudadano, un 88% de los españoles responde “ayudar a las personas en los países en desarrollo”.

En cuanto a la implicación del Gobierno, las autoras denuncian su falta de interés y critican que desde el Gobierno se sigan produciendo recortes en ayuda y que estos se consideren como imprescindibles para mantener el Estado de Bienestar, informa Público. De hecho, informan, los presupuestos destinados a cooperación han descendido un 22% desde 2012.

En el mismo artículo, las autoras destacan que “ante la obligación no solo de sobrevivir, sino de culminar procesos iniciados que involucran a terceros, las ONGD han iniciado un proceso de cambio”. Uno de los más significativos es la desaparición de las organizaciones más vulnerables, por su tamaño pequeño y su alta dependencia de fondos públicos. Lamentablemente, “se suprimen ONGD necesarias que, por sus características, desarrollaban un trabajo de mayor proximidad y sensibilización con y para la sociedad a nivel local”. Asimismo, hablan de fusiones y de la externalización de competencias. Todo ello, no deja de ser una reducción del tejido social solidario en nuestro país, que, según ellas, significa “rechazar que estamos en un mundo globalizado, con problemas globales y acomodarnos en otra manera de mirar a la pobreza y de aceptar la desigualdad en vez de combatirla”.

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