El informe muestra las fechas reales en las que los países cumplirán con el primer ODM y las puntuaciones de cada uno en cuanto a sus esfuerzos en la lucha contra el hambre. Este documento se publica mientras los líderes mundiales preparan la próxima reunión de La Directora General de ActionAid, Joanna Kerr, asegura que “luchar contra el hambre inmediatamente sería diez veces más barato que ignorarla. Cada año de menos productividad del trabajador, mala salud y educación perdida cuesta millones a los países pobres.” Además, Joanna Kerr añade que “el coste no es sólo económico. Si los gobiernos no actúan ahora mismo, más de un millón de niños más podrían morir de aquí a 2015 y la mitad de África no tendrá comida suficiente durante diez años. Los últimos disturbios causados por la falta de alimentos son un claro recordatorio de que los países pobres no pueden depender de mercados de alimentos inestables. Invertir en explotaciones agrícolas locales donde reside el hambre es la mejor forma de evitar otra crisis alimenticia”, concluye.

El informe de ActionAid y Ayuda en Acción revela que de 28 países empobrecidos, 20 están lejos de reducir a la mitad el hambre para 2015 y 12 de ellos retroceden, a pesar de las declaraciones de la ONU que afirman que el mundo avanza en la consecución de este objetivo. Si China, la economía en desarrollo con más éxito, no se tuviera en cuenta en el listado, el porcentaje de personas con hambre en el mundo sería el mismo que cuando se fijaron los objetivos hace ya dos décadas.

La República Democrática del Congo, Burundi, Sierra Leona, Pakistán y Lesoto están en la parte baja de la clasificación. Lo sorprendente es que no sólo los países pobres castigados por la guerra y los desastres naturales ocupan los puestos bajos. A pesar del espectacular y rápido aumento de la economía india, los recortes drásticos en la agricultura y en las ayudas a las pequeñas explotaciones han supuesto que casi la mitad de los niños y niñas del país estén malnutridos y una de cada cinco personas pase hambre en India.

ActionAid y Ayuda en Acción aseguran que se está retrocediendo en la lucha contra el hambre por la falta de ayuda a la agricultura y al desarrollo rural, la ausencia del derecho a la alimentación en muchos países pobres y los escasos o casi inexistentes servicios de asistencia para ayudar a las familias cuando las cosechas son malas.

Brasil, China, Ghana, Malaui y Vietnam, países que lideran el ranking en la lucha contra el hambre, redujeron el hambre gracias al aumento de la inversión en pequeñas explotaciones y creando programas de protección social como redes de empleo público, transferencias de efectivo, raciones de alimentos y comedores escolares gratuitos. Malawi ha reducido el número de personas que viven de la ayuda alimentaria de 1,5 millones a 150.000 en sólo cinco años. Brasil ha reducido a la mitad el número de niños con bajo peso en menos de 10 años. China cumplirá con el objetivo del hambre cinco años antes del plazo.

Las naciones ricas también aparecen en esta lista. Luxemburgo, Francia, España, Suecia y Canadá, que se comprometieron a dar ayudas a la agricultura para apoyar la luchar contra la crisis alimentaria de 2009, son las principales naciones donantes. Portugal, Corea, Grecia, Nueva Zelanda y Austria son las que peor puntuación obtienen. Las naciones del G8 se comprometieron a donar 22 mil millones de dólares en 2009 para luchar contra el hambre, aunque ActionAid y Ayuda en Acción estiman que de ellos 14 mil millones son partidas antiguas incluidas en nuevos programas y que sigue sin determinarse cuándo o cómo se gastará el dinero.

El Coordinador de la campaña HungerFree para África de ActionAId, Henry Malumo, declara que “son tiempos duros y los presupuestos son ajustados, pero ahora más que nunca es muy importante que los gobiernos inviertan en los lugares adecuados. Los países ricos tienen que dejar de poner trabas basadas en estadísticas y demostrarnos cómo y cuándo llegará el dinero que han prometido a las personas que más lo necesitan. Malaui y Ghana son claros ejemplos de que la ayuda a los pequeños agricultores puede ser la clave para reducir a la mitad el hambre. Sólo quedan cinco años de plazo y hay mil millones de personas con hambre. Es vital que el mundo siga el ejemplo de estos dos países”, concluye.

Puedes descargar el informe completo en Inglés o completar esta información con el resumen ejecutivo en español que te ofrecemos a continuación

Resumen Ejecutivo del Informe ¿Quién está luchando realmente contra el hambre?

Este septiembre, los líderes mundiales se reunirán en Nueva York para evaluar el progreso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas para reducir a la mitad la pobreza extrema y el hambre en 2015. En lo relativo al hambre, los ODM obligan a los líderes a comprometerse a reducir a la mitad la proporción de personas mal nutridas y la de niños con bajo peso. Estos objetivos son, literalmente, un asunto de vida o muerte para los mil millones de personas que luchan día a día para evitar morir de hambre.

