Cuando llegan los policías y revisan el interior del vehículo encuentra un mazo de hojalatero, también manchado de sangre y debajo del asiento delantero un bolso de mujer con unas 280 pesetas, artículos de tocador, un guante y una cartilla de racionamiento a nombre de Carmen Broto Buil, además de una fotografía donde aparecía ella junto a una amiga suya y dos caballeros. Pero no solo había sangre en el vehículo, un copioso reguero les llevó hasta un huerto, en él hallaron una pala también manchada de sangre que les condujo a una caseta, donde enterrada bajo medio metro de tierra estaba el cuerpo de una joven rubia con la cara desfigurada, vestida de terciopelo, medias de gasa y zapatos de tacón, envuelta en un caro abrigo de astracán.
María del Carmen Brotons Buil, había nacido en Casa Pardina perteneciente al pueblo de Guaso, provincia de Huesca, en 1922, siendo adolescente cuando la guerra civil llegó a su pueblo fue violada por los soldados que lo ocuparon. Acabada la contienda emigró a Barcelona entrando como sirvienta en una casa del barrio de Gracia. Por su porte esbelto y alto y su belleza, alguien le insinuó que podría ganar mucho dinero vendiendo su cuerpo. Ambiciosa, Carmen pasó a caminar por el barrio chino a la caza de clientes. Tras varias redadas dejó la calle entrando a trabajar en un burdel llamado “la Carola”, de donde paso a otros, cada vez con una clientela más selecta, acabando por ser la acompañante de los más altos prohombres de la sociedad barcelonesa.
Había acortado su apellido, Broto, estilizado su figura con un ajustado vestido y teñido su cabello de rubio platino, convirtiéndose en un mito erótico del brazo de Juan Martínez Penas, dueño del teatro Tívoli, mientras pasa por ser su querida, tapadera necesaria ya que él era homosexual, algo prohibido por la dictadura de Franco. Frecuentaba la cafetería Alaska en la calle Padre Claret, haciendo amistad con la cúpula policial que visitaba el local. Partidaria declarada del Caudillo, se le abrieron muchas puertas en una sociedad donde la fidelidad al régimen era una garantía. Joven, hermosa y espectacular provocaba el deseo de los hombres que atraídos por su belleza caían entre sus brazos, sobre todo si su cartera era poderosa, convirtiéndose en la Reina de la Noche.
A ella se acercaron hombres como Ramon Pané quien le puso un piso en la calle Aribau 139, en el mismo edificio en el que él vivía, llamado popularmente la “catedral de la leche”, tanto por su diseño característico como por la cantidad de mantenidas que vivían en él. Otro de sus amantes era Julio Muñoz Ramonet, dueño con su hermano Álvaro de los almacenes “El Águila” y “El Siglo”, así como del monopolio del algodón. Era conocido en los bajos fondos como “el Rey del Estraperlo (contrabando)”, además estaba casado con Carmen Villalonga, la hija del presidente del Banco Popular. Muñoz sucumbe ante la espectacular belleza de la joven Carmen, le compra un piso en la calle Padre Claret, pasando a ser su mantenida. En este momento Carmen lo tenía todo, los hombres que frecuentaba le regalaban joyas, vestidos y dinero, llegó a convertirse en Madame de jóvenes que como ella que venían a Barcelona intentando salir de la miseria. Conocida en los ambientes de alterne nocturno de Barcelona como “cascabelito”, gracias a un tango de la época.
Pero Carmen no se relacionaba solo con hombres ricos, también frecuentaba otros menos pudientes. Jesús Navarro Manau, era un personaje de los bajos fondos que traficaba con cocaína y mantenido por diversos clientes entre ellos el pianista Eusebio López Sert, pero para Carmen, Jesús era sobre todo un hombre guapo y atractivo. Pero Jesús tenía una relación con Pepita Esteve, hija de una familia acomodada a la que había dejado embarazada acordando ambos casarse e irse a Mallorca a vivir, al saberse esto se produjo una inmediata reducción de su economía pues enterados sus clientes le fueron retirando las asignaciones que le pagaban.
