Luiz Inácio Lula Da Silva nació en Vargem Grande, actual Caetés, en el estado de Pernambuco, el 27 de octubre de 1945. Séptimo de los ocho hijos de una pareja de labradores analfabetos (en realidad fueron doce hermanos, pero cinco murieron prematuramente), hasta los cinco años no conoció a su padre, ausentado por la época en que nació él para trabajar como estibador portuario en São Paulo. En 1952 la madre vendió las improductivas parcelas de labranza que poseía y se llevó a su prole a vivir a este estado sureño, que ofrecía un horizonte de oportunidades menos sombrío que el subdesarrollado Pernambuco.

En 1956, finalmente, se instalaron en la capital de San Pablo, donde Lula, a los 12 años, comenzó a trabajar como limpiabotas y luego como ayudante en una tintorería. A los 14 años consiguió un puesto en una metalúrgica, donde trabajaba doce horas diarias. De igual forma se hizo de tiempo para realizar un curso de tornero mecánico del Servicio Nacional de Industria, que culminó en 1963. En 1964, el año del golpe de Estado militar que liquidó el sistema de partidos, Lula perdió el dedo meñique de la mano izquierda en un accidente laboral en el turno de noche de la fábrica Fris Moldu Car, especializada en remates de carrocerías de automóviles.

A los 22 años se casó con Maria de Lourdes, una operaria textil, quien a los dos años quedó embarazada, pero ella y su bebé murieron durante el parto. Luego tuvo una hija, Lurian, con la enfermera Miriam Cordeiro, y en 1974 conoció a su actual esposa, Marisa Leticia, viuda y madre de un niño, con quien ha tenido tres hijos más.

En 1966 comenzó a trabajar en las Industrias Villares donde, a pesar de ser un trabajador despolitizado, se inició en el sindicalismo debido a la influencia de su hermano mayor, Frei Chico, ligado al Partido Comunista Brasileño, quien fue arrestado y torturado por los militares. A partir de entonces Lula participó de forma activa de la vida sindical y en 1972 fue elegido primer secretario del sindicato de metalúrgicos de São Bernardo do Campo.

Lula, a los 12 años, comenzó a trabajar como limpiabotas y luego como ayudante en una tintorería. A los 14 años consiguió un puesto en una metalúrgica, donde trabajaba doce horas diarias

En 1975 y 1978 fue elegido presidente del sindicato metalúrgico y lideró varias huelgas que aceleraron el final de la dictadura. En abril de 1980 encabezó un paro de 41 días en el que participaron 270.000 trabajadores paulistas y por el cual fue arrestado durante un mes. El 10 de febrero de ese mismo año, junto a otros sindicalistas, intelectuales y académicos, lanzó el manifiesto que fundaba el Partido dos Trabalhadores (PT), en medio de un renacimiento del debate político en la sociedad.

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El PT recibió muchas adhesiones del sindicalismo brasileño y de sectores progresistas de la Iglesia católica permeables a la Teología de la Liberación. En aquella fase inicial estaba muy vinculado a grupos socialdemócratas adscritos al también recién fundado Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, formación mayormente centrista y heredera del abolido MDB).

Lula y su partido se consolidaron como fuerza política. En 1983 fue uno de los fundadores de la Central Unica de Trabajadores (CUT). En enero de 1985, un colegio electoral designó a Tancredo Neves como el primer presidente civil de Brasil en 21 años, quien murió antes de tomar posesión. Asumió en su reemplazo José Sarney. En 1986 Lula se convirtió en diputado e integró la Asamblea Constituyente que restableció la votación libre y directa del presidente.

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Las primeras elecciones directas para elegir al presidente de la República se realizaron en 1989 y Lula obtuvo el segundo lugar, detrás de Fernando Collor de Mello, que ganó con el 53%, y que tras un escándalo de corrupción renunciaría a su cargo en diciembre de 1992. Su mandato fue completado por Itamar Franco, en este periodo, destacó como ministro de Hacienda Fernando Henrique Cardoso quien puso en marcha el Plan Real para terminar con la inflación crónica de Brasil.

En octubre de 1994 Lula se presentó por segunda vez como candidato a presidente y volvió a perder. Ganó Fernando Henrique Cardoso, del Partido da Social Democracia Brasileira, por, entre otras cuestiones, su éxito en el combate de la inflación. El PT obtuvo, sin embargo, dos gobernadores, cuatro senadores, 50 diputados federales y 92 estatales.

Asumió la presidencia de Brasil en 2003, tras ganar las elecciones con el mayor número de votos de la historia democrática brasileña (52,4 millones de votos) alcanzando el 61% de los mismos

Lula compitió nuevamente por la presidencia en 1998 y consiguió el 32% de los votos. Cardoso fue reelecto pero el PT conquistó tres estados. En las elecciones del año 2000 el PT ganó en más de 180 ciudades, abriendo paso a lo que se convirtió, dos años después, en un giro histórico para la política del país.