Con sólo quedan cinco años por delante para cumplir los objetivos, ¿en qué situación se encuentra el mundo? La cruda realidad es que el mundo retrocede en lo relativo al hambre. Si se excluye de la imagen global los avances masivos de China, el hambre en el mundo ha llegado en 2009 justo a los niveles que se observaban en 1990. Esto significa que en la actualidad hay 500 millones de personas más con malnutrición crónica de las que habría si se hubiera alcanzado el objetivo de la ONU.

Las dos regiones que acogen al mayor número de personas con hambre, el sur de Asia y el África subsahariana, han sido las que más terreno han perdido a raíz de las crisis alimenticia y financiera. En el sur de Asia, la prevalencia del hambre superó el año pasado los niveles de referencia de 1990 de los ODM, y ya afecta a una de cada cinco personas de la región. Casi la mitad de los niños del sur de Asia están malnutridos, una situación que ha cambiado bien poco desde 1990. Un hecho a todas luces indefendible, ya que la renta per cápita se ha triplicado en este mismo periodo.

De forma inquietante, en el África subsahariana, en 2009 justo algo menos de un tercio de las personas padecía hambre crónica en 2009, dos puntos porcentuales más que el 30 por ciento de 2006. Lo peor de todo es que las predicciones indican que el abastecimiento de alimentos va a empeorar aún más en África, hasta el punto de que en 2020, casi el 50 por ciento de los africanos podrían no tener suficientes alimentos.

No obstante, no todos son malas noticias. Los gobiernos están empezando a reinvertir en agricultura, aunque parten de una base muy pobre. Del año pasado a este, siete países aumentaron las partidas presupuestarias destinadas a la agricultura. Las crisis alimenticia y financiera también han estimulado ciertas mejoras en los programas de asistencia social, que a veces suponen la diferencia entre la vulnerabilidad y la indigencia en tiempos realmente duros. Aunque dichos programas siguen siendo pequeños en la mayoría de países en desarrollo, doce de ellos (Burundi, Etiopía, Gambia, Ghana, Kenia, Senegal, Sierra Leona, Uganda, China, Nepal, Pakistán, Guatemala y Haití) mejoraron su puntuación este año en cuanto a cobertura de la red de seguridad social. Sólo un puñado de países empeoraron en este aspecto.

Recuento del coste

Incluso antes de que las crisis alimenticia y financiera auparan el hambre a cifras sin precedentes, la malnutrición era la causa subyacente de la muerte de casi 4,5 millones de niños cada año. Entre hoy y 2015, 1,2 millones de niños más podrían morir innecesariamente, en parte debido a los retrocesos en cuanto al hambre.

Pese a ser un número elevado, la pérdida de vidas que causa el hambre se ve empequeñecida por la pérdida invisible y permanente de potencial humano. El hambre durante la infancia causa daños mentales y físicos irreversibles, además de reducir las ganancias de una persona durante toda su vida en un 20 por ciento y la productividad económica en general. Ayuda en Acción estima que no alcanzar el objetivo de desarrollo del milenio de reducir a la mitad el hambre cuesta a los países en desarrollo más de 450 mil millones de dólares al año en pérdidas en el PIB, más de 10 veces la cantidad que estima la ONU como necesaria para conseguir el objetivo.

Las grandes diferencias del hambre

En el análisis por país que se presentó en el informe de puntuaciones del programa HungerFREE sobre el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, erradicar la pobreza extrema y el hambre, se observa que hay grandes diferencias entre aquellos países que más o menos están en el buen camino y aquellos que están lejos de él.

De los 28 países en desarrollo estudiados, sólo 8 de ellos están en el buen camino para alcanzar ambos objetivos del hambre y 20 están muy lejos de cumplir uno o los dos Objetivos de Desarrollo del Milenio. De ellos, en realidad 12 retroceden en vez de avanzar en uno o más ODM; es decir, la proporción de la población con hambre ha aumentado. De estos países, la República Democrática del Congo es el que peor resultados muestra: sorprendentemente, el 76 por ciento de la población del país tiene hambre, lo que supone haber cuadriplicado la cifra de 1990, y por tanto el peor registro sobre el hambre en el mundo. Pakistán, otro país en claro retroceso, ha visto aumentar la proporción de personas con hambre desde un 25 a una estimación del 50 por ciento en el mismo periodo.

Este hecho no se observa solamente en los países más pobres. Los países castigados por la guerra y los desastres naturales en todo el mundo tampoco están en buena situación. Paradójicamente, algunos de los países “más ricos” del mundo tampoco siguen el camino correcto. En India, una de las últimas economías emergentes globales con más “éxito” en el mundo, 1 de cada 5 personas de su población pasan hambre, y cerca del 50 por ciento de los niños están malnutridos.