Aquí entra en liza el padre de Jesús, Jesús Navarro Gurrea, un ladrón de poca monta, especialista en abrir pisos y cajas fuertes, lo que se conoce en la jerga como un “espadista”, y que había intentado redimirse abriendo una cerrajería. Enterado de la situación, fue su padre el que le aconsejó robar las joyas de su amiga Carmen, joyas que tenían un valor aproximado de 50.000 ptas. El golpe consistiría en salir de fiesta, emborracharla, matarla, borrar todas las huellas y su rastro enterrando el cadáver en un huerto que tenía su padre en la calle Legalidad, para ello necesitaban la colaboración de Jaime Viñas, amigo íntimo de Jesús hijo y empleado de su padre.
Jesús, llama a Carmen, le cuenta lo ocurrido con Pepita y que habían decidido casarse y trasladarse a Mallorca, por lo que le propone salir una última noche como despedida. Carmen acepta aunque a regañadientes pues tenía una cita previa con Martínez Penas para cenar e ir al cine Metropol, donde a las 22:30 se proyectaba “Alma en suplicio” película de ese año, protagonizada por Joan Crawford, que consiguió el Oscar a la mejor actriz por su actuación.
El 10 de enero de 1949 Carmen, junto con Martínez Penas y la corista austriaca Bettina de Lys, salen a cenar y después al cine, tras el cine la fiesta continua en la “Parrilla del Ritz”. Alrededor de la una de la madrugada Martínez Penas la deja en su casa, pero enfrente, junto al bar Alaska un coche la estaba esperando, dentro estaban Jesús Navarro y Jaime Viñas, juntos comenzaron a recorrer diversos locales bebiendo sin parar para según el plan establecido emborrachar a Carmen, pero esto no era tarea fácil.
Carmen estaba acostumbrada a alternar diariamente y aguantaba bien la bebida. Ambos cómplices comenzaban a impacientarse, entonces mientras circulaban por las inmediaciones del Hospital Clínico Viñas, Jaime considero que ya era hora, situado detrás de Carmen que ocupaba el asiento del copiloto la golpeo en la cabeza con la maza que tenía escondida, pero quizás por el efecto del alcohol, su inexperiencia o el movimiento del vehículo hicieron que el ataque no fuera preciso. Carmen se protegió de los golpes echándose encima de Jesús que conducía y que perdió el control del coche chocando contra los que estaban aparcados y terminando por detenerse delante de la puerta del hospital. Carmen intento pedir auxilio saliendo del automóvil, pero no pudo articular palabra siendo introducida de nuevo por ambos asesinos en el coche, el vigilante del hospital que salió a ver que ocurría se encontró con la extraña escena, pero ambos compinches le convencieron de que la chica había bebido demasiado y se encontraba indispuesta con lo que la acompañarían a su casa y continuaron su camino.
En el huerto Jesús Navarro Gurrea les esperaba impaciente, Carmen chorreando sangre es sacada del coche y arrastrada hasta la caseta del huerto dejando un rastro, arrojan el cuerpo de Carmen en el hoyo que ha hecho Jesús, padre. Entonces surgen las dudas, es posible que Carmen aún no este muerta, con la misma pala que ha cavado el agujero Jesús padre, golpea fuertemente sin compasión la cabeza de Carmen, su preciosa melena rubia se tiñe de rojo. Acto seguido le quitan las joyas y mientras Jesús padre, la cubre de tierra los otros dos comienzan a borrar sus huellas, Viñas se dispone a limpiar la sangre de la calzada y Jesús hijo, se dirige al coche para llevarlo a un lugar más discreto donde limpiarlo, todo va según lo planeado.
