¿Cómo ha afectado la crisis económica a la posición que tenía la Responsabilidad Social en las empresas?

Esta pregunta, y sus respuestas, marcarán uno de los grupos de trabajo del Conama 10 en el que además se hablará de las posibilidades que ofrece aplicar verdaderas políticas de RSE como herramienta para ser más competitivos en un entorno empresarial tan complicado como el actual. La adopción de estas medidas tomadas por parte de la propia dirección parece ser parte de la solución a algunos errores del pasado. Sin embargo, aún son muchas las empresas que la siguen utilizando como una forma de ‘maquillarse’, según avanza el grupo de trabajo.

“Entendemos que, hasta ahora, en lo que se refiere a España, la evolución de la RSE ha sido más bien cosmética, siguiendo una estrategia reactiva enfocada al cumplimento y la supervivencia. Si continuamos por este camino, la RSE aportará cada vez menos valor y pasará a ser un mero ejercicio de ‘reporting’, quizás regulado, pero alejado del objetivo principal, que es el desarrollo sostenible”, explica el profesor de finanzas de la universidad de Santiago de Compostela y coordinador de este grupo de trabajo, Juan Piñeiro. 

Y es que, según explica el experto, la RSE y la apuesta empresarial por un desarrollo sostenible no debe ser entendido por las empresas como una partida de gasto sino como una creación de valor sostenido: “En algunos casos empresariales el medio ambiente hay que verlo en términos coste – beneficio”. Un ejemplo claro en este sentido puede ser el vertido de BP en el golfo de México.

La vía que propone el grupo de trabajo que publicará sus conclusiones en el próximo Conama pasa, por el contrario, por la inversión cada vez más activa en políticas de RSE. “Aquellas empresas que invierten en ella controlan mejor todos sus riesgos: el riesgo económico, el financiero, el social, el reputacional y el medioambiental”, y esto acaba haciendo que la empresa sea más competitiva frente al resto. 

Vistos los beneficios de todo tipo de estas políticas, ¿por qué no regularlo? Piñeiro no cree que la solución pase por la imposición de leyes: “Se necesita pro acción por parte de las corporaciones. Desde el Gobierno se puede instar, impulsar, pero no obligar, ya que no se pude nunca olvidar el carácter de revelación voluntaria de información que subyace en la RSE. Las empresas deben, por tanto, actuar a favor del desarrollo sostenible como apuesta estratégica”. 

La reciente aprobación de la ISO 26000 sobre Responsabilidad Social, la norma SG21, el nuevo GRI3 o las líneas directrices de la OCDE para el Buen Gobierno de las Empresas Multinacionales son la prueba de que algo se está moviendo en el plano internacional, pero en España aún estamos lejos de otros países como puede ser el Reino Unido. Así lo constata el hecho de que en 2009 sólo el 55% de las empresas del Ibex 35 contara con un plan de RSE definido y aprobado al máximo nivel, según el último informe sobre la materia publicado en España por la fundación Alternativas. 

En este sentido, el coordinador del grupo y experto en la materia recalca: “La RSE no es presentar una memoria ni tampoco debe entenderse como una mera herramienta de comunicación. La RSE no es invertir de forma filantrópica y nada más. Es aplicar una metodología de creación de valor a través de indicadores medioambientales, sociales (informar de forma transparente de casos de ‘mobbing’ o acoso), y económicos.”, la RSE es, en definitiva, actuar de dentro a fuera, desde la organización al mercado con inteligencia ecológica.

Conama10.es