Estos movimientos migratorios pueden ser interiores que son aquellos que se producen dentro de un mismo país sin abandonar su territorio nacional (caso del éxodo rural del campo hacia la ciudad) o exteriores que son los movimientos migratorios cuyas personas abandonaron su país para trasladarse a vivir a otro que puede estar a miles de kilómetros de distancia. Las personas que abandonan su país de origen para trasladarse a vivir a otro distinto se denominan emigrantes y el país de acogida o de llegada de estas personas los denominan inmigrantes.
Los movimientos migratorios no son algo novedoso ni supuso mayores problemas a lo largo de la historia ni tienen porqué suponer ningún riesgo o problema en las sociedades desarrolladas del continente europeo o norteamericano con los nuevos movimientos migratorios de personas provenientes del continente africano hacia Europa o de mexicanos y latinoamericanos hacia Estados Unidos o Canadá.
El primer movimiento migratorio importante se produce ya, hace miles de años, durante el Neolítico Antiguo. Decenas de miles de seres humanos se trasladaron en troncos de árboles ahuecados colonizando las islas del mar Mediterráneo de Oriente hacia Occidente (islas del mar Egeo, Rodas, Creta, Sicilia, Córcega…) o por vía terrestre en sucesivas oleadas cada vez más numerosas desde sus lugares originarios del Próximo Oriente, península de Anatolia hasta Europa Oriental, Central y Occidental. Este primer gran movimiento migratorio fue importante pues enseñaron a los pueblos indígenas europeos a cultivar los campos de cereales y domesticar animales salvajes que los nativos desconocían al igual que la fabricación de cerámica u otros utensilios como la hoz o el molino de mano.
Tiempo después, durante el Imperio romano, los movimientos migratorios serán muy importantes. Se produce un flujo migratorio considerable de griegos hacia Roma y de romanos hacia todas las provincias para realizar todo tipo de actividades comerciales como podían ser la compra de esclavos, materias primas y productos elaborados. Millones de personas se trasladaron, de forma voluntaria o forzosa, de una provincia a otra del Imperio durante más de cinco siglos de forma más o menos permanente.
Otros dos grandes movimientos migratorios se van a producir en épocas posteriores, en concreto durante la Edad Moderna y Contemporánea. Me estoy refiriendo a los millones de personas de diversos países europeos (españoles, portugueses, ingleses, franceses, holandeses, alemanes, italianos, polacos, rusos, griegos…) que emigraron hacia el continente americano desde principios del siglo XVI hasta las primeras décadas del siglo XX (teniendo en cuenta el estancamiento que se produjo durante la I Guerra Mundial).
Este movimiento migratorio de europeos hacia el continente americano fue de menos a más. De unas decenas de miles, en un principio, se llegó a más de 27 millones en las últimas décadas del siglo XIX y primera del siglo XX.
No se puede entender el desarrollo industrial y económico de Estados Unidos sin este importante flujo migratorio al igual que las fuertes inversiones de capital procedentes de países como Gran Bretaña, Francia, Bélgica…
Estados Unidos contaba con tan solo 5,3 millones de habitantes, en 1800, para un vasto territorio tres veces superior al de la península Ibérica. 2/3 partes estaban sin explorar ni colonizar. Paulatinamente, desde la costa este se va a ir colonizando todo el interior y oeste del país en lucha contra los indios o comprando territorios como la Luisiana a Francia, en 1803, y La Florida a España, en 1819, sin olvidarnos de la guerra contra México (1846-48) que supuso la anexión de un gran territorio al sur entre la frontera de Estados Unidos y México. Así, ya a finales del siglo XIX, Estados Unidos había conseguido cuadruplicar su extensión territorial (más de 9 millones de kilómetros cuadrados). Estos nuevos territorios se irán repoblando con nativos anglosajones, en un principio, para aumentar considerablemente con la llegada de millones de inmigrantes europeos que sería la abundante mano de obra para poner en funcionamiento las fábricas textiles, siderúrgicas, metálicas y mineras. Se calcula que el 85% de las inmigrantes eran originarios de Europa y el resto eran judíos, birmanos, filipinos o Chinos (más de 200.000 inmigrantes a finales del siglo XIX) y también procedentes de Latinoamérica (mexicanos, portorriqueños, cubanos…).