Jesús introduce la llave en el contacto he intenta arrancar el Ford Sedan, pero el motor de este gira sin arrancar una y otra vez, cuando de pronto suena una detonación, lo que ocurrió es que el frío de la noche invernal acabó afectado a las válvulas que terminan explotando. Aturdidos por la explosión y escuchando los silbatos de los serenos, los asesinos huyen del lugar dejando la escena del crimen sin limpiar.
Una vez personada la policía, da aviso al juzgado de guardia y a los bomberos que derriban la caseta y excavan el suelo removido apareciendo el cadáver de Carmen. La investigación comienza a dar resultados muy pronto, la policía averigua que el vehículo abandonado había sido alquilado el día anterior por Jesús Navarro Manau. Al personarse en su domicilio su madre no pudo decir donde se encontraban su hijo y su marido. En ese instante la Brigada de Investigación Criminal al mando del Comisario Tomás Gil Llamas, encontró otro cadáver, según los documentos hallados en su cartera se trataba de Jesús Navarro Gurrea, de 50 años, propietario del huerto donde había aparecido Carmen. Por los síntomas que presentaba aparentemente se había suicidado con una cierta cantidad cianuro potásico. Pero hubo más, al día siguiente un nuevo cadáver apareció también suicidado en el Hotel Principal, un hombre había reservado una habitación que no había abandonado y no respondía a las llamadas en la puerta. Cuando la policía forzó la puerta encontraron a Jaime Viñas Prat tendido en la cama junto a una botella de licor y una nota que decía: “no se culpe a nadie de mi muerte, soy inocente” y debajo una frase de Calderón de la Barca, “la vida es un sueño”.
Jesús Navarro desaparece en la fría noche no acudiendo a una cita previa que tenía, contactó con su novia Pepita Esteve, quedando con ella en la estación marítima del puerto para embarcarse hacia Mallorca. Al ser interrogada por la policía Pepita, les dice el sitio en donde ha quedado con Jesús siendo detenido allí mismo, llevaba encima todas las joyas robadas a Carmen Broto, valoradas en 120.000 ptas.
Desde el principio, en su declaración culpó a su padre de ser el autor intelectual del plan del robo y posterior asesinato y a Viñas, de ser el autor material del crimen, señalando que él solo conducía.
Fue trasladado a la cárcel Modelo y tras el juicio, fue declarado culpable de robo con homicidio y condenado a muerte en el garrote vil, era mayo de 1950. Pero dos años después su abogado Antonio Solís, un prestigioso y muy caro abogado, consiguió que se le conmutase la pena de muerte por 30 años de prisión en el penal de Ocaña, aunque más curioso fue que hasta el obispo de Barcelona intercedió por él, saliendo en libertad en 1960 por buena conducta. Demasiado para alguien que no tenía donde caerse muerto.
Hasta aquí la versión oficial, demasiado fácil y chusca, como de una mala novela negra. Una señorita de compañía que se codeaba con los más poderosos hombres de la alta sociedad barcelonesa, tres ladronzuelos de poca monta que se convierten en asesinos tras un robo chapucero, dos de ellos, suicidados convenientemente con una capsula de cianuro y el tercero salvado in extremis por no acudir a una cita y curiosamente defendido por los mejores abogados del momento.
Demasiadas interrogantes sin respuesta, que abren otras posibles causas del crimen.
La primera es que el robo de las joyas de Carmen no se sostiene, Jesús Navarro Manau, conocía perfectamente a Carmen y si su objetivo eran sus joyas no tenía ninguna necesidad de matarla pues conocía sus horarios pudiendo haber ido a su piso cuando ella no estaba y haber robado las joyas.
Una de las versiones que se barajó, era que el objetivo no era ella, sino el empresario Juan Martínez Penas. Supuestamente Jesús la convenció para robarle. Pero Carmen sentía verdadero afecto por él, la había ayudado desde que la conoció y era su amigo, además lo tenía todo y a todos, no necesitaba robar a nadie, de manera que en el último momento se echó atrás convirtiéndose en la víctima de un asesinato improvisado y torpe. Esta versión es defendida por el escritor y ex policía Esteban Navarro en su novela “la Rubia del Tivoli”. Curiosamente tras el asesinato, Juan Martínez Penas vendió el teatro Tivoli y se marchó de España.
