Se toma un producto vegetal como el maíz o residuos frutales como la piel de la naranja, se le extraen primero las sustancias valiosas que aún contenga, como las vitaminas, los aceites o los antioxidantes, y luego se transforma el resto en biocombustible para vehículos, para producción industrial o para calefacción. Con este sencillo argumento se abarcan una serie de medidas productivas capaces de cambiar el panorama energético global, los sistemas productivos y con ellos los recursos, y por ende el destino de países y gentes. Estamos, sin duda, ante una nueva revolución industrial.
¿Qué es el biocombustible?
El biocombustible es el término con el cual se denomina a cualquier tipo de combustible que derive de la biomasa – organismos recientemente vivos o sus desechos metabólicos-
La producción de biocombustibles, ya sean líquidos o sólidos precisa de una demostrada rentabilidad económica y un suministro continuo de residuos o cultivos agrícolas.
A los productos agrícolas de “toda la vida”: la caña de azúcar, el maíz, el sorgo, la remolacha, la patata etc., etc., o el propio aprovechamiento de la biomasa forestal, se añaden los de nueva utilización como plantas oleaginosas: la brassica, el crambe o la sinapis, variedades de la familia de las crucíferas, como lo son también la coliflor o el repollo, que en principio resultan interesantes para producir biodiésel por tener semillas de alto contenido en aceites.
El creciente interés por la bioenergía ha abierto nuevos campos de investigación para exprimir al máximo los desechos vegetales y los cultivos agrícolas. Está previsto que, entre los años 2010 y 2015, se empiece a comercializar una segunda generación de biocombustibles mucho más eficientes, que se podrán fabricar a partir de productos residuales, como los materiales lignocelulósicos.
En la actualidad los más conocidos y más desarrollados son el bietanol y el biodiesel.
El bioetanol, también llamado etanol de biomasa, se obtiene a partir de maíz, sorgo, caña de azúcar o remolacha, es decir sustancias con alto contenido de sacarosa. Y de sustancias con alto contenido de almidón como la patata o la yuca, o con alto contenido de celulosa como la madera.
El proceso a partir del almidón es más complejo que a partir de sacarosa porque el almidón debe ser hidrolizado previamente para convertirlo en azúcares. A partir de celulosa es aun más complejo porque primero hay que tratar la materia vegetal para que la celulosa pueda ser luego atacada por las enzimas hidrolizantes. Todos estos factores explican por qué los rendimientos en etanol son altos para la caña de azúcar, mediocres para el maíz y bajos para la madera.
Sin embargo, los actuales métodos de producción de bioetanol utilizan una cantidad significativa de energía comparada al valor de la energía del combustible producido. Por esta razón, no es factible sustituir enteramente el consumo actual de combustibles fósiles por bioetanol.
Brasil es el principal productor de bioetanol por encima del 40% de la producción mundial, seguido de Estados Unidos y China.
El biodiesel, se fabrica – como ya hemos apuntado – a partir de aceites vegetales, que pueden ser ya usados o sin usar. En este último caso se suele usar raps o canola, los cuales son cultivados para este propósito. El principal productor de biodiésel en el mundo es Alemania, con un 60% de la producción global, seguido de Francia y Estados Unidos.
Biocombustible pero no a cualquier precio
Un principio que hay que tener en cuenta es el de la sostenibilidad, porque no se trata de desarrollar la biomasa a cualquier precio, es necesario seguir investigando para optimizar al máximo la producción de los biocombustibles y sus consecuencias.
Si la explotación no se hace de una forma eficaz y con la debida responsabilidad se pueden ocasionar graves impactos sociales y medio ambientales
Cuanto más se aprovechen y expriman los cultivos o los residuos, mejor será el resultado energético y ambiental de los biocombustibles. Por ejemplo, para fabricar biocombustibles no sólo debe hacerse con los granos y las semillas de las plantas, las partes más ricas en aceites o azúcares, sino que también se deben aprovechar todos los tallos y las hojas ahora descartados, o incluso los restos forestales.
