índiceAl fin pasó los que muchos vaticinaban y algunos anhelaban. El bipartidismo se ha derrumbado en España y, aunque las dos grandes formaciones siguen estando al frente del Parlamento, su representatividad es tan escasa que sólo la unión de los dos parece garantizar un Gobierno estable, una opción que muy pocos contemplan a día de hoy.

Durante años se advirtió de que gran parte de la ciudadanía no se sentía representada por un sistema de turnismo entre dos partidos que, sin embargo, garantizaba cierta estabilidad. Ni PP ni PSOE quisieron ver que se estaban alejando del pueblo y ahora el precio es un Congreso con tanta diversidad que es un loable ejemplo de pluralismo y un peligroso ejemplo de caos y bloqueo.

¿Soluciones? Ante el riesgo de sumir al país en más caos con unas nuevas elecciones, parece lógico que lo idóneo es lograr que alguien forme Gobierno con los apoyos suficientes. La cuestión es quién puede obtener esos apoyos. El PP ha quemado tantos puentes en estos cuatro años de tiránica mayoría absoluta que parce harto difícil que alguien más allá de Ciudadanos lo escuche. En cuanto al PSOE, precisaría de tantos apoyos distintos que se presume titánica la labor de investir a Pedro Sánchez como presidente, y eso con dudas muy razonables sobre la durabilidad de ese hipotético Ejecutivo.

Hablemos ahora de la denominada Gran Coalición; es decir, un acuerdo entre PP y PSOE, el único que garantizaría una mayoría estable. ¿Es posible que el PSOE favorezca un Gobierno ‘popular’ sin hacerse el harakiri? Se presume complicado, pero quizá no sea imposible, no si los socialistas consiguen imponer el necesario relevo de Rajoy en la Moncloa, purgar a todo cargo público relacionado con casos de corrupción y garantizar la aquiescencia del PP con un más que imprescindible proyecto de reforma constitucional. También sería deseable cambiar la injusta ley electoral, pero en ese punto parece claro que tanto unos como otros prefieren que todo siga igual y que sus oponentes sigan viéndose perjudicados.

Ahora bien, ¿es una utopía esto? Quién sabe. Las grandes coaliciones de conservadores y socialdemócratas no son tan atípicas en otros estados europeos, o los pentapartitos como en su día tuvo Italia (donde ahora el centro izquierda está sostenido en la Cámara de Diputados por el centro derecha postberlusconiano), pero España carece de experiencia en este sentido y nuestra sectaria naturaleza nos lleva a ponernos siempre en posturas extremas poco dadas al entendimiento con el contrario. Mientras en otros países de Europa la inestabilidad política se solventaba sin dramas y las coaliciones estaban a la orden del día, aquí siempre se ha sido más de resolverlo todo con el pronunciamiento y la guerra civil, el verdadero deporte nacional español, como bien apunta Javier Cercas.

Así que ése es el gran reto que se presenta ahora en nuestro país, el de aprender a pactar. La irrupción de nuevos partidos y la mayor pluralidad del arco parlamentario es a todas luces positivo, si se sabe gestionar. Nuestros representantes en el Legislativo tienen la responsabilidad histórica de olvidar sus cainitas genes españoles y aprender de una vez por todas lo que es el pacto.

Esta España ingobernable debe aprender a pactar.