Es, sin duda, la demostración de la voluntad de la Comisión Europea de salvaguardar estos insectos imprescindibles para el equilibrio ecológico, para la agricultura y por lo tanto para que nuestros platos se puedan seguir elaborando con una diversidad de alimentos nutritivos y llenos de colores. Recuerdo que al menos una tercera parte de lo que comemos depende de la polinización y, en particular, de la efectuada por las abejas… ¡las más de 20.000 especies de abejas que existen en el mundo!

Sin embargo, la prohibición de los tres neonicotinoides (la clotianidina y el imidacloprid – el insecticida más vendido en el mundo – de Bayer y el tiametoxam de Syngenta) tiene muchos “peros”: se trata de una prohibición temporal (dos años a partir de ayer) y parcial (no se aplica a todos los cultivos ni a todos los usos). Aquí puedes consultar un análisis exhaustivo de la prohibición.

Esta prohibición debe ser reforzada, debe ser permanente y total, además hay muchos otros plaguicidas peligrosos para las abejas y demás polinizadores, como los identificados en nuestro informe “El declive de las abejas”. Por otro lado, para que las abejas, bien cómo los demás seres vivos, como nosotros, puedan vivir saludablemente es decisivo abandonar las peligrosas prácticas de la agricultura industrial y apoyar decididamente la agricultura ecológica.

Termino con las palabras del Comisario Europeo de Salud, Tonio Borg, como señal de esperanza y de que, cuando quieren, los políticos pueden pasar de las palabras a los actos:

«Hace un mes, a raíz del elevado número de riesgos detectados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, me comprometí a hacer todo lo posible por proteger la población de abejas melíferas. Las restricciones que hoy adoptamos son la respuesta a ese compromiso y marcan un nuevo hito en la lucha por garantizar a las abejas melíferas un futuro saludable porque las abejas desempeñan dos papeles importantes, como productoras de miel, pero sobre todo como polinizadoras. Cerca del 80 % de la polinización es obra de las abejas, un proceso natural que no entraña coste alguno».

Aunque la prohibición haya sido un paso de gigante, de aquí a “todo lo posible por proteger la población de abejas melíferas” queda mucho por hacer. Debemos unir fuerzas más que nunca y aprender de estos maravillosos insectos, actuar como un verdadero enjambre, y devolverles a ellas lo mucho que nos dan a nosotros.

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