20 países han avanzado a un ritmo muy lento (o retroceden) como para alcanzar la fecha final prevista para 2015; por ejemplo, según las estimaciones de Ayuda en Acción, Kenia y Senegal no lograrán el objetivo de reducir del hambre hasta 2124 y 2060, respectivamente.

En la otra cara de la moneda se encuentran 13 de los 28 países estudiados en el marco del programa HungerFREE, ya que han demostrado que la meta es posible y están en el buen camino para alcanzar uno o más objetivos. Por tanto, los objetivos propuestos son más que alcanzables.

Brasil, China, Ghana, Malawi y Vietnam se encuentran entre los que han reducido las cifras del hambre, y ocupan los 5 primeros puestos en el informe de puntuaciones del programa HungerFREE. Brasil ha reducido más de la mitad la prevalencia de niños con bajo peso en menos de 10 años. China también ha hecho progresos espectaculares y ha cumplido con sus obligaciones en cuanto al primer ODM mucho antes del plazo previsto. Ghana redujo los niveles de hambre en un 75 por ciento entre 1990 y 2004. En Vietnam, la tasa de niños con bajo peso se ha desplomado de cerca de un 45 por ciento a principios de la década de 1990 a menos del 20 por ciento en la actualidad. De forma parecida, Malawi también ha puesto fin a muchos años de hambrunas cíclicas, y el número de personas que necesitan ayuda alimenticia se ha reducido de más de 4,5 millones en 2004 a menos de 150.000 en 2009.

¿Qué debería suceder?

¿Cómo es posible que algunos gobiernos, incluyendo algunos de países muy pobres, hayan podido abordar el hambre y la pobreza de forma eficaz y otros hayan fallado? ¿Por qué algunos gobiernos y el mundo en general no hacen nada más?

Las evidencias que presentamos en este informe deberían ser motivo suficiente para espolear acciones mayores. El informe de puntuaciones de 2010 del programa HungerFREE demuestra que tomando unos pasos sencillos sería posible y asequible reducir a la mitad el hambre en 2015.

El informe de puntuaciones evalúa a los países en desarrollo en cuatro áreas de actividades públicas: compromiso local con el derecho a la alimentación, inversión en agricultura y protección social, e igualdad de género.

Lo sorprendente de este análisis es que los países que han hecho grandes avances en cuanto al hambre son los que sacan mejor puntuación en acciones políticas. Por otro lado, existe una relación manifiesta entre los países con mala puntuación en acciones políticas y aquellos con las cifras más altas de personas con hambre.

Al invertir más en agricultura local, los gobiernos pueden alimentar a sus ciudadanos y además regenerar las economías rurales. Las últimas investigaciones apuntan al papel vital que tuvo la agricultura en el despegue inicial de China. Se estima que la agricultura ha contribuido en la reducción de la pobreza cuatro veces más que el crecimiento de los sectores de la industria o los servicios. Como demuestra la historia de China, el mayor impacto en la reducción del hambre y la pobreza se logra cuando los gobiernos se centran en ayudar a los pequeños granjeros que cultivan la mayoría de alimentos de primera necesidad que se consumen a nivel local. En particular, la inversión en mujeres agricultoras puede generar beneficios espectaculares, aunque en la actualidad no reciben créditos o asesoría para ampliar sus negocios, y muy pocas veces disfrutan de la posesión de la tierra.

El informe de puntuaciones del programa HungerFREE también demuestra que los programas de asistencia social bien diseñados, como las redes públicas de empleo, las transferencias de efectivo, el racionamiento de alimentos y las comidas gratis en las escuelas son armas muy importantes en la lucha contra el hambre.

Las últimas evidencias a nivel nacional analizadas por Ayuda en Acción demuestran un aumento importante de la forma más grave de hambre infantil (el debilitamiento, o pérdida de peso a corto plazo) desde el inicio de la crisis alimenticia de en 2007/2008. Esto demuestra con precisión la vulnerabilidad de los niños frente a una ingesta insuficiente de alimentos en épocas de penuria y, por tanto, la importancia de implementar redes de seguridad básicas sobre el terreno.

Las redes de seguridad son también importantes para ayudar a que los pequeños agricultores sigan cultivando y recolectando en épocas difíciles para evitar las duras ventas de ganado y tierras que tan a menudo empujan a las familias vulnerables al precipicio del hambre y la pobreza extrema.

Brasil, el país número uno de nuestra lista por segunda vez consecutiva, ha ampliado la cobertura del bienestar de forma espectacular. Se ha aumentado el salario mínimo y se ha presentado el programa nacional de transferencia de efectivo, además de facilitarse créditos subvencionados e implementarse programas de abastecimiento para apoyar a los pequeños agricultores locales. En conjunto, se ha comprobado que estas medidas han influido notablemente en la reducción de las infames desigualdades brasileñas: las tasas de hambre infantil se han reducido más de un 50 por ciento en poco más de 10 años.

