Pero la sobrevivencia del capitalismo no ha dependido de sus fortalezas, sino más bien de su habilidad de sostener el sistema. Actualmente sin la presencia del fascismo de Mussolini, Hitler, o Franco, y desde el sometimiento de los partidos comunistas de China y la Ex URSS a la globalización mundial, la variable de ajuste aplicada se guía por guerras (“intervención”), golpes de estado y recortes de “gastos” del estado o esclavismo, pero con la diferencia que los nuevos dictadores corruptos salen de las “urnas”. Eso según las opiniones de los pensadores intelectuales de moda, quienes nos dicen que el tan burdo argumento de que la “representación democrática que nos da el voto”, es el único recurso con el que cuentan los políticos para que cada tanto ejerzan los ciudadanos su “derecho” a elegir el próximo presidente, en un sistema de gobierno que en teoría tendría que permitir un aumento de libertades y derechos básicos de existencia como alimentación, trabajo digno o educación, y sin embargo prolifera la desocupación, el trabajo esclavo y el hambre, pero como una realidad que hoy toca fuertemente a las grandes ciudades, fenómeno que aqueja fundamentalmente a los países periféricos, coloniales y subcoloniales.

Esto debido a que muchos países no tienen un sistema sólido, con partidos e instituciones fuertes, sucediendo en cambio que los partidos nacen, se multiplican y mueren, sin pasar por la etapa de crecimiento y madurez. Y aunque no lo crean, aunque se les haya realizado un funeral vuelven a la vida con otro nombre y una nueva oferta, pero en el fondo su propuesta e ideología casi no tiene diferencias con la de sus adversarios. Es por eso que  la frustración, desilusión al mal desempeño gubernamental, lleva a la gente de America Latina a identificar con la política  los intereses de los políticos en su búsqueda de acceso a un cargo público, gracias al actual sistema democrático que no es mas que una farsa, una ilusión que mantiene aun optimistas a  las grandes masas empobrecidas. Sumado a esto se ha instalado el descreimiento hacia la “izquierda” fantoche que existe gracias al voto rebelde de unos cuantos seguidores y de otros votantes como un verdadero acto de repudio a los partidos abiertamente ultraderechistas, y de aquellos partidos, los que se dicen ser “ni chicha, ni limonada.” Y es que lamentablemente nadie cree en esa “izquierda” desprestigiada y demagoga, ni en el resto de los otros partidos, ya que la descomposición del sistema y su llamada democracia, tiende a infectar todos los ámbitos en los que se reproduce. La “izquierda” se ha  sometido a la farsa imperante y solo se incluye en el circo, para jugar una carta disque de moderador de las necesidades del “pueblo”, que sin mayores alternativas se ve obligado una y otra vez a votar por los mismos candidatos que prueban suerte una y otra vez. Y es tan evidente, que por ejemplo aproximadamente el 77% de los legisladores y alcaldes guatemaltecos fueron reelegidos  cambiando de partido e “ideología” y sumando a eso que a muchos de ellos se le  ha señalado y acusado de corrupción y de negociaciones ilícitas.

 

El fenómeno del transfuguismo político, que se da en Guatemala es un asunto cotidiano

Evidentemente hay un problema estructural desde el punto de vista político que pasa por una desconfianza total en el sistema. Donde generalmente hay una cultura en la cual “no se es fiel al partido” y “no hay una militancia clara” caracterizando así a los partidos políticos guatemaltecos por su debilidad y por la ausencia real de un perfil ideológico estable, configurándose a menudo como vehículos electorales al servicio de una persona o de un sector. Se juega mucho con el tema de los cargos que un momento se necesiten y que les ofrecen, como quien dice que “bailan al son que les tocan” cambiando de partido, o el nombre del partido, y de ideología dependiendo que les convenga en ese momento. Antes, durante y después del proceso electoral, se realizan negociaciones particulares que ocasionan fragmentaciones partidarias, dando lugar a bancadas independientes, nuevos partidos y migraciones de funcionarios a otras organizaciones políticas, generalmente mediante promesas de puestos con jugosos salarios, lesionando de esta manera la llamada democracia, la gobernabilidad y la credibilidad de los partidos, adulterando la voluntad expresada por los ciudadanos en las urnas, un fenómeno que daña la credibilidad de las instituciones. En la actualidad se hace necesario legislar y aprobar entre otros, que los partidos no vendan sus acciones a los grupos de poder, solo porque subvencionan sus campañas, para evitarlo debe ser el Estado quien subvencione la campaña de los partidos políticos, brindando las mismas oportunidades a todos los que contiendan, repartiendo tiempos iguales a los partidos inscritos para que planteen sus propuestas de trabajo e ideológicas en igualdad de oportunidades. Solo así se logrará una participación democrática de los partidos políticos. Pero difícilmente se de tal legislación, ya que los intereses económicos de la clase dominante entrarían en conflicto.

