Cuando se le solicita a la gente que plante un árbol, pocos se entusiasman y la mayoría lo ve difícil. Sin embargo, si nos detuviéramos a contar todos los árboles que se decoran para la fiesta navideña en el mundo, podríamos visualizar un bosque infinito. Pero además, si comparamos los costos en tiempo y recursos económicos, veríamos que es superior en comparación con lo que se necesita para tener un árbol de verdad, plantado y vivo.
Se calcula que podrían ser novecientos millones de casas en el mundo que decoran un árbol navideño (sin contar oficinas, tiendas y espacios públicos), de los cuales una parte es árbol talado de plantaciones de bosques para esta fiesta y la otra parte son árboles de plástico. En ambos casos son árboles contaminantes, los de plástico por el material y la huella ecológica negativa que deja su fabricación y los naturales, porque al cortarlos liberan el dióxido de carbono que capturan en la denominada purificación del aire y también dejan de regular los vientos, producir agua, albergar especies animales y de dar sus otros “servicios ambientales” (denominación mercantil).
Ya es por demás sabido que las fiestas de fin de año extralimitan su contaminación con la correspondiente contribución al calentamiento global, pero particularmente la figura del árbol es un ícono confuso que no se sabe qué representa pero que conlleva esa sobrecarga cultural estrambótica e indecisa, donde el árbol queda tan asfixiado como el planeta mismo.
La cifra de 900 millones de árboles navideños decorados son más del doble del cálculo que se tiene de árboles que existen en la Amazonía, que es uno de los bosques más grandes del planeta y por eso uno de sus pulmones vitales, donde se tienen 390 millones de árboles aproximadamente, aunque hay expertos que discuten esta cuantificación debido a que aún hay especies no catalogadas.
Lo que hace la humanidad cuando realmente quiere es espectacular, decorar en un mes de fiesta navideña 900 millones de árboles es monumental, por lo tanto nadie debería decir que no puede plantar un árbol de verdad en toda su vida.
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