Los costos se reducen y amplias zonas mundiales con recursos agrícolas pueden encontrar una buena salida exportadora y de ingresos. En cuanto al impacto medioambiental, se estima que en las emisiones de efecto invernadero los biocombustibles actuales reducen entre un 50% y un 60% las emisiones de CO2 equivalente, en comparación con los derivados del petróleo y se prevé que los biocombustibles de segunda generación las reduzcan en un 90%.
La subida de las rentas de los pequeños propietarios, que ven como sus producciones pueden ser exportadas con facilidad. Como es el caso de los productores mejicanos de maíz, cuya noticia fue comentada por “Otro Mundo es Posible” del mes de marzo del 2007
No obstante no todo parece ser positivo, si la explotación no se hace de una forma eficaz y con la debida responsabilidad se pueden ocasionar graves impactos sociales y medio ambientales.
Por ejemplo, la producción desmedida conlleva la pérdida de bosques tropicales y de su riqueza en biodiversidad al requerir del establecimiento de extensas plantaciones dedicadas a la producción masiva de productos agrícolas. Estas explotaciones son conocidas como “desiertos verdes”, por secar las fuentes naturales de agua y humedales.
Se potencian los monocultivos, y por lo tanto un mayor uso de plaguicidas y herbicidas, contaminando el medio ambiente. Comunidades afectadas por estos cultivos en diferentes partes del mundo, denuncian graves violaciones de los derechos humanos; en muchos casos, el establecimiento de plantaciones está ligado a la utilización de fuerzas paramilitares que actúan a favor de empresas privadas que van a beneficiarse de la explotación de los recursos naturales, y que expulsan de las tierras a sus verdaderos propietarios.
tro inconveniente a tener en cuenta es que las superficies para estas plantaciones, son ganadas a costa de superficies de cultivos alimenticios, iniciando una especie de competencia entre producción de alimentos y producción de combustibles.
El impacto mundial
No hay marcha atrás para que los biocombustibles avancen imparablemente en la búsqueda de nuevas soluciones energéticas.
Uno de los grandes motivos de alarma es la constatación de que más de dos tercios de las reservas mundiales de petróleo están concentrados en la zona de Oriente Próximo.
Arabia Saudí tiene casi el doble de petróleo bajo su territorio que Estados Unidos, Rusia y Venezuela juntos. Y la suma de barriles que pueden producir entre Irak, Kuwait, Irán, los Emiratos Árabes y la propia Arabia Saudí se aproxima al 70% de la capacidad del planeta. La pregunta del millón – nunca mejor dicho – es, si occidente puede seguir dependiendo de las veleidades y extremismos del mundo islámico en un tema primordial como es el energético.
Al ritmo en que se está incrementando el consumo de la energía derivada del petróleo, en pocas décadas no habrá reservas suficientes para atender la demanda esperada. La dependencia del petróleo en los países de la Unión Europea ha ido en constante aumento. Hoy en día es ya del 70%, pero para 2020 se espera que pase a un preocupante 90%, si no se recurre a alternativas eficaces.
Por otro lado, y no menos importante, es el impacto medioambiental y fundamentalmente, las emisiones de CO2 que se depositan en la atmósfera al quemar esos derivados del petróleo para producir energía, y que son una de las causas directas del calentamiento del planeta y de sus dramáticas consecuencias a medio plazo.
Suecia, fue la primera
Suecia fue el primer país mundial en entender que la solución pasaba por el cambio de producción energética. Los constructores de automóviles suecos buscan soluciones eficaces a corto plazo. Una de ellas es el uso del etanol mezclado con gasolina. El Gobierno del país escandinavo ha fomentado el uso de este carburante a través de ayudas económicas y exenciones fiscales con un resultado notable en muy poco tiempo. A día de hoy, una de cada cuatro gasolineras disponen ya de surtidores con dicha mezcla y se espera que pronto el 15% de los coches vendidos allí utilicen este combustible, que ofrece un rendimiento muy similar y un consumo sólo ligeramente más alto que el de la gasolina.