Actualmente en Guatemala la ausencia de financiamiento estatal a los partidos políticos los convierte en una especie de empresas privadas manejadas al antojo de quien las financia; (existe la sospecha de que existen también financiamientos provenientes de actividades ilícitas, para ser mas clara, el del Narcotráfico). El financiamiento va a  varios partidos, para protegerse por  los cuatro costados, por lo que el empresariado financia buena parte de la campaña buscando proteger sus intereses, para posteriormente nombrar  ministros y funcionarios de alto nivel, en el ramo que más les conviene a sus empresas. Valiéndose de los medios de comunicación que juega un importantísimo papel en el proceso electoral,  manipulándolo en sus propias apuestas que inciden profundamente en la opinión de los electores. Tan es así que a pesar de que Guatemala siendo reconocida por su alto nivel de analfabetismo esto ya no es un inconveniente para hacer llegar el mensaje electoral, cuando todo entra mas fácilmente por los oídos y por los ojos al ser un país altamente electrificado, la televisión juega un papel fundamental, pues se ha convertido en el principal medio de comunicación que tienen los guatemaltecos.

En el proceso electoral del 2011 los partidos políticos que lideraron la contienda electoral no visibilizaron en las propuestas de gobierno el compromiso con los Pueblos Indígenas ni con los objetivos de desarrollo del milenio. El discurso y el proselitismo de la campaña no pasó de ofrecimientos insostenibles sobre seguridad, pobreza y economía. Y después de 25 años de gobiernos civiles un militar Otto Perez Molina, retirado, con 34 años de vida cuartelera coincidentes con una guerra civil que dejó 150.000 muertos y 50.000 desaparecidos, llega a la Jefatura de Estado gracias a un mensaje primario “mano dura” y una millonaria campaña publicitaria, y quien al referirse a la violación de derechos humanos sufrida por el Pueblo Maya durante el conflicto armado interno, haya negado la existencia de crímenes de guerra, genocidio y crímenes de lesa humanidad, que la Comisión para el Esclarecimiento Histórico constató en su Informe. Lo acompaña la primera mujer vicepresidente de la historia de Guatemala Roxana Baldetti, quien realizó su primera incursión en la administración pública en 1990, cuando fue nombrada subsecretaria de Relaciones Exteriores por el entonces presidente Jorge Serrano, quien tres años después intentó un autogolpe de Estado y terminó destituido. En 2003 acompañó a Otto Pérez Molina en su aventura de fundar una agrupación, el Partido Patriota, con el cual ambos fueron primero diputados y hoy llegaron a la jefatura del Estado.

La realidad es que la venta de sueños y las promesas de los políticos en su gran mayoría son de libreto, y es ahí donde precisamente vienen los problemas, que, con unas pocas excepciones, es la norma en América Latina.

Es verdaderamente lamentable que cuando el sistema se incendia por los cuatro costados, y la urna no es sino la única herramienta que les va quedando para emborrachar y manipular a los pueblos, por eso estamos asistiendo a una etapa de profunda descomposición social del capitalismo. Los países del mundo deben poner mucha atención a la nueva crisis capitalista. La situación convulsiva que se vive en America, Europa, África, y Asia,  es un signo peligroso que puede conducir a los pueblos a otra tragedia similar a la que vivió la humanidad en las primeras décadas del siglo XX.