Erase una vez, un señor llamado Ángel que no cuidaba el planeta. No reciclaba ni ayudaba a las personas mayores y robaba en casas.
Todo el mundo y los niños le llamaban gruñón y le odiaban.
Un día por la noche no pudo dormir porque oía a un niño llorar; él intentó ignorar esas voces pero no pudo porque le dolía la cabeza.
Así que se levanto y salió a la calle en busca de ese niño, anduvo calles y calles y seguía escuchando voces y lloros.
Ángel pensó que se estaba volviendo loco.
Hasta que encontró a un niño pequeño con ropa sucia tumbado en el suelo llorando. Intentó calmarle y el niño le dijo que tenía hambre y que había perdido a su madre.
Ángel intentó no hacerle caso pero no pudo. Al final le ayudó y la encontró.
Cuando por fin estaba dispuesto a irse a la cama y dormir, oyó otra vez lloros y gritos. Él, ya cansado, decidió intentar salir otra vez a la calle en busca de esas voces y vio a un perro con la pata mal en el suelo llorando, y se dio cuenta de que tenía la pata mal por haberse clavado una botella rota; esa botella fue la misma que Ángel tiró al suelo la mañana pasada.
Sintió lástima por primera vez, y se gastó todo el dinero para pagarle el veterinario de 24 horas. De camino a casa se dio cuenta de que muchas personas sufrían por su culpa y decidió limpiar todo el pueblo antes del amanecer.
Se pasó toda la noche ayudando a personas, y limpiando las calles. Al amanecer todo el pueblo se sorprendió al ver todo limpio, desde ese día Ángel cambió y todo el pueblo fue su amigo.
En un mundo limpio y con buenas personas, todos somos felices.
Nora Elfen Lasri 4º Primaria.Colegio Luis Cernuda (Madrid) España
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