Trabajan en Usigu, Bondo y Nyanza, una zona al noroeste de Kenia bañada por las aguas del lago Victoria donde el VIH/Sida está muy presente. Cuando llegan los pescadores con las capturas a las playas del lago a las 5 ó 6 de la mañana, las mujeres bajan a comprarles el pescado para venderlo en los mercados locales. Melvin Chibole, portavoz de comunicación de ActionAid Kenia, organización a través de la que nuestra organización trabaja en el país, nos cuenta que “muchas veces su cuerpo es parte de la transacción comercial. Es decir, un pescador para concederle la venta del pescado a una mujer le exige mantener relaciones sexuales. Incluso se ven obligadas a ofrecer a sus hijas por la demanda de los pescadores de mujeres cada vez más jóvenes.” Esto juega en favor de la propagación del virus y en contra de las poblaciones más empobrecidas de las playas, donde la infección puede llegar hasta un 70%.
El grupo NEPHAS empezó su trabajo en 2003 con 15 miembras. Ayuda en Acción que trabaja en el país a través de ActionAid, les dio los medios y la capacitación necesaria para empezar a andar. Desde NEPHAS buscan establecer y promover el desarrollo de programas de prevención y atender las necesidades económicas y psicosociales de los enfermos y enfermas de VIH/Sida.
Entre sus actividades están el reparto de preservativos, la promoción de cambios de comportamientos y proporcionar microcréditos para mejorar la calidad de vida de las personas que viven con VIH/Sida. Además, desarrollan plantaciones para garantizar la seguridad alimentaria de los y las enfermas y les apoyan para que tengan un lugar donde vivir, trabajan incidencia política para promover cambios en las instituciones y conseguir antiretrovirales, apoyan la realización de test, y aconsejan y orientan a quien se somete a ellos. Tienen un edificio para dar formación y apoyo psicológico y desarrollan informes sobre la comunidad.
Melvin Chivole nos cuenta que testan a la gente por la noche para que la gente no les estigmatice porque si les da vergüenza no se hacen el test. Son los “moonlight tests” (literalmente, tests a la luz de la luna), que permiten hacerse las pruebas de forma anónima y sin que los vecinos los vean. Además, sensibilizan para acabar con la visión que existe sobre la enfermedad.
Hay 510 personas que contribuyen con esta red. Cada grupo de Nephas lo componen unas 25 personas, la mayoría mujeres. Cuentan que es más difícil involucrar a los hombres. Estos grupos ejercen presión para disponer de más recursos y medicinas y apoya a los proyectos que aseguran mejores condiciones de vida para la gente que vive con VIH /Sida. Una de las partes fundamentales de su trabajo consiste en animar a los y las enfermas y transmitirles que su dignidad es intocable, al igual que sus derechos humanos.
Susane tiene 43 años y 6 hijos. Su marido murió en 2003. Su hijo menor está infectado y cuando se enteró se hundió y estaba muy mal de salud. Este grupo le ayudó a mejorar su salud, su alimentación, su autoestima y le animó a vivir su enfermedad de una forma positiva. “Me encuentro relativamente bien pero soy feliz”, asegura Susane. En el grupo de Susane son 25 personas; hacen cestas y esterillas que venden y tienen pequeños huertos que les ayudan a conseguir ingresos. Pasó de 23 defensas a 200 defensas gracias al apoyo del grupo. Tiene que ir muy lejos y caminar durante horas para poder adquirir los antiretrovirales que son gratis pero para las enfermedades oportunistas debe pagar por las medicinas. Ahora que su esperanza de vida ha aumentado y vivirá al menos 5 años más dice que “le gustaría ver a sus hijos terminar el colegio y ser independientes”, cuenta Susane.
Amos Ayaga tiene 42 años y está ya muy enfermo. Las mujeres del grupo van a verle a menudo para apoyarle y le llevan algo de azúcar, comida y, lo más importante, apoyo. La mujer de Amos murió el año pasado y se quedo solo con sus 3 hijos y su hija. Es agricultor y vive de lo que cultiva. “NEPHAS me asiste para que asuma mi estado y me apoyan y animan para vivir una vida positiva. Todos los lunes se organizan y ponen dinero para comprarle algo al que peor se encuentra de salud. Ellas me enseñan a no abandonar y a seguir adelante. También me apoyaron para construir mi casa”, dice Amos.
“Con respecto al futuro…si me recupero, que tengo la esperanza desde luego, me centraré en mis hijos y continuaré con mi huerto. Mi hijo mayor está en quinto de primaria y se llama William. Philipp tiene 10 años. Quiero que mis hijos terminen el colegio y hagan algo con sus vidas. Me he dado cuenta de lo importante que es que estudien”.
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