En el Año Internacional de la Diversidad Biológica, existe una biodiversidad que todavía pasa prácticamente desapercibida: la de las ciudades. Como señala el reciente informe Cambio Global España 2020/50. Programa Ciudades, los conceptos de urbe y biodiversidad son percibidos aún como contrapuestos. Sin embargo, esto no tiene por qué ser así. No sólo hay ciudades con una sorprendente relación con especies animales y vegetales, sino que además los espacios urbanos naturalizados pueden jugar un papel muy significativo como sumideros de CO2 y depuradores de gases nocivos, como sistemas filtrantes del agua de lluvia o mecanismos reguladores de las temperaturas extremas o como amortiguadores del ruido.
“Salvo algunas ciudades un poco pioneras, como Curitiba, Montreal, Berlín o Estocolmo, todavía se ignora las inmensas posibilidades del espacio urbano para trabajar en biodiversidad”, comenta Luis Andrés Orive, uno de los expertos que ha elaborado el apartado 2.8 dedicado a la biodiversidad y biocapacidad urbanas del informe Cambio Global España 2020/50 presentado en Sevilla hace unas semanas. “Berlín me parece un caso excepcional, si ves una foto aérea de Berlín de ahora y hace unos años, te das cuenta que el cambio en la política de permeabilización de suelos y de creación de superficie arbolada ha sido brutal”.
Aunque no es muy conocido, las áreas urbanas pueden contar con una sorprendente diversidad de hábitats y especies. En uno de los pocos estudios en este campo, el realizado en 2006 por el Instituto Bruselense de Gestión Ambiental sobre la Red Natura en las ciudades europeas, se identificaron 97 lugares pertenecientes a la Red en 32 grandes ciudades (de más de medio millón de habitantes), que en conjunto albergan un 40% de hábitats amenazados a escala europea y el 50% de las especies de aves, 12 especies de mamíferos y 22 de peces.
Como incide Andrés Orive, no se trata de reconvertir nuestros parques y zonas verdes en pequeños zoológicos, ni incorporar un efecto “Jumanji” a nuestras ciudades. El uso público ha de ser el destino final de estos espacios que, además, correctamente planificados y gestionados, deberían proporcionar importantes beneficios ambientales al conjunto de la ciudad, incluida la vida silvestre, para una mayor calidad de vida y concienciación de los ciudadanos hacia los valores de la Naturaleza.
“Hasta ahora no se ha hablado prácticamente nada de biodiversidad en las ciudades, es muy nuevo, yo creo que en el Año Internacional de Diversidad Biológica se debería aprovechar para dar visibilidad a lo que se está haciendo en las áreas urbanas, para sensibilizar al gran público y para dar un nuevo impulso a nuevos proyectos ambiciosos”, destaca Margarita Parés, responsable de Biodiversidad del Ayuntamiento de Barcelona, que cuenta como en el núcleo urbano de esta ciudad han contabilizado 16 especies de mamíferos, 75 de aves, tres de anfibios y ocho de reptiles.
“En Barcelona sabemos los vertebrados que tenemos y dónde están, lo que resulta muy importante para protegerlos. Lo más rico está en el Parque de Collserola, la sierra que tenemos detrás de la ciudad, con 27 mamíferos y 106 aves, pero sólo en la pequeña montaña de Montjuic hay una 60 especies de vertebrados, lo que no es nada desdeñable”, subraya Parés, que explica como trabajan en una red de corredores verdes urbanos que lleguen a conectar los parques y jardines de la ciudad e incluso espacios como la sierra de Collserola.
Como incide el informe Cambio Global España 2020/50. Programa Ciudades, la apuesta de las ciudades españolas debería ser la de promover espacios verdes de carácter esencialmente mediterráneo que se vayan acercando a un modelo más naturalizado y disociado de los convencionales parques de estilo anglosajón.
Este informe elaborado por la Fundación General Universidad Complutense de Madrid, la Fundación Conama y el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE) propone, entre otras actuaciones: conseguir la progresiva naturalización de los espacios verdes urbanos a través de la incorporación de especies vegetales nativas y la eliminación de tratamientos biocidas y fitocidas; o que para 2050 más de la mitad de la población urbana pueda disponer un espacio verde o agrario de entidad a menos de un kilómetro.
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