El compromiso legal con el derecho básico a la alimentación del ser humano puede ayudar a crear presión política sobre los gobiernos para que hagan del hambre una prioridad. Además de esto, es indispensable contar con instituciones rurales fuertes que ofrezcan a los más pobres cierta influencia sobre las acciones gubernamentales.

Los países ricos también tienen un papel muy importante. Deben modificar las políticas que aumenten el hambre en los países en desarrollo, como los objetivos y subvenciones que promueven el uso de biocombustibles procedentes de cosechas aptas para el consumo humano. El objetivo europeo de ampliar el uso de biocombustibles podría hacer que el precio de los cereales y los aceites comestibles sea un 15 por superior en 2017, según la OCDE.

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU predice que el calentamiento global podría poner a otros 50 millones de personas más en riesgo de sufrir hambre en 2020, e incluso sumar otros 266 millones hacia el año 2080. Los países ricos deben reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, y facilitar como mínimo los 200 mil millones de dólares anuales necesarios para permitir que los países pobres puedan combatir el cambio climático.

Por último, los países ricos deben cumplir sus muchas promesas de aumentar la financiación de la agricultura en los países en desarrollo. Casi todos los donantes empiezan con una base muy baja de inversiones en agricultura. No obstante, el informe de puntuaciones del programa HungerFREE da crédito a aquellos países que han prometido dinero para la agricultura desde el inicio de la crisis alimenticia. La promesa de prestar 22 mil millones de dólares en 3 años realizada por el G8 en 2009 para ayudar a los agricultores de los países en desarrollo y luchar contra el hambre es un paso adelante muy importante, ya que supone reconocer que la clave para solucionar la crisis alimenticia reside en los pequeños agricultores. No obstante, según los cálculos de Ayuda en Acción, sólo cerca de 6 mil millones de dólares son inversión nueva y no promesas recicladas. Y, aún así, no se sabe con certeza cómo o cuándo se distribuirá el dinero.

HungerFREE: avanzando hacia un mundo sin hambre

A medida que aumentan las poblaciones en todo el mundo, el problema consiste en cómo solucionar la crisis mundial de recursos. El consumo masivo de energía y otros recursos naturales de los países desarrollados, combinado con la amenaza de los efectos del cambio climático y las décadas de olvido de los empobrecidos pequeños agricultores de los países en desarrollo podría llevar a la escasez de alimentos y al hambre en las próximas décadas. Se necesitan planes audaces para crear economías agrícolas vivas y sostenibles en los países pobres: con ellos, el hambre pasará a las hemerotecas y no será parte de los titulares del mañana.

Para alcanzar el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio y reducir a la mitad la pobreza, los líderes mundiales, en la reunión de Nueva York que tendrá lugar este septiembre, deben:

1. Invertir en los agricultores

  • Se deben acordar planes nacionales audaces y ambiciosos para reducir a la mitad el hambre en 2015, respaldados por acciones sufragadas y con plazos definidos además de compromisos financieros por parte de los gobiernos y otros donantes.
  • La ONU estima que se necesitan al menos 40 mil millones de dólares de financiación adicional al año para reducir a la mitad el hambre en 2015; los donantes deben determinar plazos y mecanismos para cumplir con su parte y garantizar que ningún país con planes adecuados para lograr el objetivo de reducir el hambre se ve limitado por falta de recursos.
  • Los planes nacionales deben centrarse en ayudar a los agricultores pobres, en particular a las mujeres, para lograr reducir al máximo la pobreza y el hambre.
  • Los planes nacionales deben ampliar los programas de protección social para garantizar que las familias no pasen hambre en épocas de aumento de precios o malas cosechas.

2. Actuar sobre el cambio climático

  • Los países desarrollados se deben comprometer a reducir al menos en un 40 por ciento las emisiones en 2020 para mantener las temperaturas por debajo de la zona de peligro que supone un aumento de 1,5 grados centígrados.
  • Se debe aumentar la financiación relacionada con el cambio climático para cubrir al menos los 200 mil millones anuales que necesitan los países en desarrollo, garantizar que el dinero es nuevo (es decir, no se resta de otras ayudas) y especificar una fuente de financiación.

3. Cambiar con respecto a los biocombustibles

  • La Unión Europea y Estados Unidos deben eliminar los objetivos y las subvenciones a la producción de biocombustibles, ya que mina directamente la seguridad de acceso a los alimentos y tienen pocos o nulos beneficios medioambientales.

ActionAid estará en la cumbre de los Objetivos de Desarrollo del Milenio del 20 al 22 de septiembre de 2010.

