La Conferencia de Berlín centró el análisis en la problemática de las grandes aglomeraciones urbanas, parte de la constatación de la urbanización exponencial del planeta y de la consolidación y expansión de un numeroso grupo de megalópolis. En ellas se está jugando en buena medida el futuro de nuestra especie humana.
La cuestión urbana en el tercer milenio:
La X Biennale de Arquitectura de Venecia, celebrada el pasado mes de septiembre, puso su atención en la cuestión de la ciudad que emerge como consecuencia de la globalización. Esta edición se sumerge en el tema de Ciudad, Arquitectura y Sociedad. Cincuenta iniciativas que analizaron los procesos de transformación en áreas urbanas, particularmente de las más grandes que denominamos megaciudades. Según su director Richard Burdett para “ilustrar la diversidad, el dinamismo y complejidad del ser humano” se analizaron 16 ciudades: Berlín, El Cairo, Caracas, México, Estambul, Johannesburgo, Londres, Los Ángeles, Milán-Turín, Mumbai, Nueva York, Bogotá, Sao Paulo, Shangai, Tokio y Barcelona. En este caso la orientación de la muestra se centra en las relaciones entre los arquetipos de arquitectura y las formas de sociedad que los habitan. Para afrontar los problemas que se generan en estos nuevos entornos urbanos se requieren conocimientos holísticos (aquellos que contemplen al mismo tiempo aspectos técnicos, sociales y administrativos) capaces de brindar posibles soluciones. La exhibición se orientó hacia criterios de sostenibilidad ambiental, de desarrollo de los sistemas de transporte públicos, y en general, hacia la coordinación y búsqueda de caminos de interrelación en el modo de concebir, producir y gestionar el espacio urbano. Fue una exhibición que acentuó la sociología urbana por encima de la arquitectura.
Asimismo el informe “Estado del Mundo 2007: Nuestro futuro urbano”, elaborado por el Instituto Worldwatch, refleja que durante este año por primera vez en la historia del hombre la mayoría de la población mundial habitará núcleos urbanos. Lo relevante del informe es que el crecimiento se prevé en los asentamientos de los países en desarrollo, de modo que serán los suburbios de estas ciudades los que recibirán la mayor parte de los nuevos habitantes. Según el Programa de Naciones Unidas para el Hábitat (PNUH) en el 2030, los ciudadanos serán 5.000 millones y representarán el 60% de la población mundial, y este enorme crecimiento lo absorberán en un 95% los países pobres. Como ya se ha señalado esta distribución será asimétrica. Tokio con alrededor de 27 millones actualmente, la única metaciudad (superior a 20 millones de habitantes), o Paris permanecerán relativamente estables; mientras que Mumbai pasará de 18 a 22 millones y Shangai de 14,5 a 17 millones.
Hay que considerar que la superficie que ocupa lo urbanizado representa un 0,4% del total terrestre
Se hace imprescindible reflexionar sobre cómo queremos que sean las ciudades dentro de 25 años, únicamente para garantizar que el planeta en el que habitamos sea entonces viable. La urbanización, señala el PNUH, se ha vuelto sinónimo de formación de suburbios (barriadas que denominamos chabolas en Madrid; favelas en Sao Paulo; iskwaters en Manila…). Un tercio de los 3.000 millones de urbanitas viven en estos barrios, áreas donde no se garantizan las necesidades básicas como viviendas duraderas, suministros de agua potable, electricidad y saneamiento. En el año 2030 serán ya 1.500 millones los urbanos pobres (un 20% de la población mundial prevista para esa fecha). Se seguirá generando una huella profunda en la salud y en la calidad del medio ambiente para aquellos que inexorablemente se hallarán en esas condiciones.