Los millones de inmigrantes que se trasladaron a vivir a esta joven nación no ocasionaron mayores problemas de seguridad o de convivencia para las personas nativas anglosajonas allí establecidas sino que estos inmigrantes, por el contrario, fueron los que dieron el impulso demográfico necesario para el crecimiento de su débil población, siendo determinantes en el desarrollo industrial y económico de Estados Unidos. Después de finalizada la Guerra de Secesión, en 1865, era muy necesaria la mano de obra para volver a reconstruir el país destrozado por el conflicto. Es a partir de esa fecha cuando aumenta, considerablemente, la llegada de inmigrantes que coincide, casi exactamente, con el crecimiento acelerado de su industria.
No es mera casualidad que, por ejemplo, en Estados Unidos, en el año 1880, la población aumentase un 28% respecto a la década anterior, el mismo porcentaje de la producción industrial, llegando al 35% del total mundial, en 1910 ocupando ya el primer puesto superando a Gran Bretaña, Francia, Alemania o Bélgica en cuanto a la producción de mercancías manufactura das. En esa época, uno de cada tres productos manufacturados se fabricaba en Estados Unidos y se exportaba a todo el mundo. Este auge demográfico y económico, al igual que el crecimiento constante de su P.N.B per cápita del 2%, entre 1880 y 1910, no se podría entender sin la existencia de ese fuerte flujo migratorio (más de 500,000 inmigrantes al año).
A partir de la década de los años treinta y cuarenta del siglo XX, los europeos ya no van a emigrar de forma masiva hacia América como sí lo habían hecho un siglo antes. Los motivos más importantes fueron dos: la crisis económica de 1929 que se inicia precisamente en Estados Unidos con la estrepitosa caída de la bolsa de Nueva York (el denominado Octubre Negro) y que va a tener graves repercusiones económicas no solo en Estados Unidos sino también en prácticamente todos los países europeos. En segundo lugar, con el inicio de la II Guerra Mundial, la emigración es casi inexistente ya que los jóvenes son llamados a filas y todos los países implicados en el conflicto cierran sus fronteras (los países beligerantes y los invadidos por Alemania).
Estados Unidos es un país cosmopolita en donde en muchas ciudades existen barrios muy peculiares que denotan su pasado europeo, asiático o latino (italiano, irlandés, chino, cubano, portorriqueño…) que supone una riqueza cultural digna de mantenerse en el tiempo y que no supone ningún problema para las personas anglosajonas nativas. Por otra parte, importantes personalidades de la política, empresarios, personas de las artes y las ciencias tienen sus raíces europeas, judías, asiáticas o latinoamericanas. Es el caso de la familia Kennedy (sus antepasados eran irlandeses), Barack Obama (antepasados africanos) Kamada Harris (padre indú y madre jamaicana), Albert Einstein (origen alemán), Jeffrey Bezos (padre de ascendencia danesa), Jan Koum (origen ucraniano), Mark Zuckerberg (padre de origen alemán), Miton Friedman (origen judío), Carmen Reinhart (origen cubano) o Simona Biles (origen beliceño), solo por poner algunos ejemplos.