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AyudaenAccion.es y Actionaid.org

El informe muestra las fechas reales en las que los países cumplirán con el primer ODM y las puntuaciones de cada uno en cuanto a sus esfuerzos en la lucha contra el hambre. Este documento se publica mientras los líderes mundiales preparan la próxima reunión de La Directora General de ActionAid, Joanna Kerr, asegura que “luchar contra el hambre inmediatamente sería diez veces más barato que ignorarla. Cada año de menos productividad del trabajador, mala salud y educación perdida cuesta millones a los países pobres.” Además, Joanna Kerr añade que “el coste no es sólo económico. Si los gobiernos no actúan ahora mismo, más de un millón de niños más podrían morir de aquí a 2015 y la mitad de África no tendrá comida suficiente durante diez años. Los últimos disturbios causados por la falta de alimentos son un claro recordatorio de que los países pobres no pueden depender de mercados de alimentos inestables. Invertir en explotaciones agrícolas locales donde reside el hambre es la mejor forma de evitar otra crisis alimenticia”, concluye.

El informe de ActionAid y Ayuda en Acción revela que de 28 países empobrecidos, 20 están lejos de reducir a la mitad el hambre para 2015 y 12 de ellos retroceden, a pesar de las declaraciones de la ONU que afirman que el mundo avanza en la consecución de este objetivo. Si China, la economía en desarrollo con más éxito, no se tuviera en cuenta en el listado, el porcentaje de personas con hambre en el mundo sería el mismo que cuando se fijaron los objetivos hace ya dos décadas.

La República Democrática del Congo, Burundi, Sierra Leona, Pakistán y Lesoto están en la parte baja de la clasificación. Lo sorprendente es que no sólo los países pobres castigados por la guerra y los desastres naturales ocupan los puestos bajos. A pesar del espectacular y rápido aumento de la economía india, los recortes drásticos en la agricultura y en las ayudas a las pequeñas explotaciones han supuesto que casi la mitad de los niños y niñas del país estén malnutridos y una de cada cinco personas pase hambre en India.

ActionAid y Ayuda en Acción aseguran que se está retrocediendo en la lucha contra el hambre por la falta de ayuda a la agricultura y al desarrollo rural, la ausencia del derecho a la alimentación en muchos países pobres y los escasos o casi inexistentes servicios de asistencia para ayudar a las familias cuando las cosechas son malas.

Brasil, China, Ghana, Malaui y Vietnam, países que lideran el ranking en la lucha contra el hambre, redujeron el hambre gracias al aumento de la inversión en pequeñas explotaciones y creando programas de protección social como redes de empleo público, transferencias de efectivo, raciones de alimentos y comedores escolares gratuitos. Malawi ha reducido el número de personas que viven de la ayuda alimentaria de 1,5 millones a 150.000 en sólo cinco años. Brasil ha reducido a la mitad el número de niños con bajo peso en menos de 10 años. China cumplirá con el objetivo del hambre cinco años antes del plazo.

Las naciones ricas también aparecen en esta lista. Luxemburgo, Francia, España, Suecia y Canadá, que se comprometieron a dar ayudas a la agricultura para apoyar la luchar contra la crisis alimentaria de 2009, son las principales naciones donantes. Portugal, Corea, Grecia, Nueva Zelanda y Austria son las que peor puntuación obtienen. Las naciones del G8 se comprometieron a donar 22 mil millones de dólares en 2009 para luchar contra el hambre, aunque ActionAid y Ayuda en Acción estiman que de ellos 14 mil millones son partidas antiguas incluidas en nuevos programas y que sigue sin determinarse cuándo o cómo se gastará el dinero.

El Coordinador de la campaña HungerFree para África de ActionAId, Henry Malumo, declara que “son tiempos duros y los presupuestos son ajustados, pero ahora más que nunca es muy importante que los gobiernos inviertan en los lugares adecuados. Los países ricos tienen que dejar de poner trabas basadas en estadísticas y demostrarnos cómo y cuándo llegará el dinero que han prometido a las personas que más lo necesitan. Malaui y Ghana son claros ejemplos de que la ayuda a los pequeños agricultores puede ser la clave para reducir a la mitad el hambre. Sólo quedan cinco años de plazo y hay mil millones de personas con hambre. Es vital que el mundo siga el ejemplo de estos dos países”, concluye.

Puedes descargar el informe completo en Inglés  o completar esta información con el resumen ejecutivo en español que te ofrecemos a continuación

 

Resumen Ejecutivo del Informe ¿Quién está luchando realmente contra el hambre?

Este septiembre, los líderes mundiales se reunirán en Nueva York para evaluar el progreso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas para reducir a la mitad la pobreza extrema y el hambre en 2015. En lo relativo al hambre, los ODM obligan a los líderes a comprometerse a reducir a la mitad la proporción de personas mal nutridas y la de niños con bajo peso. Estos objetivos son, literalmente, un asunto de vida o muerte para los mil millones de personas que luchan día a día para evitar morir de hambre.