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La muestra de fotografías Bidonville Cities, ideada y desarrollada por el fotógrafo Giuliano Matteucci, es el retrato de la tragedia de la urbanización de la pobreza. La tragedia masiva de la chabola, de seguir a este ritmo, inundará las nuevas megaciudades. Este proyecto que sigue todavía vivo con la ayuda del Ayuntamiento de Roma convierte a los propios habitantes de estos infra-lugares en sus propios fotógrafos. Realizan autorretratos de la realidad que les circunda desde el propio ojo del huracán. La intimidad y el drama de sus realidades aparecen entonces reflejadas en las imágenes que se han seleccionado para la exposición. El papel de la fotografía como narradora de los secretos urbanos también se plasmó en la exposición “C on cities”, organizada por la revista “C Photo Magazine”, en el Pabellón de Italia de la X Biennale de Venecia, de la que extraemos una para este artículo del Gran Shangai.
Los políticos o gobernantes deben responsabilizarse en sus propias ciudades de esta realidad, tomar conciencia de que sin infraestructuras básicas (agua, electricidad, saneamiento – aquellas que pueden asegurar higiene elemental; y los accesos y transportes- aquellas que facilitan la movilidad a los puestos de trabajo) para todos no se construye ni ciudad ni comunidad alguna. Hay que trabajar en la concepción de estructuras espaciales que acierten en la localización de los equipamientos, los empleos y los servicios; una organización que determine adecuadamente el número y la longitud del desplazamiento de los ciudadanos (para evitar reproducir situaciones donde el trabajador pasa un tercio de su jornada laboral para ir y volver de su trabajo).
Conviene aliviar la crisis climática haciendo las urbes más sostenibles. Hay que considerar que la superficie que ocupa lo urbanizado representa un 0,4% del total terrestre, y éstas generan el grueso de las emisiones de anhídrido carbónico. En este tema es interesante remarcar experiencias piloto innovadoras, como la ciudad de Dongtan en China proyectada para el 2010 que pretende ser totalmente ecológica; o el caso del barrio BedZED situado en el extrarradio de Londres que quiere ser autosuficiente energéticamente y en consumo de agua; el caso de Bogotá en Colombia, con una población de más de 7 millones de habitantes, que ya cuenta con un metro de superficie (un transporte más rápido y barato que el metro tradicional), siguiendo el ejemplo de Curitiba en Brasil.
Vancouver acogerá de nuevo, treinta años después de la primera conferencia mundial sobre desarrollo urbano, el próximo 19 de junio el encuentro de World Urban Forum. Hoy está considerada como la urbe más visible del planeta de entre 127 ciudades de acuerdo al Economist Intelligence Unit. Sus 550.000 habitantes disfrutan de sostenibilidad ecológica, eficientes infraestructuras, riqueza cultural, fácil acceso a bienes y servicios, todo ello dentro de una combinación de multiculturalismo.
Megaciudades:
Antes del XIX sólo la Roma antigua contó con más de un millón de habitantes, Londres en el año 1820 se convirtió en la primera ciudad moderna con una población de más de un millón de ciudadanos. Hoy ya son 414 las ciudades que superan esa cifra y el proceso urbanizador nos llevará a la cifra de 33 urbes con al menos 8 millones de residentes en 2015. De éstas 21 tendrán que lidiar con el aumento del nivel del mar como consecuencia del
calentamiento global.
La cuestión urbana concierne ya a los países, del Norte o del Sur, porque aquellos que no puedan instalarse en sus propias ciudades buscarán por todos los medios sobrevivir en otros (de más está recordar las singladuras desde el norte de
África por el Estrecho de Gibraltar hacia la próspera España). Se espera que la población humana alcance los 9.000 millones en 2042, la mayoría de los cuales vivirán en densas zonas urbanas.