Estados Unidos sigue recibiendo a un gran número de inmigrantes en la actualidad que es motivo de disputas políticas acaloradas, especialmente por Donald Trump y los republicanos, que se niegan a que los inmigrantes se establezcan en su país a no ser por cuotas mínimas (en su programa electoral de 2024 habla de la expulsión de gran número de inmigrantes). Desde las dos últimas décadas del siglo XX hasta hoy en día, la mayor parte de inmigrantes que van hacia los Estados Unidos no son europeos sino latinoaméricanos (méxicanos, portorriqueños, jamaicanos, cubanos, salvadoreños, hondureños argentinos, colombianos…). En el año 2022, la oficina censal de Estados Unidos estimó en algo más de 65 millones los inmigrantes residentes en USA.
Otro importante movimiento migratorio se produce desde el sur de Asía (fundamentalmente desde la India) hacia Sudáfrica desde 1860 hasta principios del siglo XX. Estos dos países, en aquella época, eran colonias británicas y a partir de 1860, los ingleses trajeron a muchos indios (unos 150.000 en los últimos decenios del siglo XIX y decenas de miles procedentes de Birmania, Malasia…) para trabajar como siervos en las plantaciones de caña de azúcar y algodón en la región de Natal. Posteriormente, a partir de 1870, se produce una segunda oleada de migrantes indios que se establecerían como comerciantes y hombres de negocios. De la falta de derechos para esta población hindú hace referencia Ghandi que, como abogado, pretendía defenderles siendo perseguido y apaleado en más de una ocasión (Ghandi residió en Natal durante veinte años). Ya, a partir de 1890, se produce un flujo de migrantes negros procedentes de regiones vecinas para trabajar en las minas sudafricanas recientemente puestas en explotación (minas de oro, diamantes…). Eran también colonias inglesas sometidas que se veían obligados a emigrar para trabajar como mano de obra muy barata y abundante que contribuyeron, de forma muy notoria, al desarrollo económico de lo que hoy es Sudáfrica, antigua colonia británica.
Con la finalización de la II Guerra Mundial, en 1945, gran parte de Europa había quedado destrozada por el conflicto. A las decenas de millones de muertos en el conflicto (unos 100 millones entre militares y civiles) se suman las decenas de miles de puentes, carreteras, vías férreas, fábricas, edificios… destruidos por los combates y bombardeos. Bastantes países europeos cuyos habitantes habían emigrado unas décadas antes hacia América ahora pasarán a ser receptores de millones de inmigrantes para recuperarse de la crisis demográfica y económica provocada por el conflicto. Así, en la década de los cincuenta del siglo pasado hasta 1975, se produjo un fuerte movimiento migratorio de países que no habían entrado en este conflicto bélico (España y Portugal) y que contaban con abundante mano de obra joven excedentaria. A estos dos países se sumarían también Turquía y Grecia que tenían también un excedente poblacional debido a su fuerte crecimiento natural o vegetativo.
En el caso de España, según datos estadísticos del INE, entre 1954 y 1973 (año del inicio de la crisis del petróleo) emigraron más de 2,5 millones de españoles hacia, Francia, Suiza, Alemania, Bélgica…, lo que ayudó a solventar el problema del paro en nuestro país y a financiar los planes de desarrollo económico español gracias a las divisas enviadas por nuestros emigrantes desde finales de la década de los cincuenta hasta principios de los setenta del siglo pasado. El motivo fundamental que explica esta fuerte migración no sería otro que el económico (en menor medida el político). Los salarios en el campo eran muy bajos e inestables lo que daba lugar a que en muchos pueblos del interior y sur de España muchas personas viviesen en la más absoluta miseria. Los españoles asentados en otros países europeos provocaron un evidente efecto llamada. En muchas cartas y de vuelta a España para disfrutar de sus vacaciones los emigrantes alababan los elevados salarios que percibían respecto a los bajos salarios españoles, la mayor mecanización en sus puestos de trabajo y las menos horas que trabajaban respecto a las duras jornadas (de hasta 12 horas diarias o 60 horas semanales) que se realizaban en España para poder, simplemente, subsistir.