Con sólo quedan cinco años por delante para cumplir los objetivos, ¿en qué situación se encuentra el mundo? La cruda realidad es que el mundo retrocede en lo relativo al hambre. Si se excluye de la imagen global los avances masivos de China, el hambre en el mundo ha llegado en 2009 justo a los niveles que se observaban en 1990. Esto significa que en la actualidad hay 500 millones de personas más con malnutrición crónica de las que habría si se hubiera alcanzado el objetivo de la ONU.

Las dos regiones que acogen al mayor número de personas con hambre, el sur de Asia y el África subsahariana, han sido las que más terreno han perdido a raíz de las crisis alimenticia y financiera. En el sur de Asia, la prevalencia del hambre superó el año pasado los niveles de referencia de 1990 de los ODM, y ya afecta a una de cada cinco personas de la región. Casi la mitad de los niños del sur de Asia están malnutridos, una situación que ha cambiado bien poco desde 1990. Un hecho a todas luces indefendible, ya que la renta per cápita se ha triplicado en este mismo periodo.

De forma inquietante, en el África subsahariana, en 2009 justo algo menos de un tercio de las personas padecía hambre crónica en 2009, dos puntos porcentuales más que el 30 por ciento de 2006. Lo peor de todo es que las predicciones indican que el abastecimiento de alimentos va a empeorar aún más en África, hasta el punto de que en 2020, casi el 50 por ciento de los africanos podrían no tener suficientes alimentos.

No obstante, no todos son malas noticias. Los gobiernos están empezando a reinvertir en agricultura, aunque parten de una base muy pobre. Del año pasado a este, siete países aumentaron las partidas presupuestarias destinadas a la agricultura. Las crisis alimenticia y financiera también han estimulado ciertas mejoras en los programas de asistencia social, que a veces suponen la diferencia entre la vulnerabilidad y la indigencia en tiempos realmente duros. Aunque dichos programas siguen siendo pequeños en la mayoría de países en desarrollo, doce de ellos (Burundi, Etiopía, Gambia, Ghana, Kenia, Senegal, Sierra Leona, Uganda, China, Nepal, Pakistán, Guatemala y Haití) mejoraron su puntuación este año en cuanto a cobertura de la red de seguridad social. Sólo un puñado de países empeoraron en este aspecto.

Recuento del coste

Incluso antes de que las crisis alimenticia y financiera auparan el hambre a cifras sin precedentes, la malnutrición era la causa subyacente de la muerte de casi 4,5 millones de niños cada año. Entre hoy y 2015, 1,2 millones de niños más podrían morir innecesariamente, en parte debido a los retrocesos en cuanto al hambre.

Pese a ser un número elevado, la pérdida de vidas que causa el hambre se ve empequeñecida por la pérdida invisible y permanente de potencial humano. El hambre durante la infancia causa daños mentales y físicos irreversibles, además de reducir las ganancias de una persona durante toda su vida en un 20 por ciento y la productividad económica en general. Ayuda en Acción estima que no alcanzar el objetivo de desarrollo del milenio de reducir a la mitad el hambre cuesta a los países en desarrollo más de 450 mil millones de dólares al año en pérdidas en el PIB, más de 10 veces la cantidad que estima la ONU como necesaria para conseguir el objetivo.

Las grandes diferencias del hambre

En el análisis por país que se presentó en el informe de puntuaciones del programa HungerFREE sobre el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, erradicar la pobreza extrema y el hambre, se observa que hay grandes diferencias entre aquellos países que más o menos están en el buen camino y aquellos que están lejos de él.

De los 28 países en desarrollo estudiados, sólo 8 de ellos están en el buen camino para alcanzar ambos objetivos del hambre y 20 están muy lejos de cumplir uno o los dos Objetivos de Desarrollo del Milenio. De ellos, en realidad 12 retroceden en vez de avanzar en uno o más ODM; es decir, la proporción de la población con hambre ha aumentado. De estos países, la República Democrática del Congo es el que peor resultados muestra: sorprendentemente, el 76 por ciento de la población del país tiene hambre, lo que supone haber cuadriplicado la cifra de 1990, y por tanto el peor registro sobre el hambre en el mundo. Pakistán, otro país en claro retroceso, ha visto aumentar la proporción de personas con hambre desde un 25 a una estimación del 50 por ciento en el mismo periodo.

Este hecho no se observa solamente en los países más pobres. Los países castigados por la guerra y los desastres naturales en todo el mundo tampoco están en buena situación. Paradójicamente, algunos de los países “más ricos” del mundo tampoco siguen el camino correcto. En India, una de las últimas economías emergentes globales con más “éxito” en el mundo, 1 de cada 5 personas de su población pasan hambre, y cerca del 50 por ciento de los niños están malnutridos.