Citemos por ejemplo el Focus de la FORD, al que se le hicieron unas mínimas transformaciones, con un coste de apenas 160 euros, para admitir que pueda utilizarse bien con gasolina pura, o bien con ese 85% de etanol. El Focus Flexi-Fuel se lanzó a finales de 2001 y tres años después sus ventas en Suecia suponen el 80% de la gama de este modelo. Saab y Volvo son otros de los fabricantes que han seguido el camino de la multinacional americana, con versiones especiales de algunos de sus productos.
Una iniciativa conducida por diferentes actores de la sociedad sueca pretende transformar drásticamente el panorama energético del país escandinavo: hacer que en el año 2020 sea el primer país del mundo que no utilice energías fósiles.
La decisión de Suecia lo convierte en el primer país en tomar una medida seria y drástica con respecto a varios temas trascendentes, tales como el cambio climático, la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera y la búsqueda de un sistema energético alternativo al actual. Es de esperar que el resto de países escandinavos adopten a corto o medio plazo medidas similares a las adoptadas por el gobierno sueco, y quien sabe si con el tiempo cale en la conciencia del resto de gobernantes de la UE.
Hay un amplio campo por explorar en la UE respecto a la los biocarburantes y entender que afectan, tanto en la creación de empleo, como sobre todo en buscar un equilibrio lógico para todo el excedente agrícola que hay en la Unión y que en la actualidad se está subvencionando para dejarlo fuera de circulación en el mercado.
Otras Iniciativas
Los gobiernos de Cuba y de Venezuela decidieron avanzar de manera conjunta en la carrera por los biocombustibles, apelando a la extracción de alcohol de la caña de azúcar, por entender que tiene un impacto desfavorable menor sobre la producción de alimentos y como parte de los «esfuerzos conjuntos» para proteger el ambiente, disminuir el consumo de combustibles fósiles y fomentar fuentes alternativas de energía bajo el principio de no usar cereales en la fabricación de carburantes.
Venezuela importa actualmente etanol brasileño para sus mezclas de gasolina. En sus nuevos planes se prevén la siembra de unas 276.000 hectáreas de caña destinadas a la producción, una vez extraídos los azúcares, de unos 25.000 barriles diarios de alcohol carburante.
En un amplio reportaje publicado por el diario Granma, se decía: «Cuba está jugando un papel importante no solamente en el suministro a Venezuela de algunas instalaciones azucareras disponibles en el país, sino también en colaborar en aspectos de carácter tecnológico».
Todo esto abre un camino nuevo en la producción alcoholera a partir de la caña de azúcar por encima de cereales como el maíz, es decir, una nueva perspectiva sobre el mismo tema. Con una tonelada procesada de caña se puede producir entre 65 y 90 litros de alcohol, con la ventaja de que al obtenerse de fuentes naturales no repercute en el efecto invernadero.
Cuba sometió en 2002 a su industria azucarera a una reestructuración que implicó el cierre de la mitad de los 156 ingenios con que contaba y una fuerte disminución en el cultivo de la caña. Para ello puso en práctica un programa de modernización en 11 de sus 17 destilerías y aspira a instalar siete plantas nuevas para dedicarlas fundamentalmente a la producción de etanol deshidratado, que es el usado como combustible, pues se le ha eliminado el cuatro por ciento de agua que posee el alcohol normal.
Cuba y Venezuela, que mantienen una estrecha relación política y económica, impulsan una estrategia de integración denominada Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), a la cual en el 2006 se sumó Bolivia y posteriormente Nicaragua.
El acuerdo en materia energética vigente desde 2000 asegura la entrega de Venezuela a Cuba de entre 93.000 y 100.000 barriles diarios de petróleo, además de apoyo tecnológico para el desarrollo de la producción de petróleo y gas en esta isla caribeña.
En la reunión de La Habana, ambos países acordaron estimular el desarrollo de nuevas fuentes energéticas en Cuba y Venezuela, con beneficio también para «otras naciones hermanas».
¿Cuáles son los pasos inminentes?
Estados Unidos sabe que el carburante proveniente de los derivados del petróleo, es un gigante con pies de barro – o con pies de arena, como prefieran -. Por ello el pasado año su presidente, George W. Bush y el de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anunciaron un acuerdo de cooperación tecnológica para la producción de etanol.