Actualmente los movimientos migratorios en el mundo siguen aumentando. Según los últimos datos fiables de los que se disponemos (Undesa, 2022), las personas que abandonaron su lugar de origen para vivir en otro distinto fue de 536,3 millones, lo que supone un 3,60% más respecto al año 2020. Las proyecciones demográficas para los próximos decenios nos indican que los movimientos migratorios en el mundo seguirán aumentando especialmente hacia tres zonas del mundo donde lo hacen en mayor medida hoy en día. Europa acogió, en 2022, a unos 87 millones de personas (Alemania, Francia, Gran Bretaña, España, Suiza, Italia, Grecia…) seguido del continente asiático con unos 86 millones de personas y América del Norte (Canadá y Estados Unidos) con 73 millones, aproximadamente.
Vamos a ver de una forma más clara y precisa estos datos estadísticos en este histograma.
Como podemos ver, claramente, los países árabes del Golfo Pérsico son los que albergan un mayor número de inmigrantes respecto al total de sus poblaciones. Ello es debido a que las personas nativas de estos países cuentan con pocos millones de habitantes y, en las últimas décadas, necesitan mano de obra joven para desarrollar sus economías basadas en las explotaciones petrolíferas de ahí que necesiten abundante mano de obra cualificada (ingenieros, técnicos, informáticos, profesores de inglés…) procedentes de Europa y Norteamérica y también mano de obra menos cualificada para trabajar en la construcción y en los servicios. Esto es una constatación más de cómo los inmigrantes son importantes para el desarrollo económico de los países en vías de desarrollo o incluso de los desarrollados para evitar su estancamiento demográfico y económico como sucedió en Estados Unidos a mediados y finales del siglo XIX. El elevado número de inmigrantes que viven en Jordania se debe a que es un país árabe moderado que, desde hace tiempo, está acogiendo a gran cantidad de “hermanos árabes” de su entorno que huyen de la guerra contra Israel (cuenta con una importante colonia palestina).
A partir de la década de los noventa del siglo pasado hasta hoy en día, la llegada de inmigrantes al continente europeo no ha hecho más que aumentar de forma significativa, pero no solamente son personas del continente africano (países del norte de África como Marruecos, Argelia, Libia y zona subsahariana) sino también de Latinoamérica, Asia y Oceanía. Según Eurostat (datos de 2023) de los 87 millones de personas no europeas residentes en nuestro continente solo 12 millones son negros africanos (menos de una tercera parte del total de inmigrantes) y muchos de ellos, nada menos que el 75%, abandonan su país de origen en África para asentarse en otro país vecino al suyo sin abandonar el continente. Valgan como ejemplos los casos de Italia donde de los 7 millones de inmigrantes (11% de la población italiana) los principales países de procedencia de estos inmigrantes son: Rumanía (16,40%), Albania (7,61%) y Marruecos (7%). Tan solo un millón de personas proceden de África central u occidental (1/6 parte del total) y una cifra algo menor al millón del continente asiático. Alemania es, sin duda, el país europeo que más inmigrantes acoge, un total de 22,3 millones, en 2023. La mayoría de los inmigrantes provienen de Europa Oriental y Medio Oriente (34,5 % del total, solo Turquía más de 1,6 millones), norte de África (14,8%), el África subsahariana (4,1%) y América Latina (2,7%). En el caso de España, hay viviendo en nuestro país 7,5 millones de inmigrantes. El mayor número de ellos proceden de Marruecos (14,8), Rumanía (13%), Venezuela (9,3%), Colombia (6,5%), Gran Bretaña (6,1) e Italia (5,7%). La mayor colonia extranjera en España es, sin duda, la latinoamericana debido a la mejor comunicación entre todos nosotros al hablar el español y afinidades socio-culturales e históricas.