20 países han avanzado a un ritmo muy lento (o retroceden) como para alcanzar la fecha final prevista para 2015; por ejemplo, según las estimaciones de Ayuda en Acción, Kenia y Senegal no lograrán el objetivo de reducir del hambre hasta 2124 y 2060, respectivamente.

En la otra cara de la moneda se encuentran 13 de los 28 países estudiados en el marco del programa HungerFREE, ya que han demostrado que la meta es posible y están en el buen camino para alcanzar uno o más objetivos. Por tanto, los objetivos propuestos son más que alcanzables.

Brasil, China, Ghana, Malawi y Vietnam se encuentran entre los que han reducido las cifras del hambre, y ocupan los 5 primeros puestos en el informe de puntuaciones del programa HungerFREE. Brasil ha reducido más de la mitad la prevalencia de niños con bajo peso en menos de 10 años. China también ha hecho progresos espectaculares y ha cumplido con sus obligaciones en cuanto al primer ODM mucho antes del plazo previsto. Ghana redujo los niveles de hambre en un 75 por ciento entre 1990 y 2004. En Vietnam, la tasa de niños con bajo peso se ha desplomado de cerca de un 45 por ciento a principios de la década de 1990 a menos del 20 por ciento en la actualidad. De forma parecida, Malawi también ha puesto fin a muchos años de hambrunas cíclicas, y el número de personas que necesitan ayuda alimenticia se ha reducido de más de 4,5 millones en 2004 a menos de 150.000 en 2009.

 ¿Qué debería suceder?

¿Cómo es posible que algunos gobiernos, incluyendo algunos de países muy pobres, hayan podido abordar el hambre y la pobreza de forma eficaz y otros hayan fallado? ¿Por qué algunos gobiernos y el mundo en general no hacen nada más?

Las evidencias que presentamos en este informe deberían ser motivo suficiente para espolear acciones mayores. El informe de puntuaciones de 2010 del programa HungerFREE demuestra que tomando unos pasos sencillos sería posible y asequible reducir a la mitad el hambre en 2015.

El informe de puntuaciones evalúa a los países en desarrollo en cuatro áreas de actividades públicas: compromiso local con el derecho a la alimentación, inversión en agricultura y protección social, e igualdad de género.

Lo sorprendente de este análisis es que los países que han hecho grandes avances en cuanto al hambre son los que sacan mejor puntuación en acciones políticas. Por otro lado, existe una relación manifiesta entre los países con mala puntuación en acciones políticas y aquellos con las cifras más altas de personas con hambre.

Al invertir más en agricultura local, los gobiernos pueden alimentar a sus ciudadanos y además regenerar las economías rurales. Las últimas investigaciones apuntan al papel vital que tuvo la agricultura en el despegue inicial de China. Se estima que la agricultura ha contribuido en la reducción de la pobreza cuatro veces más que el crecimiento de los sectores de la industria o los servicios. Como demuestra la historia de China, el mayor impacto en la reducción del hambre y la pobreza se logra cuando los gobiernos se centran en ayudar a los pequeños granjeros que cultivan la mayoría de alimentos de primera necesidad que se consumen a nivel local. En particular, la inversión en mujeres agricultoras puede generar beneficios espectaculares, aunque en la actualidad no reciben créditos o asesoría para ampliar sus negocios, y muy pocas veces disfrutan de la posesión de la tierra.

El informe de puntuaciones del programa HungerFREE también demuestra que los programas de asistencia social bien diseñados, como las redes públicas de empleo, las transferencias de efectivo, el racionamiento de alimentos y las comidas gratis en las escuelas son armas muy importantes en la lucha contra el hambre.

Las últimas evidencias a nivel nacional analizadas por Ayuda en Acción demuestran un aumento importante de la forma más grave de hambre infantil (el debilitamiento, o pérdida de peso a corto plazo) desde el inicio de la crisis alimenticia de en 2007/2008. Esto demuestra con precisión la vulnerabilidad de los niños frente a una ingesta insuficiente de alimentos en épocas de penuria y, por tanto, la importancia de implementar redes de seguridad básicas sobre el terreno.

Las redes de seguridad son también importantes para ayudar a que los pequeños agricultores sigan cultivando y recolectando en épocas difíciles para evitar las duras ventas de ganado y tierras que tan a menudo empujan a las familias vulnerables al precipicio del hambre y la pobreza extrema.

Brasil, el país número uno de nuestra lista por segunda vez consecutiva, ha ampliado la cobertura del bienestar de forma espectacular. Se ha aumentado el salario mínimo y se ha presentado el programa nacional de transferencia de efectivo, además de facilitarse créditos subvencionados e implementarse programas de abastecimiento para apoyar a los pequeños agricultores locales. En conjunto, se ha comprobado que estas medidas han influido notablemente en la reducción de las infames desigualdades brasileñas: las tasas de hambre infantil se han reducido más de un 50 por ciento en poco más de 10 años.

