El político y economista Alberto Acosta insiste en su carácter “en construcción”. Se trataría de una propuesta inacabada cuyo sentido hay que buscarlo más bien en lo que abre como horizonte de sentido para la propuesta de alternativa de modo de sociedad. En otra perspectiva, pareciera que en la idea de buen vivir/sumak kawsay hay que sostener una inquietud utópica que mantenga en movimiento el proyecto de sociedad como una formulación de verdadera alternativa.
A la vez, la movilización de que puede ser capaz una actitud utópica podría favorecer la acumulación de las fuerzas políticas y culturales necesarias para confrontar los paradigmas hegemónicos y los sectores sociales dominantes. En este sentido habría que recuperar la posibilidad utópica en la propuesta social de un proyecto de convivencia, y un camino de (r)evolución.
Según el uruguayo Eduardo Gudynas el buen vivir/sumak kawsay surgió tanto de la desafección como de la oposición hacia las políticas dominantes del desarrollo, especialmente en la reciente fórmula neoliberal. Sus objetivos han sido plantear una alternativa respecto del logro de una redistribución de los ingresos de las mayorías y una mejor calidad de vida, así como una nueva forma de comprender las relaciones humanas con la Naturaleza. En este contexto, las influencias de cosmovisiones indígenas emergentes en la disputa política del siglo XXI han sido determinantes. De aquí ese nombre doble, que indica hacia una compleja interpretación filosófica intercultural.
El boliviano Huanacuni pone su atención en la visión de un paradigma comunitario que constituye no solo al grupo humano y, por ejemplo, su economía, sino también a una familiaridad con la Naturaleza. Las “comunidades” refieren lo real como totalidades interconectadas, lo que problematiza las nociones modernas de individualismo e individualidad. Siendo la Pachamama-Madre Tierra la espiritualidad que configura los modos de vida, y la recuperación de la memoria ancestral como proyección de un tiempo futuro.
La Secretaría Nacional de Desarrollo del Estado ecuatoriano señala el buen vivir/sumak kawsay como una propuesta de transformaciones sociales. Ella se construye permanentemente desde reivindicaciones de actores que buscan sustituir las dimensiones cuantitativas del economicismo y la acumulación indefinida, y desde la integración de los grupos sociales excluidos de las lógicas del mercado capitalista, así como incorporar formas de producción diferentes a esas lógicas.
El buen vivir/sumak kawsay reivindica también la revisión y reinterpretación de las relaciones entre Naturaleza y humanos, proponiendo un bio/ecocentrismo de los ritmos y diversidad natural que sustituya el antropocentrismo perturbador moderno (desequilibrios ecosistémicos).
La perspectiva de las “armonías” de la vida y el mundo se contrasta con la visión de la acumulación de bienes y riquezas. Una riqueza distinta habla de una capacidad para la multiplicación y complejizaciòn de la relacionalidad y afectividad humanas. De una valoración de los saberes locales en relación al conocimiento hegemónico tecnocientìfico y occidental.
Acosta y Oviedo advierten que hay que distinguir buen vivir del vivir mejor en un sentido que no es un mero juego de palabras. Por vivir mejor entienden que se menta el progreso indefinido, la propensión al consumismo y la acumulación material que definen una noción de bienestar. El buen vivir, en cambio, señala la construcción de una sociedad solidaria y contenida en valores de simpleza voluntaria. La alusión a los pueblos indígenas no significa cierto retorno a un pasado (“romántico”), sino una referencia otra que permite destacar un paradigma con fuerza alternativa.
Lo que se ha convertido en toda una cosmovisión moderna -el progreso y el desarrollo- como interpretación de la evolución histórica de las sociedades, se choca con una concepción circular del tiempo que reinterpreta, por ejemplo, la noción de “subdesarrollo” como un estado anterior e inferior al “desarrollo”.
La perspectiva de la circularidad refiere también a la contención del consumo de recursos naturales de acuerdo a las condiciones que son sostenibles para los ecosistemas. A evitar una producción de residuos que no se puede absorber por el ambiente. Las ideas actuales de reutilización y reciclaje adquieren una nueva dimensión en las fórmulas del buen vivir/sumak kawsay. Los llamados “derechos de la Naturaleza” reflejan una agudización de las percepciones y propuestas para lo que nosotros llamamos una sociedad ecológica.
Totalmente de acuerdo con Fernando Viveros Collyers. Revisar y actualizar ideas y palabras que le dan forma a las ideas, es un compromiso social. Por cierto muy necesario hoy , donde los medios de comunicación que quieren «vender» solo muestran catastrofes y las redes sociales tienen una llegada social impresionante y cotidiana. Es necesario mostrar las formas posibles para un «buen vivir» la gente necesita saber como hacerlo para estar mejor, más relajada, más calma…Por otro lado se sabe que el mundo produce produce y produce , más de lo que se necesita consumir. Y en esa producción se van nuestros bienes naturales.
Saludos y felicitaciones por la nota.