En la declaración conjunta efectuada, precisamente, en un centro de transporte de combustible en las afueras de Sao Paulo, ambos mandatarios afirmaron que el acuerdo contribuirá a «descontaminar» la Tierra.
Como confirmación de la preocupación de los norteamericanos está previsto celebrar el próximo 15 de abril y hasta el 17 una conferencia “International Biomass 08 Conference and Trade Show” en Minneapolis, Minesota. La Conferencia Internacional de biomasa apunta a facilitar el adelanto de la fabricación a corto plazo y comercialización de la energía, de los combustibles, y de los productos químicos con origen en biomasa. Se realizarán talleres técnicos y una demostración comercial de la industria. Para asistir a este evento puede consultarse la página www.biomassconference.com
Pero no serán los primeros, el próximo 14 y 18 de abril se celebrará en Brasilia la Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), donde se debatirá el papel de la bioenergía en la seguridad alimentaria de América Latina y el Caribe.
Prácticamente a continuación y en Bankok se celebrará la NexGen Bio-Ethanol, durante los días 22 – 23 Abril de 2008 (www.cmtevents.com) En este reunión se tocaran temas como los procesos de producción de diversas materias primas y la forma en que afectan a la calidad del etanol; la fabricación de etanol celulósico, sus aspectos técnicos; y el Biobutanol y la forma en que repercute en el mercado de etanol.
Todo esto demuestra la creciente importancia del tema a nivel global. No obstante, el principal encuentro sobre los biocombustibles y su futuro será la Conferencia Internacional sobre biocombustibles en julio de 2008 en Río de Janeiro, que se presenta como continuación de la «Cumbre de la Tierra» que esta ciudad acogió en 1992.
En la Conferencia Internacional sobre Biocarburantes que la Comisión Europea que celebró en Bruselas, Lula da Silva, presidente de Brasil, dijo que los biocombustibles ofrecen una alternativa para ayudar a la humanidad a prosperar como un todo, sin dejar a nadie atrás ni hipotecar el futuro de las nuevas generaciones. Este es el mensaje que llevará a la anunciada Conferencia de Río. Asimismo, Luis Inazio Lula da Silva, desmintió que la expansión de los biocombustibles, liderada en gran parte por su país, suponga un riesgo contra la producción mundial de alimentos. “En mi país está reduciéndose el hambre al tiempo que crecen los biocombustibles» subrayó Lula.
En Brasil, según sus mandatarios, el cultivo de caña de azúcar -de la que se deriva el etanol- no deteriora la de otros productos agrícolas, pues sólo atañe al 10 por ciento del área cultivada y siempre «muy lejos de la Amazonía».
«En el mundo no hay escasez de alimentos, hay escasez de rentas», argumenta siempre el presidente brasileño, basándose que el coste multimillonario de realizar perforaciones o instalar plataformas petrolíferas, es más doloso que la producción de etanol. «En el más humilde de los países, cualquiera tiene la tecnología y el conocimiento para cavar un hoyo de 30 centímetros y sembrar una planta oleaginosa», dice Lula, quien siempre anima a los países en desarrollo, en particular de África, América Latina y Caribe, a seguir esta vía.
Precisamente, Brasil, es el principal productor de biocombustibles del mundo, ya que dedica 5,6 millones de hectáreas al cultivo de caña de azúcar que producen 18.000 millones de litros de etanol anualmente. Como ya hemos comentado, Brasil y Estados Unidos suman el 70 por ciento de la producción mundial de etanol, aunque en el caso del país norteamericano este alcohol se obtiene casi exclusivamente a partir del maíz.
Un futuro complicado
Quedan muchas preguntas en el aire. Parece ser que occidente apuesta por el cambio de las fuentes energéticas, pero también parece que los factores económicos priman mucho, como siempre.
Tal vez, los gobiernos de las naciones sean sinceros con la voluntad de proteger nuestro medioambiente y tal vez sean capaces de desarrollar una explotación de los biocarburantes sin merma de la industria agrícola y en base a los conceptos de desarrollo sostenible y justicia social. Yo, de momento, estoy viendo catálogos de coches ecológicos.