Los caracteres funcionales de las plantas determinan cuán rápido pueden crecer y cómo pueden reaccionar ante factores climáticos. También influyen sobre las propiedades de los ecosistemas, como la velocidad a la que se procesan los nutrientes, la cantidad de agua del suelo que regresa a la atmósfera, o la cantidad carbono que se puede capturar de la misma.

La falta de datos sobre los caracteres funcionales de un número lo suficientemente alto de especies ha sido un cuello de botella fundamental en la construcción de modelos de los efectos del cambio ambiental global sobre los ecosistemas a gran escala.

La base creada ahora, denominada TRY, promete la superación progresiva de este obstáculo, ya que posibilitará una representación más realista de la diversidad en los modelos integrados de ecología terrestre.

Otro aspecto fundamental de la ecología al que TRY contribuye directamente es la comprensión de los mecanismos más locales, mostrando cómo las plantas afectan los procesos de los ecosistemas y los beneficios que las sociedades obtienen de ellos.

“La base se organizó como una iniciativa cooperativa o comunitaria, se solicitaba a los participantes que contribuyeran con sus datos para el bien de toda la comunidad científica y también se les ofrecía beneficios por su participación, como ser estandarización y pulido de sus datos y el derecho de acceder a la información de otros. Al momento de contribuir, los autores deciden qué opciones de accesibilidad quieren tener para sus datos y estas opciones se pueden ir actualizando a medida que los autores lo decidan”, señala Díaz y agrega: “La escala de los desafíos que enfrentamos requiere nuevos modos de hacer ciencia; hacen falta bases de datos y redes de investigadores de una magnitud y grado de integración mayores de los que son familiares a gran parte de la comunidad científica”.

En este sentido TRY no es sólo un gran repositorio de información, sino una iniciativa sin precedentes dentro de la ecología desde el punto de vista del estilo comunal y global de colaboración.

La base está alojada en el Instituto Max Planck de Biogeoquímica de Jena, en Alemania. Otras instituciones que lideran la iniciativa son el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), las universidades de París–Sud de Francia, Leipgzig y Macquarie de Australia.

“Las reglas de acceso a los datos dependen de si los interesados ya han depositado información en la base, del tipo de objetivo y también de las restricciones que ponga cada autor. Pero en todos los casos es totalmente gratuita y el espíritu general es moverse progresivamente hacia acceso libre para todos”, explica Díaz.

La iniciativa es auspiciada por el Programa Global de la Geosfera y la Biosfera (IGBP) y DIVERSITAS (el Programa Internacional de la Ciencia de la Biodiversidad, del cual participa Argentina) y ha provisto datos de base a unos 70 proyectos de investigación. La contribución de caracteres funcionales de plantas de Argentina y América Latina está siendo coordinada por el Núcleo DiverSus, con el apoyo del Instituto Interamericano sobre el Cambio Global (IAI).

 

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