"foto"La adaptación al cambio climático puede realizarse, entre otras maneras, a través de los ecosistemas, usando los “múltiples” servicios y funciones que ofrecen a los seres humanos, según ha propuesto en Bruselas el experto en adaptación y política de financiación de la organización ‘The Nature Conservancy’, Yabanex Batista.

En su intervención en la ‘Green Week’ (Semana Verde) que organizó la Comisión Europea del 1 al 4 de junio, ha explicado que el concepto Ecosystem Based Adaptation (Adaptación basada en los Ecosistemas) consiste en cómo utilizar ecosistemas y el planeta para la adaptación al cambio climático porque éstos ofrecen una “gama de servicios y herramientas”.

“Los ecosistemas nos proveen comida, agua, defensas naturales contra inundaciones, contra la subida del nivel del mar. Se trata por tanto de ver cómo podemos aprovechar estos servicios en la batalla del cambio climático”, ha añadido. Posteriormente, ha explicado que, en su opinión, el “meollo en la conservación de la biodiversidad” es la falta de conciencia y el escaso valor que la sociedad otorga al medio ambiente que, al no darle el reconocimiento que se merece, no se está estableciendo una sociedad y una economía que incluyan dicha externalidad positiva de los beneficios que el medio ambiente ofrece.

“Cuando pensamos en el desarrollo económico no tenemos en cuenta la degradación a los ecosistemas al ambiente como una externalidad negativa y no lo estamos poniendo en la ecuación”, ha lamentado Batista, que ha añadido que si un recurso no tiene valor, no se podrá crear conciencia sobre ello y cada ciudadano puede pensar que todo es gratis.

EL AGUA EN ESPAÑA

Concretamente, ha señalado que uno de los problemas más graves es el agua en distintas latitudes del Planeta, como en los trópicos y en las grandes altitudes, pero también en España, donde ha calificado el problema de “muy serio” porque aunque (este año) llueva mucho no hay que dejar de preocuparse.

En este sentido, ha comentado que tanto en España como en el resto de Europa se puede replicar un modelo que The Nature Conservancy está desarrollando en Quito (Ecuador) y que prevé poner pronto en marcha en Colombia, Perú, México y América Central.

Así, ha indicado que el programa ‘Fondos de Agua’ es un sistema de pago por servicios ambientales que consiste en un fondo fiduciario o fondo patrimonial en el que participen distintos actores del sector privado, gubernamental, de las ONG y donantes internacionales, con el que realizar proyectos en materia de conservación y que permita a las zonas en ecosistemas en peligro recibir un pago por el cuidado de los mismos.

Batista ha puesto de ejemplo el Fondo del Agua de Quito (Ecuador), que comenzó con 21.000 dólares y hoy cuenta con 8 millones de dólares que generan intereses que se están invirtiendo en la conservación de las cuencas altas de los ríos, ya que en la capital cerca del 60 por ciento del agua que recibe la población procede de las áreas protegidas que rodean la ciudad.

“Es esencial conservar esas zonas”, ha indicido Batista, que considera que lo que garantiza el agua no es solo construir presas sino que hay que conservar la fuente. Asimismo, la estrategia ofrece “beneficios múltiples” tanto a los que viven en la zona baja de la cuenca, que reciben un agua limpia, sino también a los que residen en la parte alta, que recibirán dinero para proyectos de concienciación ambiental y para que puedan tener otras alternativas y adaptarse para cuando les afecte de pleno el cambio climático con el derretimiento de los glaciares.

A este respecto, ha dicho que “de las cosas más importantes en los problemas ambientales es que las soluciones en mitigación y adaptación se pueden a aplicar a otros lugares” y, en este caso, ha subrayado que se puede reproducir en el contexto europeo, también afectado por el deshielo y la falta de agua. “El cambio climático no está solo en los países del sur sino que ya está sucediendo aquí también“, ha recordado.

Por otro lado, ha explicado otra iniciativa, también reproducible en los ecosistemas marinos españoles, que en este caso va dirigida a proteger el ‘Triángulo coralino’ mediante un proyecto internacional en el que participan Indonesia, Malasia, Timor Oriental, las Islas Sólomon, Papúa Nueva Guinea y Filipinas.

El proyecto consiste en fortalecer las áreas marinas protegidas, en mejorar la sostenibilidad de las pesquerías marinas, buscando áreas marinas protegidas que sean resistentes al cambio climático, en un área en la que la economía depende principalmente de la existencia y buen estado de los corales.

Finalmente, ha resumido que los pilares básicos de la idea, que ya se está desarrollando en la Bahía de Kimbee, son reducir las amenazas actuales en el medio ambiente, la degradación actual como la contaminación o la sobrepesca; identificar los tipos de ecosistemas de dicha región; asegurar la representatividad en ese área marina protegida, para que cuando lleguen los efectos del cambio climático, el coral pueda resurgir, y facilitar la conectividad de los ecosistemas porque los corales de unas zonas “se comunican ecológicamente con los de otras áreas”.

 

 

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