Tan feliz como cuando has dejado que tu corazón y tu mente conecten, y hablen. Había grabado una breve historia sobre qué es la salud, cómo nos cuidamos a lo largo de la historia y la razón que sustenta por qué y cómo creo productos naturales y de formación o educación, para cuidar de nuestra Salud, con mayúsculas.

La Salud implica más aspectos de los que pensamos, como son aspectos físicos, mentales, emocionales, sociales o económicos. Todo está relacionado. Los motivos que sustentan mi trabajo siguen siendo los mismos que hace décadas: servir, ayudar, ofrecer lo que sé, lo que aprendo, lo que siento en mi interior, con el fin de cuidar, mejorar tu vida, la vida que vivimos y el mundo en el que estamos.

Si sólo la vida de una persona, de una familia mejora, me siento bien, es mi cometido en esta vida. Es lo que sé hacer. Crear porque creo en ti, porque creo firmemente que podemos vivir mejor, y ser felices. Por eso, realmente, quisiera llegar con mis mensajes a cuantas más personas, mejor.

Elegí el nombre de Biloba porque esa palabra equilibrio, sinergia, complementariedad entre contrarios, ciclos, resistencia, resiliencia, sencillez, fortaleza. Utilizo la marca Master Life para recordar que podemos adquirir maestría en la vida. Las cosas que nos dan alegría no llegan sin más (aunque te lo parezca), llegan con consciencia, llegan cuando participamos con un propósito, con intención.

 Alguien, siempre hay alguien…

Nada de lo que hago sale al mundo sin más. En esta imagen que hoy te comparto, alguien había preparado un viaje a miles de kilómetros de donde vivo, estaba en Sudamérica, alguien había preparado el estudio, la luz, las cámaras.

Alguien me hizo sonreír y me dijo: “doctora, tranquila”, sabiendo que estaba nerviosa, que me puede la responsabilidad y que me iba a dejar el alma en los diez minutos que luego duró precisamente ese speech para llegar al corazón de otras personas.

Alguien grabó de modo informal y me envió el vídeo, porque sabía que me gustaría tenerlo.

Alguien está en mi cabeza, a quien dirijo mi mensaje, quizás tú.

Posiblemente trabajes con un equipo, mayor o menor. Puede ser que dirijas una multinacional o tu pequeña empresa o actividad de emprendimiento. Incluso cuando pensamos: “Todo lo hago yo sola, solo”, no es real.

Alguien ha diseñado las herramientas que utilizas para hacer tu trabajo, alguien en una central se ocupa de que te llegue luz, de que tengas internet.

Alguien está en un almacén quizá pasando frío, preparando los alimentos que luego van a llegar a la tienda que está cerca de tu casa.

Alguien se juega la vida en lugares muy lejos de sus familias para que tú tengas ese producto que tanto te gusta. Es posible que ese alguien trabaje mucho más que tú y no le llegue su salario para casi nada.

Estamos todos conectados y es vital ser conscientes de la economía que utilizamos.

Creemos que las cosas salen de la nada y no, no es así.

Como decía al principio, mi motor es ayudarte y servir con lo que sé y puedo contarte. Si me conoces puedes pensar: “Pero Nuria ¡te encanta estudiar, aprender y contar cosas!”. Así es. Pero, ¿de qué sirve todo lo que aprendo y sé, si me sirve solo a mi y me largo de este mundo?. Pensé mucho sobre esto. Desde muy joven me daba cuenta de que las historias que narraba sobre lo que aprendía o para contar lo que aprendía, entretenían a mis amigos y a sus hermanos y hermanas. Y les ayudaba a comprender lo que nos pasaba en aquellas edades. Algunos, también es verdad, no me hacían mucho caso, es más, ninguno… no me hacían ningún caso por más que yo insistía en la barbaridad que era seguir por ese camino de descuido y de contacto con sustancias tóxicas que estropean el cuerpo y la mente. Yo lo pasaba mal, hasta que llegó un punto en que decidí que está bien si alguien me escucha (y se cuida) o no.

Nos miran: unas pocas personas, un millar, un millón. 

Los/las artistas, creadores, pensadores entregan al mundo su obra y ya. Es algo que me ha fascinado siempre. Al final, damos y dejamos en este mundo lo que creemos que es bueno, lo que nos ayuda a nosotros/as, exponiendo nuestro corazón, nuestras fortalezas y nuestras debilidades, en un alarde de coraje. Alguno pensará que en un alarde de orgullo… bueno, hay de todo.

Por mi parte, suelo hablar del concepto “hijos/as intelectuales”. Me gusta esta conexión en la que unos somos hijos/as intelectuales unos de otros como muestra de esa relación secuencial maestro/aprendiz. En la introducción de un libro mío escribí más o menos esto: “Que lo modifiquéis si es necesario, que lo critiquéis, que construyáis sobre él. Si hay algo que comentar y, estoy viva, me gustaría saberlo, para seguir aprendiendo”.

El motor profundo de todo aquel que lanza conscientemente su obra, desde la soledad y el vértigo de exponerse, es hacer de este mundo, un mundo mejor, porque como reza el nombre de esta publicación “Otro Mundo es Posible” y solo nosotros/as podemos crear y liderar el cambio desde nuestra vida.