La megaciudad se adapta a la arquitectura del maquinismo que representa el nuevo orden espiritual de la película de Blade Runner, la distopía como la negación de la utopía. Priman los edificios en forma de pirámide truncada con ascensores cremallera que representan al mito civilizatorio de Babel como símbolo del poder humano de elevarse hacia lo cósmico. Esta arquitectura está muy próxima a la de las ciudades del oriente, como es el caso de las ciudades japonesas de Tokio y Osaka o de Shangai. La variopinta iluminación de los rótulos publicitarios de una sociedad mercantilizada, los claros oscuros y las luces esteroscópicas inundan un mundo de transparencias. En esa ciudad inmensamente poblada existe un conflicto entre la ciudad superior, donde viven los creadores y en cierta forma el poder, y la ciudad inferior donde viven los desheredados. Este conflicto es espacial y simbólico: es un conflicto humano donde se entremezclan aspectos de la tecnología, la economía, la política, la sociología y el urbanismo.
Frente a la ciudad ilustrada de los albores del pasado siglo, en los inicios del nuestro se piensa en la ciudad vertical o edificio-ciudad. Interminables torres de vidrio que colonizarán el cielo
La megaciudad que se nos dibuja aparece como una conglomeración de vidas hacinadas. La paradoja se produce cuando a pesar de la cercanía del homo urbanus se afianza la idea de una sociedad de seres solitarios. Existen metrópolis donde hasta el 40% de sus ciudadanos son personas solitarias. La conquista del espacio por el tiempo destruye el tejido comunitario. Nuestra realidad y nuestra espacialidad ha sido absorbida por un tiempo que totaliza al vivir al instante. Desaparece la comunicación y con ella la interrelación entre los ciudadanos, que se relacionan ya a través del nuevo lenguaje de los signos.
Estas metrópolis generan los llamados cinturones de miseria, el llamado chabolismo. En contraposición a lo anterior están las palabras de Carles Carreras, catedrático del Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona cuando reflexiona sobre el tema: ”En una favela, las relaciones sociales son mucho más estrechas, surge una red de solidaridad que hace la vida menos alienante. La relación con una naturaleza más cercana y más libre, que no tiene por qué ser siempre hostil, también es un factor positivo. En cambio, el traslado a un cierto tipo de urbanización lo único que produce es un corte de relaciones que nunca llegará a sustituirse con otras”.
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La ciudad que queremos:
El gran proyecto de la ciudad moderna, sobretodo en el periodo de entreguerras (entre los años quince y cuarenta del pasado siglo), era un proyecto de investigación de la ciudad ideal. Un proyecto ilustrado que se ha visto truncado por la mercantilización del valor de la tierra que ha derivado en la más pura especulación. De la ciudad soñada en los planos del proyecto moderno, en palabras de Antonio Fernández Alba, “…nace una cierta lectura más que melancólica, nostálgica. De lo que pudo ser y no ha sido…”.
Existen también hoy iniciativas que proyectan nuevas ciudades del futuro como la de Vema en Italia, situada entre Verona y Mantova, de la que adjuntamos dos perspectivas. El arquitecto Franco Purini y 20 estudios de jóvenes arquitectos han presentado en el Pabellón italiano de la X Muestra Internacional de Arquitectura de la Biennale de Venecia, una urbe para 50.000 habitantes como modelo de una ciudad de relativa alta densidad. Una ciudad que definen como ecológica, sostenible y bella; una mirada hacia las emociones y calidad de vida de las mejores áreas urbanas de las que dispone la culta Italia.
Frente a la ciudad ilustrada de los albores del pasado siglo, en los inicios del nuestro se piensa en la ciudad vertical o edificio-ciudad. Interminables torres de vidrio que colonizarán el cielo. Un proyecto imaginado para Shangai en medio del mar con sello nacional es la llamada “torre biónica” (lo biónico que postula que “la naturaleza lo hizo antes y mejor”) de los arquitectos Cervera y Pioz. Una torre para albergar 100.000 personas, que aspira a los 1.228 m. de altura, en un hábitat también bioclimático y ecológico. Actualmente la torre en construcción más alta del mundo está situada en Dubai, la torre Burj Dubai, una ciudad que ya se eleva por encima de los 800 m. Casas por todo lo alto. Es la sublimación de la ciudad cristalina, el sueño de tocar el cielo.¿Es ésta la ciudad que queremos?.