Antes de seguir habría que recordar un hecho importante en las andanzas de Lula. A iniciativa del dictador cubano Fidel Castro, Lula convocó en São Paulo para los días 2, 3 y 4 de julio de 1990 el primer Encuentro de Partidos y Organizaciones de Izquierda de América Latina y el Caribe, al que acudieron, además del PT y el Partido Comunista Cubano, más de sesenta partidos y guerrillas de izquierda de 22 países. El conocido como Foro de São Paulo (FSP) fue luego acusado de albergar en su seno a organizaciones subversivas que practicaban el terrorismo, el secuestro y la extorsión como instrumentos de lucha política, aunque los del PT replicaron con el argumento, no exento de ambigüedad, de la solidaridad con las luchas de índole social, indigenista o medioambiental.

fotoLula acudió puntualmente a los encuentros anuales del controvertido FSP. En 2000 y 2001 lo defendió como un espacio necesario, ya que “la izquierda en el mundo necesita reafirmar su discurso de paz”, y de paso expresó su más rotunda condena al terrorismo, que “no ayuda a la izquierda y no lo ha hecho en ningún momento de la historia”. No obstante estas puntualizaciones, las apariciones de Lula y Castro compartiendo camaradería e intercambiando elogios en toda la década de los noventa fueron un importante abono para la desconfianza, cuando no la hostilidad y el temor, de la mayoría de los políticos, empresarios y ciudadanos de clase alta y media de Brasil. Los conservadores veían en Lula poco menos que a un criptocomunista que, de llegar al poder, decretaría la estatalización de la economía, aumentaría los impuestos, derrocharía los ingresos públicos y pondría en fuga la inversión extranjera.

Después de tres derrotas presidenciales consecutivas, Lula no estuvo dispuesto a abandonar su carrera política, por el contrario se hizo más fuerte, su terquedad y su capacidad para mantener la confianza de las bases del partido fueron sus principales armas.

Asumió la presidencia de Brasil en 2003, tras ganar las elecciones con el mayor número de votos de la historia democrática brasileña (52,4 millones de votos) alcanzando el 61% de los mismos. El 24 de octubre de 2003 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.

Antes de su triunfo, Lula advirtió a todos que no estaba dispuesto a perder una cuarta elección. Así que puso en marcha una estrategia electoral totalmente renovada. En principio, realizó un notable cambio de imagen: pasó al traje y a la corbata, al cabello y a la barba con un aspecto más cuidado, además de cambiar el modo de cómo decía las cosas, haciendo que la sonrisa comience a habitar su rostro. Los asesores lograron mostrar una imagen del candidato más relajada, como esposo y padre afectuoso, capaz de exteriorizar sentimientos.

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Lula proclamó la llegada de una “nueva era” a Brasil y convocó “a todos los brasileños, empresarios, sindicalistas e intelectuales, para construir una sociedad más justa, fraterna y solidaria”

A pesar de su cambio de imagen mantuvo lo esencial del discurso crítico de izquierdas, pero suavizó el tono. Aseguró a los empresarios locales y a los operadores financieros que no había motivos para temer al PT en el poder, ya que los principios del libre mercado no se cuestionaban, al igual que algunos procedimientos de estabilización económica aplicados por Cardoso, como la lucha contra la inflación y la colocación del real en el régimen de cambios variables.

Luego de confirmarse su victoria, festejada por muchos seguidores en São Paulo y otras ciudades, Lula proclamó la llegada de una “nueva era” a Brasil y convocó “a todos los brasileños, empresarios, sindicalistas e intelectuales, para construir una sociedad más justa, fraterna y solidaria”. Anunció la formación de un gobierno de coalición abierto a los mejores y un pacto nacional contra la pobreza, la corrupción y la inflación.

fotoEn el Gobierno que formó Lula se destacaron las presencias de Ciro Gomes como ministro de Integración Nacional, Celos Amorim como titular de Exteriores (cargo que ya había ocupado en el Gobierno de Itamar Franco) y el cantante Gilberto Gil como responsable de Cultura.

En su periodo de gobierno, la corrupción de altos cargos de disparó en Brasil. Esto llevó a la dimisión de varios altos cargos, como el ministro de Hacienda. Sin embargo, Lula da Silva conquistó por una diferencia aplastante de millones de votos un histórico segundo mandato en la segunda vuelta de las elecciones brasileñas.

El gobernante se impuso por 60,8%, o 58 millones de votos, contra 39,2% o 37.4 millones de sufragios de su adversario socialdemócrata Geraldo Alckmin, quien rápidamente reconoció la derrota. El mandatario agregó así una notable diferencia de 21 millones de votos sobre el 48,6% que obtuvo en la primera vuelta. Pero para el postulante opositor el cuadro quedó complicado debido a que termina por debajo de su cosecha anterior cuando reunió 41,6%.

Es de suponer que en este nuevo mandato seguirá aplicando una política pragmática y realista. Además, parece que sus amigos Castro y Chávez pasarán a ocupar un segundo plano en las prioridades de Lula. De esta manera, la figura de Lula seguirá jugando un papel de equilibrio y de estabilidad en la zona que puede ser imitado por otros dirigentes latinoamericanos.