Otra de las leyendas que corrió por la ciudad fue la de su Agenda. Las relaciones de Carmen Broto con la cúpula de poder de la ciudad, hizo que se corriera el rumor de que poseía una agenda en la que aparecían los nombres de las más altas jerarquías y sus aficiones, de manera que tras su asesinato todos aquellos que antes se mostraban orgullosos de aparecer con ella, quisieron ahora tapar su relación y no salir implicados, sabía demasiado. La leyenda de que tras su muerte alguien entro en su piso y arranco unas hojas de la famosa agenda e incluso que la hizo desaparecer se hizo famosa por toda la ciudad.
Años después en 1955 cuando el periódico “el Caso” quiso hacer un artículo rememorando el asesinato, el ministro de la Gobernación, Juan Aparicio, llamo al director Eugenio Suarez, aconsejando que no se hiciera y la publicación no salió. Carmen estaba relacionada con demasiada gente importante, la élite de la ciudad condal y en su agenda aparecían por diversos motivos nombres tan relevantes como el arzobispo de Barcelona monseñor Gregorio Modrego o el gobernador civil de la provincia D. Eduardo Baeza. La policía se encargó rápidamente de que no corrieran rumores por la ciudad, la censura hizo su trabajo creando a la postre un mito, pues las especulaciones continuaron.
Una nueva versión, pasa por una desavenencia con el poderoso de Julio Muñoz Ramonet, que provocó la caída en desgracia de Carmen, comenzando está a perder todo su poder e influencia. Pero Carmen tenia conocimientos, datos y pruebas que escandalizarían a la sociedad de la época llegando incluso a denunciar a Muñoz ante la policía. Fue su fin, no se podía denunciar al hombre más poderoso de Barcelona.
Pero de todas, la versión más colorida es la de los anarquistas, que pasa por una trama internacional con asesinatos incluidos. Jesús Navarro Gurrea, padre del amante de Carmen Broto, pertenecía a una célula anarquista que se dedicaba a cazar nazis que huían desde Alemania, una de cuyas rutas pasaba por Barcelona. Dos correos de una red de nazis llegaron a la ciudad, Carmen fiel al régimen fue utilizada como cebo por los anarquistas para atraerlos, mataron a los nazis enterrándolos en algún lugar desconocido, pero Carmen era un cabo suelto, así que decidieron matarla para protegerse y encubrir el asesinato anterior, el robo solo fue una excusa para distraer a la policía.
Tras esto, todas las incógnitas quedan abiertas, Jesús Navarro, único superviviente de aquella aciaga noche y que pudo echar algo de luz al caso, agrega más confusión cada vez que habla. En una entrevista que le hizo el periodista Marino Rodríguez, confesaba ser traficante de cocaína, negaba su condición de homosexual y acusaba a Carmen de ser informadora del régimen y de estar implicada en actividades ilegales, pero acabó contradiciéndose, dando distintas versiones y acusando a distintas personalidades de la época. De lo único que si se tiene certeza es que fue su padre quien le habló de matar a Carmen, pero nunca contó el motivo que este tenía para matarla.
En una época de grandes contrastes, donde, mientras la adversidad y la miseria rodeaba a la mayoría de la población, otros nadaban en una vida de lujos, espectáculos y fiesta. Una mujer espectacular como ninguna, Carmen Broto, consiguió llegar hasta el Olimpo de los hombres más poderosos de aquella Barcelona, que la exhibieron sin pudor. Entró en sus camas, allí donde se revelan los más íntimos secretos y se muestran todas las pasiones. Pero, también coqueteó con gente de más baja estofa, un choque entre dos mundos que no pudo esquivar y que terminó arrastrándola hasta la muerte.
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