Prácticamente, todos los migrantes son pobres que vienen con lo puesto huyendo del hambre, la pobreza y las guerras. Se ven obligados a irse de sus respectivos países para no morirse de hambre o de ser alistados o muertos por cualquier conflicto bélico (incluso en África se reclutan a niños para ir a luchar). Su intención no es, por supuesto, ir a un país europeo para violar, matar o robar sino para ocupar un modesto de trabajo y así ganarse la vida y poder subsistir. Incluso gran parte de los migrantes africanos pasan por consulados o embajadas para conseguir los visados correspondientes y poder salir de forma legal a trabajar a un país europeo pero gran parte de ellos, después de todos los trámites y papeleos correspondientes, no lo consiguen porque los cupos son bastante restrictivos y es entonces cuando se ven obligados por la necesidad a subirse a un cayuco para cruzar el Atlántico arriesgando sus propias vidas o bien cruzar andando el desierto del Sahara hasta llegar a la costa del mar Mediterráneo.
El mayor número de migrantes trabajan de, forma legal o ilegal, en aquellas actividades que los blancos y blancas europeas no desean. Según el último informe completo de Eurostat, en 2023, el mayor número de inmigrantes en Europa trabajaban en actividades poco cualificadas como pueden ser: hostelería (11,3%), trabajo doméstico (6%), construcción (6%) o en trabajos agropecuarios (2,4%). Esta es la media de todos los países de la UE. Evidentemente, hay diferencias más o menos notables en cada país caso, por ejemplo, de las actividades agropecuarias que emplean más mano de obra inmigrante en los países meridionales de Europa (España, Portugal, Italia o Grecia) que los del centro o norte. Muchos inmigrantes no cobran el salario establecido por ley en los países europeos llegando a percibir menos del 50% de lo que reciben otros jornaleros del campo o de la construcción nativos (en los trabajos de renovación del Camp Nou en Barcelona un obrero español percibía unos 10 euros a la hora, un rumano 7 y un negro africano entre 3 y 4 euros, según lo publicado en la prensa y un reportaje de la Sexta de hace un año).
Más que las frías cifras que vienen a constatar que los negros subsaharianos no son tantos como nos pudiera parecer y que no vienen a quitarnos puestos de trabajo pues, en muchos casos, las actividades que desempeñan no las desean las personas blancas europeas, no es entendible la fijación de muchas personas blancas hacia estos inmigrantes de color a no ser por mero racismo, xenofobia y el supremacismo blanco que está llegando a grupos sociales mal instruidos y que, llegado el caso, son capaces de dar por verdades las mentiras y primar los sentimientos personales a la razón. Si no fuera así¿Por qué acogemos sin mayores reparos a niños y refugiados ucranianos y no lo hacemos en igual medida ni siquiera a los niños negros africanos?.
Evidentemente, las personas africanas que abandonan su lugar de origen, su país, no lo hacen por capricho. Según Naciones Unidas, 80 millones de personas mueren de hambre anualmente en el continente africano. Para las ONGs Oxfam y Save Children, más de 1.000 personas mueren al día de hambre en una parte solamente de África, la zona Oriental (Etiopia, Somalia. Ruanda…). Por consiguiente, cientos de miles de personas se ven obligadas a abandonar estos lugares para vivir en otros donde las condiciones no son tan extremas. Se dirigen a países vecinos al suyo o continúan para cruzar el desierto del Sahara andando hasta llegar a la valla metálica de Ceuta o el litoral de Argelia, Túnez o Libia, bajo un calor extremo y sin apenas alimentos ni agua, o bien, cruzan el océano Atlántico en pateras para llegar a las islas Canarias, cruzar el estrecho de Gibraltar para llegar a la costa de Andalucía o el estrecho de Mesina para alcanzar la isla de Lampedusa o la costa de Sicilia.
