Solicitados por que salvan momentáneamente, pero temidos porque el entramado de equilibrios y luchas de poderes que hay en la UE, impone unas condiciones basadas más en valoraciones generales, en inopias y en presunciones altaneras, que en el conocimiento real de lo que está sucediendo en el país rescatado.

Para poner, afirmar y reafirmar las condiciones de un rescate se ha creado un organismo de dudosa eficacia, con nombre de grupo musical y con alto nivel de  insensibilidad social. La famosa Troika trata de cubrir dos necesidades fundamentales: la de vigilar que los países que precisan dinero prestado de otros estados de la UE o del FMI, cumplen las condiciones a las que se han comprometido y darle al préstamo legitimidad institucional europea. La compone la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo, el mismo que prestaba nuestro dinero a los bancos a intereses del 1% para que ellos pudiesen prestarlo a su vez a los gobiernos de la Unión al 4 o al 5%.

Sin embargo, ahora sabemos por el propio auditor del Fondo Monetario Internacional, que los baremos de rescate aplicados por la Troika en los casos de Grecia, Irlanda y Portugal fueron demasiado severos y basados en proyecciones económicas erroneas. Se partió de que lo prioritario era devolver la deuda y sus intereses, obviando circunstancias y necesidades, provocando retrasos y mayores intereses. Todo esto ha exigido ajustes extremos, sacrificios ciudadanos y daños sociales innecesarios. Y si se tenía que cambiar la Constitución de algún estado miembro, se hacía, pongamos el ejemplo del 153 de la Constitución Española, donde se consagra la devolución de la deuda como el concepto más sagrado que se debe cumplir.

Las críticas del auditor del Fondo Monetario Internacional, destacan que la Comisión Europea defiende por encima de todo la supervivencia del euro; mientras que el FMI se olvida de que su papel es defender la viabilidad del Estado sujeto a rescate; y esa viabilidad es imposible en  condiciones abusivas.

Es obvio que los rescates deben llevar condiciones, un rescate sin condiciones sería ilegal. Sin embargo, debe de ser viable, porque en otro caso, no sólo impone al país rescatado un escenario imposible, también lo humilla.  Los errores en el cálculo sobre el efecto de los ajustes dañan la economía y también el amor propio.

 Estos países rescatados – España, digan lo que digan, es uno de ellos -,  sufren las consecuencias de esos errores. Mientras, los responsables de FMI, como su directora Christine Lagarde, son imputados por relaciones con empresarios como Bernard Tapie o, como en el caso del ex director Dominique Strauss-Kahn – DSK para el mundo financiero -, por sus devaneos con una camarera de pisos de un lujoso hotel de New York. Y luego dirán que los rescatados no pagan lo suficiente.