“Si te caes siete veces, levántate ocho”.
Proverbio chino.
En el ámbito tecnológico, el avance ha sido sorprendente; para muestra un botón: En los últimos cinco años China ha desarrollado un ferrocarril de alta velocidad con levitación magnética que es único en su tipo y que alcanza velocidades de 430 km/h permitiendo al viajero llegar a localidades “lejanas” en tan sólo unos minutos. Sin embargo, este desarrollo también ha generado un serio problema de contaminación por el aumento de la población y el incremento en el consumo, lo cual ha rebasado a las autoridades en el tratamiento de residuos. Las montañas de basura constituyen uno de los precios del desarrollo para esta nación.
El precio del desarrollo ha sido alto. En 1980, China generaba 30 millones de toneladas de basura al año, actualmente el gigante asiático genera 180 millones de toneladas en un mismo periodo. En 30 años la cifra se ha sextuplicado y sigue creciendo a un ritmo cercano al 10 por ciento anual. Se estima que 445 ciudades chinas están rodeadas por desperdicios, es decir, dos tercios de las 668 principales urbes chinas están rodeadas por montañas de residuos que nos dejan de crecer y que constituyen un altísimo riesgo sanitario para los habitantes.
La ciudad de Beijing, con cerca de 20 millones de habitantes, produce cerca de 20 mil toneladas diarias de basura, de las cuales un tercio no tiene espacio en los vertederos. La capital tan sólo incinera el 2 por ciento de la basura que produce, mientras que el resto se va acumulando en los alrededores de la metrópoli. A este “cinturón” de basura se le denomina el séptimo anillo, ya que Beijing cuenta con seis anillos periféricos en los cuales circulan diariamente miles de vehículos. Recientemente el fotógrafo Wang Jiuliang, se dio a la tarea de fotografiar y marcar con símbolos amarillos los 500 vertederos de esta ciudad, y les denominó el séptimo anillo, en los cuales diariamente circulan millones de toneladas de basura.
El alcalde de Beijing Guo Jilong, y su equipo de trabajo, se ha mostrado preocupado por el crecimiento desmedido de desechos que produce la capital china. El gobierno local ha señalado que va a limpiar la basura almacenada alrededor de la urbe, aunque se ignora cómo van a hacerlo. Por lo pronto, una de las medidas que han sido adoptadas en esta emergencia, ha sido la de verter una sustancia aromática mediante sprays gigantes que circulan en camiones y que desodorizan el ambiente. La sustancia vertida al aire busca atenuar los malos olores y la insalubridad de las zonas cercanas a los depósitos de basura.
A nivel nacional, las autoridades chinas buscan solucionar el problema mediante la instalación de múltiples incineradores de basura en ciudades chinas. Desafortunadamente, quemar o enterrar la basura representa un riesgo, ya que podría agravar los ya fuertes problemas de contaminación de agua, aire y tierra en China. También se pretende construir 300 centrales eléctricas en los próximos cinco años basadas en la incineración de basura.
La acumulación de basura en China representa una seria amenaza a su desarrollo sustentable; esta problemática representa un reto y un desafío en esta admirada nación que crece a tasas muy elevadas y que son superiores a la media anual mundial. Todo un drama chino.
Por Alejandro Guerrero Monroy
Coordinador Centro IDEARSE para la Responsabilidad y Sustentabilidad de la Empresa
Universidad Anáhuac México Norte.
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