¿Qué hace la UE para solventar esta situación?. La verdad es que no mucho. Desde hace años la UE mantiene un estrecho contacto con autoridades de otros países de tránsito para intensificar la cooperación continua en materia de gestión de la migración. Existen planes de acción para abordar las causas de la migración irregular, reforzar la protección de los migrantes y las solicitudes de asilo y prevenir y combatir la migración irregular, el tráfico ilícito de inmigrantes y la trata de seres humanos. Para luchar contra toda esta problemática, la UE, se reúne, periódicamente, con representantes de países como Marruecos o Turquía para frenar el movimiento migratorio mediante una serie de incentivos económicos. De esta forma Marruecos ha recibido más de 400 millones de euros y un trato especial en cuanto a la introducción de sus productos (especialmente agrícolas) en la UE para frenar la emigración y Turquía más de 3.000 millones. De todas formas, por lo que estamos constatando, estas ayudas no son suficientes y la emigración continua de forma bastante acelerada, especialmente en la ruta atlántica, estrecho de Gibraltar y de Mesina. Gran Bretaña, por su parte, entregó varios cientos de millones de libras a su excolonia africana Ruanda para que acogiese en su país a miles de inmigrantes residentes en el Reino Unido.
La emigración desde las costas africanas hacia Europa no es tarea fácil y está expuesta a múltiples peligros. El primero sería las mafías existentes que se aprovechan de los escasos recursos que poseen los migrantes africanos para poder tomar un asiento en una patera. En algunos casos se ven obligados a pagar hasta mil euros por persona, con escasos víveres y agua para poder llegar a las islas Canarias, costas andaluzas o islas italianas. El número de muertos en estos trayectos es enorme. Se calcula, según Missing Migrants Project, que de los 63.000 migrantes muertos en el mundo más de 20.000 de ellos fueron africanos han muerto al intentar cruzar el mar Mediterráneo en pateras, desde 2014 hasta 2023, eso sin tener en cuenta varios miles de personas que han muerto también al cruzar el desierto del Sahara (la denominada ruta terrestre).
En definitiva después de analizar los datos aportados por diversas fuentes podemos llegar a las siguientes conclusiones. En primer lugar, los países norteamericanos (Estados Unidos y Canadá) y europeos seguirán siendo receptores, en las próximas décadas, de millones de migrantes procedentes de países del Tercer Mundo que son los que seguirán teniendo altas tasas de natalidad, fecundidad y gran número de jóvenes entre los 17 y 35 años. En el caso de Estados Unidos se calcula que de aquí al año 2050, se asentarán unos 67 millones más de inmigrantes, esto supondría un 19% del total de la población del país. También son necesarios unos 60 millones de inmigrantes más para el continente europeo (de los cuales no menos de 7 millones en España) entre los años 2024 al 2050 si queremos mantener nuestro estatus actual y evitar una fuerte crisis poblacional y económica.
Estos movimientos migratorios no tienen porqué ser negativos para los países ricos pues van a incidir muy positivamente en la estabilidad o leve decrecimiento demográfico que, de otra manera, sería muy negativo, por no decir catastrófico, debido al fuerte envejecimiento y, como consecuencia de ello, la alta esperanza de vida.
En segundo lugar, estos inmigrantes jóvenes son necesarios como mano de obra, más bien barata, para trabajar en todos los sectores económicos (agricultura, explotaciones mineras, construcción, servicios de limpieza, hostelería, servicios domésticos…) que debido a la escasez de jóvenes nativos serían fundamentales para el desarrollo de los países ricos e intentar mantener el Estado de Bienestar del que ahora gozamos. Los inmigrantes contribuyen y seguirán contribuyendo en el pago a la Seguridad Social (en España ya cotizan casi tres millones siendo una tercera parte de los trabajadores entre 18 y 40 años extranjeros), un mayor gasto en el consumo (alimentación, vestido, calzado, etc) y servicios (transporte, vivienda…), además de pagar impuestos establecidos en sus nuevos países (iva, impuesto de circulación, pago de tasas, etc). Debido a la llegada de nuevos inmigrantes se evitarán grandes recortes en las futuras pensiones, sanidad o educación (según datos de julio de 2024, en España hay 382.700 niños extranjeros estudiando Primaria, un 75% de ellos en centros públicos, lo que supone un 14,6% del total de estudiantes en esta etapa educativa).