El compromiso legal con el derecho básico a la alimentación del ser humano puede ayudar a crear presión política sobre los gobiernos para que hagan del hambre una prioridad. Además de esto, es indispensable contar con instituciones rurales fuertes que ofrezcan a los más pobres cierta influencia sobre las acciones gubernamentales.

Los países ricos también tienen un papel muy importante. Deben modificar las políticas que aumenten el hambre en los países en desarrollo, como los objetivos y subvenciones que promueven el uso de biocombustibles procedentes de cosechas aptas para el consumo humano. El objetivo europeo de ampliar el uso de biocombustibles podría hacer que el precio de los cereales y los aceites comestibles sea un 15 por superior en 2017, según la OCDE.

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU predice que el calentamiento global podría poner a otros 50 millones de personas más en riesgo de sufrir hambre en 2020, e incluso sumar otros 266 millones hacia el año 2080. Los países ricos deben reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, y facilitar como mínimo los 200 mil millones de dólares anuales necesarios para permitir que los países pobres puedan combatir el cambio climático.

Por último, los países ricos deben cumplir sus muchas promesas de aumentar la financiación de la agricultura en los países en desarrollo. Casi todos los donantes empiezan con una base muy baja de inversiones en agricultura. No obstante, el informe de puntuaciones del programa HungerFREE da crédito a aquellos países que han prometido dinero para la agricultura desde el inicio de la crisis alimenticia. La promesa de prestar 22 mil millones de dólares en 3 años realizada por el G8 en 2009 para ayudar a los agricultores de los países en desarrollo y luchar contra el hambre es un paso adelante muy importante, ya que supone reconocer que la clave para solucionar la crisis alimenticia reside en los pequeños agricultores. No obstante, según los cálculos de Ayuda en Acción, sólo cerca de 6 mil millones de dólares son inversión nueva y no promesas recicladas. Y, aún así, no se sabe con certeza cómo o cuándo se distribuirá el dinero.

HungerFREE: avanzando hacia un mundo sin hambre

A medida que aumentan las poblaciones en todo el mundo, el problema consiste en cómo solucionar la crisis mundial de recursos. El consumo masivo de energía y otros recursos naturales de los países desarrollados, combinado con la amenaza de los efectos del cambio climático y las décadas de olvido de los empobrecidos pequeños agricultores de los países en desarrollo podría llevar a la escasez de alimentos y al hambre en las próximas décadas. Se necesitan planes audaces para crear economías agrícolas vivas y sostenibles en los países pobres: con ellos, el hambre pasará a las hemerotecas y no será parte de los titulares del mañana.

Para alcanzar el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio y reducir a la mitad la pobreza, los líderes mundiales, en la reunión de Nueva York que tendrá lugar este septiembre, deben:

1. Invertir en los agricultores

  • Se deben acordar planes nacionales audaces y ambiciosos para reducir a la mitad el hambre en 2015, respaldados por acciones sufragadas y con plazos definidos además de compromisos financieros por parte de los gobiernos y otros donantes.
  • La ONU estima que se necesitan al menos 40 mil millones de dólares de financiación adicional al año para reducir a la mitad el hambre en 2015; los donantes deben determinar plazos y mecanismos para cumplir con su parte y garantizar que ningún país con planes adecuados para lograr el objetivo de reducir el hambre se ve limitado por falta de recursos.
  • Los planes nacionales deben centrarse en ayudar a los agricultores pobres, en particular a las mujeres, para lograr reducir al máximo la pobreza y el hambre.
  • Los planes nacionales deben ampliar los programas de protección social para garantizar que las familias no pasen hambre en épocas de aumento de precios o malas cosechas.

2. Actuar sobre el cambio climático

  • Los países desarrollados se deben comprometer a reducir al menos en un 40 por ciento las emisiones en 2020 para mantener las temperaturas por debajo de la zona de peligro que supone un aumento de 1,5 grados centígrados.
  • Se debe aumentar la financiación relacionada con el cambio climático para cubrir al menos los 200 mil millones anuales que necesitan los países en desarrollo, garantizar que el dinero es nuevo (es decir, no se resta de otras ayudas) y especificar una fuente de financiación.

3. Cambiar con respecto a los biocombustibles

  • La Unión Europea y Estados Unidos deben eliminar los objetivos y las subvenciones a la producción de biocombustibles, ya que mina directamente la seguridad de acceso a los alimentos y tienen pocos o nulos beneficios medioambientales.

 

ActionAid estará en la cumbre de los Objetivos de Desarrollo del Milenio del 20 al 22 de septiembre de 2010.

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AyudaenAccion.es y Actionaid.org