Uno de los objetivos es reducir la radiación solar directa mediante la dispersión en la atmósfera de partículas reflectantes de óxidos metálicos por medios aéreos. Se obtendría así un escudo solar en el que los rayos del sol rebotarían de nuevo al espacio. Esto afectaría directamente a la fotosíntesis, a la humedad y por lo tanto a la producción agrícola, pero también a la salud pública por la contaminación del aire y de toda la cadena alimentaria.

La sociedad civil europea denunció estos hechos ante el Parlamento Europeo cursando una petición para una investigación independiente que ha sido admitida a trámite.

Considerando la importancia y gravedad del tema, la asociación española Terra SOS-tenible que lideró la agrupación de plataformas cívicas en 17 países europeos contrarias a estas prácticas, y promovió las iniciativas en el Parlamento Europeo, ha puesto en marcha una campaña de cara a las elecciones celebradas ayer, para informar a todos los candidatos y recabar su apoyo a la futura investigación mediante una carta abierta. La respuesta ha sido nula. Esta campaña que se ha ampliado a otros países de la Unión ha tenido más aceptación habiendo recibido respuesta positiva directamente de algunos candidatos.

Desconocemos las razones de tanto desinterés por parte de los partidos españoles y esperamos que en el futuro sean más receptivos a los graves problemas generados por estos programas, que se están llevando a cabo sin el conocimiento ni el consentimiento de los ciudadanos y en el desprecio más absoluto del principio de precaución. Afectando no solo a la economía sino, y sobre todo, a la salud pública. No se puede pretender defender los intereses de la ciudadanía e ignorar que las tecnologías de modificación climática tienen más de 60 años de historia documentada, en generación de sequías y diluvios entre otras cosas. Y que en España nos afectan muy directamente: la sequía del Levante y de zonas de la meseta, o las inundaciones de la zona cantábrica, coinciden con el patrón de fumigaciones aéreas que se ejecuta en España de manera cada vez más intensa, en el marco de la geoingeniería, cuyos precedentes se remontan a 1979.

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