En tercer lugar, los inmigrantes contribuyen al movimiento de capitales de forma significativa mediante avales bancarios o transferencias que envían a sus familiares. Las remesas de capital trasferido a sus países de origen es muy importante contribuyendo en la mejora del nivel de vida de sus familiares. Estas remesas de capital proporcionada por los inmigrantes ha pasado de 128.000 millones de dólares, a finales del siglo XX, a más de 831.000, en 2022.
También debemos tener en cuenta, como dato positivo, el enriquecimiento cultural que puede suponer la llegada de inmigrantes procedentes de otros países tercermundistas a países desarrollados potenciando, desarrollando y mejorando aspectos como: el folklore, gastronomía, idioma, arte, deporte, etc. En este último caso, el deportivo, raro es el país desarrollado que no haya incluido algún inmigrante de algún país africano, asiático o latinoamericano para potenciar su nivel deportivo en la lucha para conseguir las primeras posiciones contra otros países en competiciones regionales o mundiales. Tenemos dos claros ejemplos en España como son el jugador español de fútbol Lamine Yamal (padre marroquí y madre guineana) o el atleta español de triple salto Jordan Díaz (oriundo de Cuba y campeón olímpico, en 2024). La atleta holandesa que ha causado una gran impresión en estos Juegos Olimpicos de París, 2024, S. Hassan, fue la ganadora de la medalla de bronce en 5.000 m, y 10.000 y oro en la maratón, es originaria de Etiopía que llegó a Holanda huyendo del hambre.
Realmente pienso que la llegada de inmigrantes que se va a producir, sin duda, en los próximos decenios contribuirá, positivamente, tanto a nivel demográfico como económico. No es cierto que con la llegada de inmigran tes se produzca una mayor inseguridad ciudadana argumentando que se producirá un mayor número de robos, asesinatos, violaciones, extorsiones, etc, especialmente por parte de los africanos. En julio de 2024, el presidente de Andalucía Juanma Moreno dio un toque de atención en el parlamento andaluz en este sentido al afirmar que: “ …si un niño entra (en España) hay que acogerlo, sustentarlo y ayudarlo… No debemos de criminalizar a los inmigrantes africanos ya que estos cometen el 7% de los delitos muy por debajo de rumanos y de otros países procedentes del este de Europa”.
Evidentemente, nos hace falta bastante pedagogía para evitar brotes de racismo o xenofobia tanto por parte de muchos ciudadanos europeos como norteamericanos. Estos brotes racistas se manifiestan de forma palpable en muchos países europeos como en Alemania, Francia, Italia, Polonia, España, Gran Bretaña (como estamos viendo en estos primeros días de agosto de 2024) y en los Estados Unidos con manifestaciones violentas que provocan luchas callejeras con numerosos heridos e incluso algún muerto, destrucción de edificios públicos y privados, bancos en parques y zonas recreativas, quema de automóviles, furgones policiales, contenedores de basura, etc.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
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- Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra (Datos de población de 1 de julio de 2024).
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- International Organitation for Migration.
- ONGs Oxfom y Save Children.
- diario.red.
- Fray Bartolomé de las Casas: Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552) e Historia de las Indias, 5 vols. (1875, publicada trescientos años después de su muerte).
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- Sergi Alcalde: Artículo “ La población mundial crece mucho menos de lo previsto”. National Geographic. 11 de julio de 2024.
- Stephen Castles y Mark J. Miller: La era de las migraciones (2004)
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- Roberto Vaquero: Inmigración. ¿Realidad, fenómeno o problema? (2023)
- VV.: Globalización y movimientos migratorios (2016).
- David Sven Reher: Las múltiples caras de la inmigración en España (2009).
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