La novedad, si es que la hay, es que los votos prestados a Ciudadanos han sido devueltos al PP; su natural poseedor. Y, salvo en sexología, son lo mismo 69 más 2 que 71 y los cinco escaños perdidos por el PSOE sólo hubiesen sido significativos si Unidos Podemos le hubiese superado. Por tanto hemos vivido seis meses de oscuridad, parálisis y mutis parlamentario, eso sí cobrando, para que la escena vuelva a ser la misma.
Como verán he preferido la metáfora literaria de la analepsis a la del “día de la marmota”, y hubiese sido fácil por el paralelismo con el “trabajo” que desarrollan muchos diputados; porque la marmota de Punxsutawney anuncia el final del invierno y las elecciones de ayer anuncian que nuestro Phil hispánico cuenta con el apoyo de la mayoría de votantes y condiciona de nuevo la formación de un gobierno mayoritario y progresista.
No voy a poner en entredicho la opinión de la mayoría de mis conciudadanos, ni su grado de madurez política, ni sus tragaderas con la corrupción y la explotación. Defenderé siempre su derecho a la libertad de expresión y de opinión, consciente de que muchos de ellos no defenderían la mía. Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme ¿qué narices hace falta para castigar a los ineptos y a los corruptos?
En su día Rajoy nos vendió aquella niña que siempre tenía presente en su mente. Hoy, aquella niña está sin trabajo, sin becas o, en el peor de los casos, esperando una intervención quirúrgica que tarda en llegar por los recortes sanitarios. En esta campaña electoral, Rajoy, ya no le ha hablado a esta niña imaginaria, ha preferido dirigirse a una hipotética “viejoven” que sigue votando al PP por “experiencia”. Y así ha sido. La viejecita de marras que en el anuncio se la suponía cercana a los setenta, es un claro ejemplo de los votantes de Rajoy que ven, en los ancianos diputados populares, de cuarenta o cincuenta años, un referente. Ancianos, no por edad o sabiduría, sino por agotamiento ideal, por aspirantes a prevaricadores, a maestros trileros, adoradores del capital, inmovilistas y fuleros.
Eso es lo que ha votado la mayoría. Pero hay otras y otros “viejóvenes” que enseñamos, con mayor o menor éxito, lo poco o lo mucho que saben a los actuales líderes de las formaciones progresistas, esbozando una sonrisa cada vez que dicen algo que parece novedoso, sabiendo lo que nos costó que lo entendieran y lo que todavía nos cuesta para que lo asuman; abuelas y abuelos que peleamos frente a una dictadura feroz para que todos pudiéramos votar, incluso los intolerantes; viejóvenes que reinventamos un país; que todavía nos queda fuerza para levantar de nuevo las barricadas
Ahí estamos señor Rajoy, para lo que usted y sus votantes les guste mandar, que luego haremos lo que nos de la gana porque nos sobran bemoles, imaginación y experiencia. Virtudes que esperamos tengan los líderes de las formaciones progresistas para enviarle a la oposición.
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