Un dardo certero contra una de las nuevas formas precarias de contratación actuales, en este caso los repartidores en la época de las compras por Internet. Bajo una apariencia engañosa de “falsos autónomos” y con la ayuda de la tecnología las empresas abusan y priman la eficiencia económica, el control y la inmediatez en los servicios solicitada por unos clientes sin pizca de empatia. Y todo a costa de un estado de esclavitud de los trabajadores con jornadas infinitas para no llegar ni a un salario digno, sin seguros, ni derecho a ponerse enfermos, atender una urgencia básica familiar, conciliar,  en suma vivir.

Una precariedad laboral que también sufren aquellos que trabajan de cuidadores de otros a los que sus familias abandonan, ancianos, personas con necesidades especiales, enfermos de Alzheimer. Trabajadoras, casi siempre, a las que habría que poner un monumento, y  a las que sin embargo ni les dan el tiempo necesario para hacer bien su trabajo, ni les pagan  ni les reconocen adecuadamente, y aún así, son extremadamente profesionales, un pozo de amor y honestidad. El papel de la madre me ha parecido maravilloso..

Ken Loach, luchador incansable por los derechos de los trabajadores, muestra su nostalgia por tiempos pasados y  juega con la frase que dejan los mensajeros ingleses cuando no estás en casa para hablar también de cómo afecta toda esta precaria situación laboral a la familia y como todos, de forma especial los hijos, echan de menos a sus padres, que se matan a trabajar y sufren por ellos, echan de menos pasar tiempo juntos, conocerse, disfrutar. Echan de menos tiempos mejores, “estar como antes”, dice el hijo adolescente.

Venía conduciendo de vuelta a casa y pensaba en la connivencia de todos nosotros con estas situaciones y echaba de menos por ejemplo las compras que hacíamos cuando era pequeña en las tiendas del barrio, la comida, la ropa, todo era de tú a tú, la ayuda de los vecinos, tu mami y tu papi en casa, las comidas juntos, y la lentitud, las cosas no eran tan rápidas como ahora, y sin embrago muy gratificantes.

Algo tendremos que hacer entre todos para que sin negar los avances tecnológicos que traen tantas cosas buenas, no sigamos perdiendo unos derechos laborales y personales que tanto les costó conseguir a nuestros mayores. Trabajos dignos que permitan y concilien con una vida familiar y personal. Sin eso nadie puede ser feliz.

Empezaré a revaluar donde, cómo y a quien  realizo mis compras, y lo que es seguro es no voy a quejarme más cuando el repartidor me tire el paquete al patio cuando no estoy en casa.

¡PELÍCULA MUY RECOMENDABLE!.