Sin embargo, cuando para la descalificación se recurre al retrato manipulado, feroz y cargado de provocaciones para el enfrentamiento, cuando se incita al regreso a un pasado que todavía duele, la respuesta de las gentes de Madrid no debería ser otra que la sensatez y la madurez.
Valga el aviso para todas esas gentes que solo leen y escuchan lo que quieren ver y oír. Usted puede ser un conservador, un votante de lo que llamamos centro-derecha, un partidario de cierto orden social y un creyente convencido y por supuesto, votar a posturas que considera cercanas a su ideología, está en su derecho. Pero huya de las soflamas y los descréditos gratuitos, rechace los eslóganes manoseados y rancios, que esconden el deseo de la confrontación el odio y la xenofobia. Exija que no le mientan y sobre todo, sea demócrata. Porque la Democracia es la que le permite mostrar su punto de vista y presumir de sus querencias.
Si su candidata le compara el sueldo de su abuela con una falsa perorata, sin añadir que su líder –que nunca ha trabajado– gana mucho más que la taimada manipulación de lo que nos cuesta un joven amparado por el estado, cuando esta misma candidata desconoce el número y la procedencia de los socorridos, no solo le está mintiendo y engañando, le está manejando; tal vez porque sabe que usted no contrastará sus afirmaciones.
Si otra candidata le propone disyuntivas entre una ideología o la libertad, cuando las raíces de su partido se gestaron en el bulbo de los que pergeñaron el golpe de estado, no le está ensalzando sus propias virtudes sino demonizando a su oponente, como sucediera en tiempos no tan remotos y que todavía lloramos. Eso no es programa electoral es el tiro al plato.
Y a pesar de todo, ambas candidatas se confabularan gozosas después de cuatro de mayo para formar gobierno en la Comunidad de Madrid. Sí, amigos. A pesar de señalarse ambas como adalides de la libertad, son las que se la recortaran a todos ustedes si las votan. Pero quienes piensen hacerlo no leerán este artículo, porque no les gusta que les hagan recapacitar.
Respetuosamente a ustedes les va la marcha y los desfiles; votar lo mismo que su señorito; combatir al oponente con la saña del enfrentamiento fraternal; ensalzar la bandera como si solo fuera suya; despreciar a los emigrantes, mientras una de ellas cuida de sus madre en la residencia; despreciar a las gentes de otro tono de piel, excepto si le dan bien a un balón –y son de su club– o conducen un monoplaza de Fórmula 1; rechazar otras creencias, pero permitir que su equipo deportivo favorito pase a manos de un príncipe de la Mil y una noche o del cacique de turno; ensalzar a los triunfadores, siempre que piensen como ustedes; elegir una escuela elitista para sus hijos, con la exigencia de que la paguemos entre todos. Libertades y democracia como la de los cerdos de Rebelión en la Granja: Todos somos iguales, pero unos más que otros.
Seguro que se ríen a mandíbula batiente de este artículo cuando las urnas les confirmen su victoria, pero recuerden, son ustedes, los madrileños –por desgracia todas y todos– los que tendrán que soportar durante dos años más la situación. Buena suerte.
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