Los humedales se encuentran prácticamente en todo el planeta, desde la tundra hasta los trópicos. Se estima que ocupan un 6% de la superficie terrestre del planeta. En los últimos 100 años se ha perdido una parte muy importante de los humedales en todo el mundo.

¿Por qué se han destruido los humedales?

Históricamente muchos humedales se han desecado para luchar contra la malaria y para ganar tierras para la agricultura y ganadería. En otras zonas se han destruido al eliminarse la principal fuente de agua, destinada a usos urbanos o agrícolas. Algunos ejemplos espectaculares son la práctica desaparición del Mar de Aral en Rusia, o la degradación del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel en España. La expansión urbana e industrial también han afectado muchísimos humedales litorales en todo el mundo.

La población se concentra a lo largo de las costas y uno de los impactos, casi irreversibles, es la ocupación del suelo a lo largo del litoral. Otras causas importantes de degradación de los humedales, aparte de la ocupación del espacio o la competencia por el agua, son la pérdida de calidad del agua debido a un incremento desmesurado de los nutrientes disueltos, como los derivados del nitrógeno o del fósforo, que provocan la llamada eutrofia. El resultado son aguas de color opaco verdoso, la reducción de la cantidad de oxígeno disuelto y la desaparición de las plantas acuáticas sumergidas e incluso la muerte de los peces por anoxia.

¿Por qué son importantes y por qué hay que conservarlos?

Los humedales son importantes porque constituyen ambientes extraordinariamente productivos y diversos. Son capaces de albergar enormes concentraciones de aves, mamíferos, anfibios, reptiles, peces e invertebrados. Constituyen también un importante reservorio de material genético. El arroz, planta que alimenta a casi la mitad de la humanidad, es originaria de los humedales asiáticos. Algunas adaptaciones a las condiciones de humedad, están siendo estudiadas para buscar aplicaciones industriales. Por ejemplo, se intenta imitar la estructura de la hoja de loto, para expulsar el agua de las superficies de determinados materiales.

Destacar la importancia de los manglares que además de proporcionar alimento con sus frutos, con la fauna terrestre y acuática que albergan, material para construcción, leña de gran valor como combustible y otros bienes y servicios, juegan un rol importantísimo en la protección de la costa frente a tormentas y tsunamis, tal como se pudo constatar en el trágico tsunami de Indonesia.

Los humedales en el ciclo del agua

Durante el siglo XX el consumo de agua dulce en la Tierra se multiplicó por 6, mientras que la población humana se triplicó. Se estima que en el año 2025, dos de cada tres personas en el planeta podrían sufrir restricciones en el uso del agua. Los humedales pueden jugar un rol esencial en el ciclo del agua. Por un lado son ideales para actuar como zonas de laminación en el caso de grandes avenidas de los ríos. De este modo, evitan daños aguas abajo y al mismo tiempo, contribuyen a la recarga de los acuíferos. Otra de las funciones clave que juegan, es como depuradoras naturales.

Tienen una enorme capacidad para absorber nutrientes como los nitratos y los fosfatos. Las grandes extensiones de carrizales, totorales yambientes similares formados por grandes plantas helófitas, que tiene sus raíces o rizomas en el sedimento saturado de humedad, pero una parte de los tallos y hojas fuera del agua, forman filtros perfectos capaces de convertir un agua cargada de sólidos en suspensión y de nutrientes, en agua cristalina e incluso potable. Cada vez más, se están construyendo humedales artificiales para que actúen como depuradoras de aguas residuales. Son sistemas sencillos desde el punto de vista tecnológico y mucho menos costosos que las depuradoras convencionales.

Los humedales y el carbono. Sumideros frente al cambio climático

Varios tipos de humedales se caracterizan por su elevada productividad y por la capacidad de captar carbono. Las turberas de latitudes elevadas han constituido durante miles de años profundos depósitos de turba procedentes de algas del género Sphagnum y de las plantas que las acompañan, como distintos tipos de brezo. En otras latitudes, los grandes carrizales también constituyen profundos depósitos de turba formada por las raíces y los tallos y hojas en descomposición dentro del agua.

Algunas de estas turberas en sustrato alcalino son particularmente eficientes en acumular materia orgánica. También existen turberas en los trópicos y destacan bosques inundables situados sobre depósitos de decenas de metros de profundidad. En los últimos años algunos de estos bosques en Indonesia han sido destruidos para substituirlos por plantaciones de aceite de palma, destinado a biocombustibles para Europa. Un estudio en profundidad demostró que la liberación de dióxido de carbono de estos bosques pantanosos era muy superior al supuesto beneficio de substituir gasolina por biodiésel.

Los humedales, además de constituir buenos sumideros de carbono, se caracterizan por su enorme capacidad de adaptación. Precisamente por tratarse de ambientes inestables y cambiantes, estarán mejor posicionados ante los posibles efectos que ya se están produciendo con el cambio climático.

En todo el mundo tenemos ejemplos de historias de éxito en la conservación e incluso restauración de humedales. Muchos países desarrollados han invertido enormes cantidades de recursos para restaurar aquello que se destruyó por ignorancia, desconocimiento y una contabilidad equivocada. De todas las experiencias en el mundo deberíamos aprender y allí donde todavía estamos a tiempo, evitar la destrucción de los humedales. A medio plazo, siempre saldremos perdiendo y especialmente, aquellas poblaciones más dependientes de sus recursos naturales, sean plantas, pesca o más recientemente el ecoturismo. La conservación y restauración de los humedales es garantía de futuro y tenemos la obligación de permitir que nos sigan suministrando bienes y servicios indefinidamente.

Por Francesc Giró – Direccitor de Accionatura

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